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El toquecito

El fiscal jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón

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Sin memoria no existimos, sin responsabilidad quizá no merezcamos existir

José Saramago

Los errores no se arreglan con un trágala, los errores se vuelven contra uno cuando menos se lo espera. Correr enloquecidamente para pasar el mal trago de golpe no te asegura el éxito. Miren que no hablo ya de principios sino de resultados. 

Todo apunta a que el PSOE va a tener la malversación hasta en la sopa en pleno año electoral y eso porque las revisiones a la baja de condenas y peticiones de pena en casos como Kitchen, Lezo u otros se irán produciendo como un goteo a un ritmo y en un momento que no será controlable y que el adversario electoral aprovechará frente a un votante progresista que no se sabe cómo encajará ese beneficio al corrupto. No lo digo yo, lo avisa el fiscal jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón y lo ratifican los jueces, los penalistas y procesalistas de referencia; así que luego no vengan con llantinas. Podemos ha estado más listo, al ponerse de perfil en esa reforma, que no ha frenado pero tampoco ha apoyado.

La mayoría de los juristas progresistas están que trinan. Los de derechas trinan todo el tiempo contra el Gobierno, con razón o sin ella, por los usos como argumento de autoridad. Los “toques” se están sucediendo, en unos casos para dejar en evidencia la deficiente técnica legislativa, la rebaja de la calidad del Código Penal, y en otros para directamente avisar de las consecuencias. La reforma que se va a hacer del delito de malversación es y va a ser un problema y son los amigos y simpatizantes los que están avisando. Es lo que sucede cuando en lugar de borregos tienes gentes que son excelentes profesionales y que creen en lo que hacen. Cuando lo haces fatal y con riesgo para el sistema se revuelven, lo que viene siendo un toque de atención. Lo de los sumisos obedientes siempre funcionó con más eficiencia en el otro lado.

Los fiscales progresistas -de la UPF, la asociación a la que pertenece el Fiscal General del Estado- han hecho público su enfado y su oposición a la inaceptable técnica legislativa que se está utilizando. Han querido recordar públicamente que los informes que se soslayan mediante el trámite parlamentario elegido -del CGPJ, del Consejo de Estado y del Consejo Fiscal- no sólo son preceptivos sino una garantía de que las leyes serán de calidad. Llegan a decir que se ha optado por “impedir el debate público, prudente y sosegado, que debe preceder a estos importantes cambios normativos”, que deberían responder “al interés general” y no hacerse “de forma apresurada”. Con mucha elegancia pero con toda contundencia. Así no se puede reformar el Código Penal y si en su día lo hicieron los otros, lo hicieron mal, y copiarles en el deterioro del Estado de Derecho no es buena idea. 

Con ese sosiego, que se ha perdido en aras de la supuesta estrategia de pasar todo cuanto antes, se hubieran podido comprobar los fiascos que pueden saltarte al cuello en cualquier momento. Parece que no han espabilado con la deficiente técnica legislativa de la ley Montero. Por ejemplo, las revisiones en cascada. Por ejemplo, que al tocar solamente los delitos de malversación por administración desleal sin lucro de funcionario y cargo público, va a resultar que será más castigada la administración desleal de responsables de empresas privadas que la de aquellos funcionarios que destinen a fines ilegales nuestros impuestos. El PP en 2015 equiparó ambas conductas, así que si solo disminuyes los de los funcionarios, dejas más alta la de los particulares. Un sistema de leyes penales es un engranaje de relojería que no se puede entrar a tocar con martillo y llave inglesa. 

Los toquecitos se suceden, también dentro del propio PSOE. No se trata solamente de García-Page, al que se ha despachado con desprecio, sino de tantas personas con cabeza que no entienden ni comparten ni comprenden las decisiones que se están tomando en un ámbito tan sensible como es la lucha contra la corrupción. Cuentan que en el propio grupo parlamentario ha habido que lidiar con estupores y temblores. Los más cobardes, los del hemoal, sólo sufren en silencio, lo que no quiere decir que aplaudan el destrozo legislativo que se está precipitando.

Así que tenemos una reforma de la malversación que, sí o sí, va a favorecer a corruptos en aplicación de la retroactividad favorable. Esto no es cuestión de un relato sino de lo que efectivamente va a pasar. Para compensarlo se nos intenta hacer comulgar con la piedra de molino de que incluso se ha endurecido la lucha contra la corrupción con una ocurrencia de última hora, la introducción en una enmienda del discutible delito de enriquecimiento ilícito. “Con la presentación de esta enmienda el PSOE da un paso más en esa lucha contra la corrupción”, ha dicho la ministra Alegría, como si introducir un delito de sospecha, o de inversión de la carga de la prueba, que ofrece serias dudas sobre su constitucionalidad -apenas algunos países sudamericanos y dos europeos lo contemplan-, mediante una enmienda y sin debate fuera una idea prodigiosa. Sobre todo porque España ya se opuso a crearlo en 2011 ante la Convención de Naciones Unidas por ser “incompatible con el artículo 24 de la CE y la interpretación que de este ha hecho el Constitucional”. En cualquier caso es un paso que ofrece las suficientes dudas como para proponerlo, estudiarlo, recibir informes y opiniones, debatirlo, oír a los expertos y después redactarlo con calma y someterlo a votación. Nada de esto se ha hecho porque se ha introducido como mero elemento de propaganda para contrarrestar las quejas por los cambios en la malversación. 

Lo de la enmienda en la exposición de motivos de la ley del 'solo sí es sí' es pura propaganda, una tontería que no conseguirá nada. Que un portavoz parlamentario hable de que se ha efectuado ese retoque cosmético e ineficaz para darle un “toque” a los jueces, “mire no me vayan por ahí”, precisaría de adjetivos que no quiero obligarme a escribir. Sin embargo, sí es democráticamente correcto y necesario que desde la academia o la judicatura o el periodismo se dé un toque de atención a Ejecutivo y Legislativo sobre las consecuencias indeseadas de sus actos. 

Si además no está claro que contente a ERC, que ya está subiendo la apuesta con referéndum y un palito, ¿por qué lo hacen?

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