¡Leonor, guapa!
Este jueves 12 de octubre hemos asistido al debut triunfal de la princesa Leonor en el desfile del Día de la Hispanidad. La princesa de Asturias lo ha hecho a lo grande, acaparando toda la atención, convirtiéndose en la estrella del acto. Imponente en su uniforme militar, ha sido uno de los grandes atractivos del acto, recibida con vítores y aplausos.
La futura reina de España, que está viviendo su mes más crucial, se ha mostrado en todo momento muy segura, ha ejecutado el protocolo a la perfección. Ha cumplido con todas las expectativas, ha dado un paso al frente en su camino hacia el Trono, y demostrado que está más que preparada para ser la futura reina. Su presencia junto al rey, vestidos ambos con uniforme militar, representa el presente y el futuro de la monarquía española.
Su debut fue sobresaliente, lleno de anécdotas y momentos significativos, y dejó un puñado de imágenes para recordar e instantes cargados de emoción protagonizados por la princesa y sus padres. Al llegar al desfile compartieron sonrisas y charla. A juzgar por los gestos señalando al cielo, algún comentario sobre el radiante día de sol que brillaba en Madrid seguro que surgió. Tras el himno, en el saludo a las autoridades, puede que por los nervios se le cayó uno de los guantes. Muy pendiente de ella su padre, que ya en el palco le ayudaba a ajustarse el cinturón.
Luciendo el uniforme de gala del Ejército de Tierra, la princesa ha tenido un elemento diferenciado en sus estilismos: el peinado. Llevaba todo el cabello recogido hacia atrás y atado en un bonito moño trenzado a la altura de la nuca, con acabado totalmente pulido y reforzado con un par de horquillas discretas. Un elemento diferenciador que le sienta especialmente bien, pues como detalla una experta en estilismo, “le aporta definición a las líneas suaves y redondeadas de su rostro, dando como resultado una imagen más adulta, que transmite fuerza y elegancia”.
Los reyes se mostraron en todo momento muy orgullosos de la princesa. Padre e hija protagonizaron un tierno gesto en la tribuna. El rey miraba de reojo a la princesa para comprobar que realizaba el saludo correspondiente al paso de las distintas unidades. Un gesto cómplice y emotivo, muy especial. Para tranquilidad del rey, Leonor cumplió a rajatabla el protocolo, atenta a cada detalle. Cuando sus compañeros de la Academia de Zaragoza desfilaron frente a ella, no pudo evitar intercambiar una sonrisa disimulada y una mirada de complicidad.
Al terminar el acto castrense, la princesa se dirigió con la comitiva al Palacio Real para su primer besamanos, una ceremonia que requiere mucha paciencia, pues hay que saludar a 2.500 invitados. La heredera provocó una sorpresa generalizada al no cambiarse de ropa y mantener su uniforme militar. La prensa especializada daba por hecho que aparcaría el uniforme y elegiría algún vestido de cóctel. Recordemos que este verano en Mallorca su maleta estuvo marcada por los looks boho chic. Antes de que comenzaran los saludos, la reina Letizia tuvo un momento cómplice con su hija, ayudándola a colocarse el uniforme.
Allí volvía a protagonizar un momento destacado y muy emotivo, al abandonar su posición inicial de espera y adelantarse junto a su padre para saludar a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los padres de la Constitución, que debido a su avanzada edad iba a paso lento ayudado por un bastón. La princesa Leonor mantuvo la sonrisa en todo el besamanos, haciendo que se apreciase su aparato dental.
(Si han conseguido llegar hasta aquí sin sufrir una subida de azúcar monárquica, les cuento que todos los párrafos anteriores son un corta y pega de las crónicas que la prensa generalista hizo este jueves del desfile del 12 de octubre. Les juro que me he ahorrado la prensa del corazón, solo he tomado periódicos, radios y televisiones generalistas. Menudo empacho, ¿verdad? Todo lleno de simpatía, naturalidad, gestos cómplices, momentos especiales, espontaneidad, ternura… Solo les faltó usar la palabra “campechanía”, pero trae malos recuerdos. Ya ven, la 'operación Leonor' está totalmente lanzada, y en este octubre, que culminará con su mayoría de edad jurando la Constitución en las Cortes, nos quieren dejar a la princesa encarrilada en el camino al trono. Ya podemos gritarle “¡guapa!” cada vez que asista a un acto público, como en su día se lo gritamos a sus padres, tíos y abuelos, que el “guapos” gritado a los Borbones es el equivalente en democracia del viejo “Vivan las caenas” que le gritaban a Fernando VII. Por ahora es la mayoría de la prensa, tan cortesana como lo ha sido estos cuarenta y tantos años, la que ya le grita “¡guapa!” a la princesa.)
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