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Del Gobierno de cooperación a la coalición a prueba: todo bloqueado casi cinco meses después del 28A

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en su última reunión en el Congreso.

Irene Castro / Aitor Riveiro

Pablo Iglesias llamó a Pedro Sánchez este jueves para hacerle la, por ahora, última propuesta para cerrar un acuerdo que permita al líder del PSOE ser investido presidente del Gobierno por el Congreso. Algo menos de cinco meses después de las elecciones generales que ganó el candidato socialista, la del secretario general de Podemos se suma a una larga retahíla de ofertas y contraofertas que ambos se han hecho desde el 28 de abril.

Un lapso de tiempo en el que las relaciones entre los dos espacios políticos, y sus respectivos líderes, se ha deteriorado hasta hacer muy difícil un entendimiento que impida que se repitan las elecciones generales el 10 de noviembre. Serán, si nada cambia en las próximas horas, los cuartos comicios en cuatro años. Los partidos con representación parlamentaria se reunirán este lunes y martes con el jefe del Estado y le comunicarán su disposición, o no, para investir a Sánchez. El presidente en funciones deberá también comunicar si se ve capaz o no de recabar los apoyos que necesita. El plazo límite para una investidura: el lunes 23 de septiembre. Si en ese momento Sánchez no ha logrado el respaldo de la Cámara, las Cortes se disolverán automáticamente esa medianoche. Antes de eso habría que convocar un Pleno en el Congreso, celebrar una primera votación y si no hay mayoría absoluta, una segunda 48 horas más tarde. Todo eso acorta mucho los tiempos y en todo caso, en el entorno de Sánchez se da por hecho que si no hay acuerdo antes de la ronda de consultas del rey, el país se verá abocado a otra campaña electoral.

Este mismo viernes, Iglesias insistía en su última propuesta que ya fue rechazada por el PSOE: un Gobierno provisional hasta la aprobación de los Presupuestos. Y reclamaba a Sánchez una reunión entre ambos: “En tres horas, tenemos un acuerdo”.

Las voces que intentan evitar otras elecciones se multiplican. El expresidente del Gobierno Felipe González expresaba su preocupación este viernes por la ausencia de Presupuestos y por la falta de renovación de diferentes instituciones claves como el Consejo General del Poder Judicial, la dirección de RTVE o de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.

Otro expresidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, reclamaba al PSOE y “especialmente” a Unidas Podemos “hacer una reflexión muy a fondo” para evitar el bloqueo. La presión la sienten ya ambas formaciones.

Salvo un cambio de última hora que nadie se atreve a anticipar, la gobernabilidad seguirá en el aire al menos hasta noviembre. Pero desde el 28 de abril se han planteado diferentes opciones, propuestas y ofertas entre las partes, muchas de ellas a través de los medios de comunicación. En este tiempo, el desencuentro entre el PSOE y Unidas Podemos ha crecido. El principal escollo siempre ha sido la incorporación de Unidas Podemos al Consejo de Ministros.

Presidencia del Congreso y ministerios, pero sin Iglesias

“Nos hemos puesto de acuerdo es que vamos a trabajar para ponernos de acuerdo”. La frase la pronunció Pablo Iglesias en el Palacio de la Moncloa el pasado 7 de mayo, después de la primera reunión que mantuvo con Pedro Sánchez tras las elecciones generales. El secretario general de Podemos mostraba optimismo y estaba confiado en que, tras los comicios municipales y autonómicos previstos para el 26 de ese mismo mes, se cerraría un acuerdo entre Unidas Podemos y el PSOE para un Gobierno conjunto.

El motivo de este convencimiento era, según explican desde Podemos, que Sánchez le había anticipado en esa reunión una oferta tentadora que Iglesias luego rechazó: la Presidencia del Congreso y dos asientos en el Consejo de Ministros con las carteras de Juventud y Comercio. Eso sí, el líder socialista reclamaba, según esta versión, que Iglesias renunciara a una vicepresidencia. Iglesias llegó a pensar en Pablo Echenique para la presidencia de la tercera institución del Estado.

