¿Los lazos y las armas son noticia?
Durante los últimos días, fechas de vísperas electorales en las que el debate ciudadano y mediático debería girar en torno a programas políticos, dos temas han acaparado la agenda: la presencia o retirada de lazos amarillos en los edificios públicos de Catalunya y las declaraciones de Santiago Abascal, candidato electoral de un partido sin representación parlamentaria nacional, sobre la libre tenencia de armas hechas a una revista de caza. Cualquier ciudadano estará de acuerdo conmigo en que ninguno de los dos temas tiene fundamento alguno para acaparar toda esa atención.
Preguntados la mayoría de los analistas sobre la cuestión, casi todos comienzan diciendo que el asunto no lo merece para, a continuación, no sabemos si por sumisión al medio que le pregunta o simple amabilidad, responden y terminan formando parte del show. Con respecto a los políticos sucede algo similar, no importa si, como yo y muchos de ustedes, consideran que no son asuntos relevantes para abordar en el debate político preelectoral, al final se ven obligados a responder a los micrófonos y se incorporan al teatro.
La conclusión es clara: el debate político no lo establecen los líderes políticos, menos todavía las inquietudes de los ciudadanos, forma parte de la competencia y autoridad de los medios. Así, la absurda idea, no porque yo no la comparta, sino porque nadie se la plantea en España, de que la gente pueda llevar armas libremente se convierte en debate mediático nacional, aunque sea solo un comentario de un tipo que no representa a nadie, y no representa a nadie porque, a día de hoy, no es ningún cargo público representativo de nadie. Ni tampoco el asunto está anunciado formalmente por su partido, es eso, una ocurrencia. Pero es que, anteriormente, lo que ocupó a los medios, fue otro señor de Albacete que dijo algo de los homosexuales y el holocausto y se llevó todos los titulares y debates de tertulianos, tantos que ha acabado dimitiendo de candidato.
Si uno de los partidos que se presentan a las elecciones hubiese hecho público un estudio exhaustivo y elaborado sobre la viabilidad de la renta básica, o sobre la creación de cien mil empleos mediante el desarrollo de las energías alternativas, no hubieran conseguido ni la décima parte de atención mediática.
Con la política está sucediendo un poco como con las noticias periodísticas, las columnas de opinión o los programas televisivos. O pegas un campanazo diciendo una gilipollez o nadie te hace caso. El resultado salta a la vista. Lo que más éxito tiene es la columna de opinión que vomite más bilis, el programa de televisión en el que se haga más el payaso y el asunto político más peregrino. Y lo más grave viene después. La adaptación al medio de los periodistas y de los políticos. Como es obvio, triunfan los insultadores, los payasos y los de ideas peregrinas.