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El futbolista como modelo de macho

Ruth Toledano / Ruth Toledano

Soy de las que no les gusta el fútbol. No me refiero al juego (he visto un par de partidos y, sí, comprendo el interés que suscita como tal –aunque se me escapa que ese interés sea tan excesivo, sobre todo comparado con el escaso o nulo interés que suscitan otras actividades-). Lo que no me gusta del fútbol es todo lo demás. Principalmente, los futbolistas. Es decir, el modelo de hombre que fomenta el fútbol, la representación del mundo que sugiere a través de esos hombres. El futbolista como modelo estético y mito erótico. Sé que hay mujeres que juegan al fútbol, pero son ninguneadas de manera sistemática y su esfuerzo deportivo es minimizado. Es más, ni siquiera, a día de hoy, es concebible una mujer futbolista como modelo estético o mito erótico: una mujer de complexión fuerte, de bíceps poderosos, de piernas rápidas y potentes muslos. No suena nada mal.

Y, sin embargo, busquen en su navegador imágenes de “mujeres futbolistas” y vean lo que aparece: mujeres desnudas, medio desnudas o sexualizadas, sin ninguna pinta de ser futbolistas; novias, amantes y esposas de hombres futbolistas, todas ellas en actitud o pose sexy. Encontrarán alguna escena, pocas, de fútbol femenino. Comprueben también cuáles son las primeras entradas en la web con esa búsqueda: “Las mujeres de futbolistas más sexys”; “Las mujeres más calientes de los futbolistas del Mundial”; “Mujeres de futbolistas”. Es asqueroso. Cuando aparecen por fin mencionadas las mujeres futbolistas, el titular es este: “Las futbolistas más bellas y sexys del mundo”. Y, por supuesto, lo que se destaca como más bello y sexy no son sus bíceps o sus cuádriceps, sino sus pechos y sus ojos maquillados. De su gesta deportiva, ni hablamos.

Ellos sí. Los futbolistas son héroes, campeones, estrellas. Son titanes, glorias, semidioses. Son superhombres. Los futbolistas son los grandes ídolos masculinos de nuestra época. Por brutos que sean, por zafios que sean, por horteras que sean. No digo que no haya futbolistas de otro tipo, digo que el modelo de futbolista que se vende mayoritariamente es el que representa a un modelo de hombre detestable: el gran macho. El macho imbatible, duro, escupidor. Por metrosexual que sea. El macho macho: granítico, millonario, follador. Heterosexual, claro.

Todo futbolista es heterosexual y liga con tías esculturales (tías con tetas prominentes, aunque sean de plástico; tías que no tienen celulitis en el culo, aunque no sean mujeres futbolistas –que son, en realidad, casi las únicas mujeres en el mundo que no tienen celutitis en el culo-). Según el modelo distribuido no hay futbolistas gays. Según el modelo distribuido las futbolistas no son lesbianas (las futbolistas sexys, claro, las otras sí: marimachos).

Es el modelo que ha tratado de combatir la FELGTB, a propuesta de las entidades de deportistas LGTB Halegatos y Arcópoli, con la campaña lanzada en Twitter a través de los hastags #LaLigaSinHomofobia, #LaLigaSinBifobia y #LaLigaSinTransfobia. Denuncian la LGTBfobia en las ligas de fútbol profesionales y su preocupación por que el mundo del fútbol siga sin aceptar la diversidad sexual y de género. Hacen ver lo llamativo que resulta que ningún futbolista profesional haya salido del armario y, lo que es aún más grave, que ni siquiera hayan mostrado su firme rechazo a la homofobia, la bifobia y la transfobia, como sí ha sucedido, por ejemplo, en la Bundesliga alemana (es el caso del jugador Manuel Neur, que ha mostrado su apoyo público a compañeros que han declarado su homosexualidad).

La FELGTB solicita a la LFP (Liga de Fútbol Profesional), a la RFEF (Real Federación Española de Fútbol), y a las demás federaciones de otras disciplinas deportivas, un compromiso de apoyo a campañas que erradiquen estas discriminaciones (solo el Athletic de Bilbao ha colaborado hasta ahora en una campaña así), y al Consejo Superior de Deportes que promulgue una Carta de contra la discriminación LGTB, como han hecho ya el Gobierno francés o el británico.

Amanda Rodríguez, coordinadora de Arcópoli, pone el dedo en una llaga terrible: “Algo está fallando cuando, si a un futbolista se le lanzan insultos racistas o xenófobos, el mundo entero se vuelca en su defensa, como corresponde, pero, si a otro le corea todo un estadio 'maricón', nadie se atreve a alzar la voz en su defensa”. También Rubén López, responsable de Deportes de la FELGTB: “Hay que romper el último gran tabú de la homosexualidad en España. Los futbolistas deben mostrar su apoyo a sus compañeros no heterosexuales. España no puede ser la excepción europea y la LFP y la RFEF deben implicarse”.

Mientras no haya al respecto una voluntad clara de las instituciones, una postura firme de las instancias deportivas españolas, seguirá transmitiéndose este modelo de futbolista machote (o de futbolista marimacho) que resulta muy peligroso para una sociedad donde el machismo es una lacra y se lleva cotidianamente por delante la vida de las mujeres. Un modelo pernicioso, dado que (por incomprensible que me resulte) el gran ídolo de nuestro tiempo, el gran mito erótico, es ese hombre que juega al balompié. Ese hombre, señores, que acaso sea un maricón.

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