Pero desde la Moncloa siempre negaron que la propuesta incluyera puestos en el Consejo de Ministros. El PSOE sí admitió que habían tanteado áreas de responsabilidad para Unidas Podemos, pero sin llegar a concretarse en ministerios.

En cualquier caso, era el inicio de una negociación que, unos y otros, confiaban en llevar a buen puerto.

Gobierno de cooperación

Las conversaciones se detuvieron durante un mes. España iba a nuevas elecciones, esta vez europeas, autonómicas y municipales. Los resultados del 26M cambiaron las tornas de las negociaciones y reforzaron al PSOE en la idea de gobernar en solitario.

Los integrantes de Unidas Podemos (Podemos, IU, Equo y confluencias) sufrieron en las urnas. El espacio político perdió sus baluartes municipales, excepto Barcelona y Cádiz. Y solo las posteriores negociaciones han permitido a Podemos e IU alcanzar puestos en Gobiernos autonómicos en coalición con el PSOE.

Para cuando esas conversaciones se habían cerrado, en la Moncloa ya habían ideado el concepto de Gobierno de cooperación. Se lo expuso Pedro Sánchez a Pablo Iglesias en su segunda reunión, el 11 de junio. El secretario general de Podemos lo aceptó, y así lo expuso ante los medios de comunicación.

¿El motivo? Desde Podemos apuntan a que Sánchez simplemente quería cambiar el nombre (“coalición” por “cooperación”). “Nos da igual el significante”, dijo Iglesias. Desde el PSOE aseguran que ese nuevo significante llevaba aparejado también un cambio de significado. Y que para entones ya se había descartado la coalición.

La reunión secreta y la oferta de puestos intermedios

Las diferencias se hicieron públicas muy rápido. eldiario.es informó el 18 de junio de que Sánchez e Iglesias se habían reunido de forma discreta en la Moncloa un día antes. Era la tercera cita entre ambos y la primera sin publicidad. Pero también fue en la que se comenzó a torcer la negociación. En dicha reunión, los dos líderes constataron sus diferencias sobre el Gobierno de cooperación, ya que la presencia de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros quedaba en el aire.

El PSOE pretendía que esa cooperación fuera externa –como después de la moción de censura– y Unidas Podemos reclamaba su cuota de representación en el Ejecutivo. Los socialistas trasladaron entonces que aceptaban la incorporación de miembros de Unidas Podemos a puestos intermedios de la Administración, algo que en el grupo confederal vieron insuficiente. En Unidas Podemos, de momento, no renunciaban a la estrategia de pedir una vicepresidencia y varios ministerios con competencias concretas.

Ministros independientes

La negociación se trasladó después a los medios. Pedro Sánchez planteó en una entrevista de televisión la opción de incorporar al Gabinete “independientes de reconocido prestigio” de la órbita de la coalición de izquierdas. Unidas Podemos respondió rápido e insistió en que debía haber ministros con militancia en el grupo confederal. Era 4 de julio y quedaban menos de tres semanas para la votación de la investidura.

A partir de ese momento, las relaciones entre ambos espacios parecieron romperse varias veces. Una de ellas fue en la última reunión conocida que han mantenido Sánchez e Iglesias. Fue el 9 de julio en el Congreso y el secretario general de Podemos vio al socialista determinado a ir a elecciones. Mientras, la portavoz socialista, Adriana Lastra, acusó a Iglesias de estar más interesado en “los sillones que en las políticas a desarrollar”. Para ese momento, el PSOE había presentado un documento programático con el que pretendía poner más difícil el 'no' de Iglesias.

Pero cada vez que se acercaban al abismo total, surgía un nuevo ofrecimiento desde Moncloa. Horas después de constatar la distancia total en una llamada telefónica, Sánchez se abrió a incorporar a ministros de Unidas Podemos, tal y como adelantó eldiario.es.

