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La Teoría Adolfo Suárez-Manuel Marchena

Marchena

Antonio Franco

A veces conviene repasar la Historia. Adolfo Suárez fue cuidadosamente seleccionado para traicionar la herencia política de Franco en su calidad de Secretario General del Movimiento. Era un Tiempo de Ciegos y Miopes. Ha pasado a la posteridad Ricardo de la Cierva, que vivía de analizar, por su capacidad de perspectiva en su famosa frase “Qué error, qué inmenso error” pretender que fuese Suárez quien encarrilase una transición. Desde la bancada de la prensa también dio la nota mi queridísimo Cuadernos para el Diálogo que acuñó el título de portada más compartido por la progresía de la época: “El apagón”. Para la revista Suárez era el apaga y vámonos a cualquier esperanza de apertura.

Los posibilistas confiaban en que el elegido sería José María de Areilza, a quien el muñidor de la jugada, Torcuato Fernández-Miranda, todavía más ortodoxo que Suárez encarnando al franquismo del Movimiento Nacional, ni siquiera incluyó en la terna de candidatos a la presidencia del Gobierno que le presentó al Rey. Los otros dos nombres, recuérdenlo, eran el ultracristiano no demócrata Federico Silva Muñoz (que luego se hizo prudentemente invisible cuando se investigó la trama civil del golpe del 23-F), y Gregorio López Bravo, opusdeista, algo así como la extrema izquierda de la extrema derecha. Siguiendo con las miopías, a quien más le gustó el primer discurso presidencial de Adolfo Suárez fue al editorialista del diario El Alcázar, que tituló su texto “Lealtad y Continuidad”.

Muchos reconocemos ahora, desde la frialdad que proporciona la distancia, que si Areilza hubiese sido el elegido para la presidencia del Gobierno todo habría ido mucho peor. Hay cosas delicadas y difíciles que únicamente pueden hacerlas desde dentro de los lodazales los hombres y mujeres que son madera de la misma cuña de lo que debe cambiarse. Hay maniobras sólo ejecutables por los no sospechosos de poderlas hacer, por quienes no van a ser acusados -y zancadilleados- por los suyos hasta que han cumplido la misión.

¿De qué estoy hablando? De quién le puede poner el cascabel de la No-Rebelión al gato.

Lo que seguro que tiene presente Manuel Marchena:

1.- La justicia internacional desacreditará masiva y llamativamente a la justicia española si la condena a los independentistas es por rebelión. En realidad, ya ha avisado. Y lo que decida el tribunal será luego analizado con lupa y bendecido o repudiado por las altas instancias mundiales de casación.

2.- Eso se producirá en un momento en que la cúpula de justicia española, heredada esencialmente del franquismo, atraviesa el peor momento de su historia, despreciada por un amplísimo sector de la opinión pública -posiblemente mayoritario en términos cuantitativos- después de los descarados producidos en torno a la composición del Consejo General del Poder Judicial, del Tribunal Supremo y de la Sala que debe juzgar a los independentistas.

3.- Crea o no crea la cúpula judicial española en la separación de poderes, pesa mucho la convicción del Gobierno español de que lo de Catalunya es sustancialmente un problema político más que judicial, y pesa mucho asimismo su tesis de que los hechos del año pasado no encajan con la definición legal que tiene en este país el delito de rebelión.

4.- Sí que ha empezado una rebelión real, aunque en el sentido conceptual y no técnico de la palabra, que además va a ir a más. Centenares de catedráticos y profesores de Derecho Penal de universidades no catalanas (las informaciones ya aluden a Castilla-La Mancha, Galicia, Andalucía y Valencia) recogen firmas cualificadas que suscriben la tesis de que es un error considerar rebelión o sedición lo que va a juzgarse porque no hubo ni el preceptivo alzamiento público y violento y porque no se planteó el uso de armas de guerra o explosivos para destruir el orden constitucional.

Lo que no es seguro que tenga presente Marchena:

A) El Partido Popular, que le ha aupado hasta sus altas responsabilidades, va a la baja en todas las previsiones preelectorales de cara al futuro inmediato.

B) La capacidad decisoria del PP para imponer a partir de ahora sus nombres y criterios en el inevitable reordenamiento que se producirá más pronto que tarde en la estructura judicial española también va a la baja. Eso comportará lógicamente decisiones sobre futuros personales, carreras y cargos y sueldos y tarjetas de crédito. Y puede abrirse el melón de las exigencias de responsabilidades si la justicia internacional estima que se han producido irregularidades, prevaricaciones, contaminaciones u otras anomalías delictivas. En definitiva, ese futuro judicial puede vivirse quizás en paz o quizás en guerra.

C) Manuel Marchena tiene hasta ahora un amplio prestigio de alta capacidad y calidad jurídica. Se lo reconocen incluso por quienes le consideran ideológicamente adscrito a la España ultraconservadora en la que ya no quieren vivir las nuevas y amplias capas emergentes y dinámicas de este país.

D) De su coherencia, de su sentido de la independencia íntima, de su comprensión de que los grandes problemas de un Estado deben resolverse a través de grandes soluciones políticas, de su patriotismo a la hora de analizar si conviene sustituir el “España es diferente” democrática y judicialmente hablando de cara a los próximos años, tiene que tomar una gran decisión. Necesita valentía. A Adolfo Suárez no le fueron muy bien las cosas después de cumplir con su obligación, pero a medida que pasan las décadas se reconoce de forma casi unánime que en el momento más difícil fue grande y ejemplar pese al lastre de proceder del ominoso Movimiento.

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