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Menos solidaridad y más BOE

MADRID, 03/10/2024.- La ministra de Vivienda y Agenda Urbana, Isabel Rodríguez, atiende a los medios de comunicación antes de presidir la reunión de la Conferencia Sectorial de Vivienda y Agenda Urbana, este jueves. EFE/ Borja Sanchez-trillo

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No estabais al tanto del asunto, yo tampoco, pero al parecer todas las injusticias y dificultades en vivienda y conciliación se pueden mitigar, sino directamente abolir, mediante apelaciones directas a la benevolencia de propietarios y empleadores. Acabáramos. Y nosotros perdiendo tiempo, dinero y salud mental. 

Vayamos por partes. La Ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, apeló recientemente en una entrevista a la “solidaridad” de los propietarios para bajar los alquileres. “España es un país solidario y, en su mayor parte, el parque de vivienda en alquiler pertenece a propietarios particulares, a pequeños propietarios. Yo les pido que se hagan cargo de esta causa, de esta necesidad social”, dijo Rodríguez. Todavía no se nota el efecto de esta noble tentativa humana, pero una vez puesta en marcha la ONG Caseros Sin Fronteras los precios bajarán seguro, los inquilinos volverán a tener capacidad de ahorro, el mercado se regulará a la baja, los jóvenes podrán irse de casa de sus padres, e incluso llegará la paz a Oriente Próximo. Todo está al caer, dadle tiempo. 

Profundizando en tal utópica propuesta, lo cierto es que sin topes en los precios de los alquileres y sin alternativas de vivienda pública lo único que separa a un buen casero de uno malo es la endeble noción de decencia personal. Y cuando los actos de generosidad están al antojo del mercado son fácilmente suplantados por el lucro. Porque cuando aparece un problema, cuando un electrodoméstico se avería, cuando la caldera se estropea, cuando hay que negociar la renovación de un contrato, cuando un inquilino pide incorporar a otra persona en el piso, cuando se da una situación en la que el arrendador puede obtener más beneficios, en infinidad de supuestos enseguida se pone de manifiesto la naturaleza transaccional entre propietarios e inquilinos. Si se permite que los propietarios cobren lo que quieran cuando hay escasez por qué debería de extrañarnos que lo hagan. Piénsalo un instante: si fuese el caso, ¿tú cobrarías a un inquilino siguiendo los precios del mercado o serías un benefactor bondadoso, el único unicornio blanco de Idealista?

En paralelo, esta semana estamos conociendo detalles de la Ley de conciliación y corresponsabilidad familiar del PP. Los populares proponen, entre otras cosas, que las seis primeras semanas de permiso por paternidad, en las que ahora mismo los padres están obligados a tener una baja, puedan escogerse libremente. La madre, por contra, sí estaría obligada por normativa europea a estar de baja la primera quincena. Ana Alós, vicesecretaria de Igualdad, Conciliación y Política Social del PP, apelaba en rueda de prensa a la necesidad de acuerdos entre empresarios y trabajadores, como si las dos partes estuviesen en igualdad de condiciones. Favorecer la conciliación, dijo Alós, “tiene que ser de acuerdo entre empresa y trabajador, porque también la empresa tiene unas necesidades”. ¿Es que nadie piensa en las necesidades de las empresas, por Dios? 

Allí donde la política no es capaz de actuar con eficacia, se nota un creciente énfasis en conceptos como la “bondad humana”, una quimera sin el respaldo de una infraestructura legislativa y de un sistema de bienestar social. La “solidaridad” si no se legisla es una farsa cuando rigen dinámicas de poder. Algo va mal cuando un político pone énfasis en la bondad o en la capacidad de llegar a acuerdos entre no iguales, en lugar de legislar.

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