En Podemos esgrimen esta oferta como una prueba de que Sánchez siempre tuvo en su cabeza la opción de la coalición. Los de Iglesias acogieron con cautela el planteamiento y, ante la ausencia de movimientos, decidieron convocar una consulta a la militancia en la que preguntaban si apoyaban una coalición con representación proporcional a los votos y sin vetos o si debían apoyar a Sánchez en base a un “Gobierno diseñado por el PSOE” con cargos secundarios en la Administración.

La convocatoria de la consulta enfadó profundamente a los socialistas, que acusaron a Iglesias de hacer una pregunta “trucada”. Ganó el Gobierno de coalición proporcional. Pero no solo en Podemos. También IU lo planteó a su militancia, con el mismo resultado.

Negociación de la coalición sin Iglesias

Un día antes de que se conociera el resultado del referéndum, Sánchez planteó una coalición con Iglesias, de quien dijo que era “el principal escollo para el acuerdo”, fuera del Ejecutivo. De nuevo hizo la oferta, que dejaba fuera al líder de su 'socio preferente', en un plató de televisión. El giro de Sánchez se produjo solo seis días antes de la primera votación de la investidura. El socialista sostuvo que no podía tener en su Gabinete al líder de otra formación política al que dar instrucciones en temas en los que ambas organizaciones tuvieran posiciones encontradas, como el conflicto en Catalunya.

Iglesias aceptó el “veto” y se echó a un lado. Entonces se precipitaron horas de negociación contrarreloj pilotadas por Carmen Calvo, Adriana Lastra y María Jesús Montero de una parte y por Pablo Echenique y Ione Belarra, de otro. La primera conversación presencial entre los equipos negociadores tuvo lugar el sábado 20 de julio y no comenzó hasta que las socialistas garantizaron una vicepresidencia para Irene Montero.

A partir de ahí, los equipos negociadores se intercambiaron varias propuestas para el reparto de los ministerios. El PSOE acusaba a Unidas Podemos de pretender quedarse con “prácticamente todo el Gobierno” al reivindicar Trabajo y Transición Ecológica, entre otras. Los de Iglesias, mientras, señalaban que los socialistas hacían ofertas insuficientes en las que no tendrían la representación proporcional a sus resultados electorales.

El tira y afloja se prolongó más allá de la primera votación de la investidura. Sánchez se reunió con su núcleo duro y decidió hacer una nueva propuesta a los de Iglesias: una vicepresidencia y tres ministerios: Vivienda, Sanidad e Igualdad. Los de Iglesias rechazaron la oferta al considerar que esas carteras, y la vicepresidencia, estaban vacías de competencias efectivas.

Tenían 48 horas para llegar a un acuerdo con el que el socialista sumara los 42 votos afirmativos del grupo confederal. Pero las negociaciones saltaron por los aires la tarde anterior a la última votación, cuando en una llamada telefónica Sánchez trasladó a Iglesias que no habría más ofertas.

Iglesias hizo un último intento desde la tribuna: votar a la última oferta si el PSOE cedía las competencias en materia de políticas activas de empleo, transferidas en parte a las Comunidades Autónomas. Sánchez lo rechazó y perdió la votación.

Acuerdo programático y triple garantía

El PSOE aseguró entonces, como había advertido previamente, que la posibilidad de formar una coalición desaparecía de cara a una segunda oportunidad de sacar adelante la investidura en septiembre. Los socialistas trabajaron entonces en un documento programático y Sánchez lanzó la que es su última propuesta el 3 de septiembre: un Gobierno en solitario del PSOE, con puestos de Unidas Podemos en instituciones del Estado fuera del Consejo de Ministros, y un sistema de “triple garantía” del cumplimiento del acuerdo.

Los equipos negociadores se sentaron el jueves de la semana pasada, pero no hubo avances y dieron las negociaciones por rotas tras un segundo encuentro este martes. El PSOE dio un ultimátum: o se aviene a renunciar a la coalición y a negociar su propuesta o habrá elecciones. Unidas Podemos lo ha rechazado en todo momento porque mantiene su posición de formar parte del Ejecutivo y reniega del argumento del PSOE de que ya rechazaron la fórmula de la coalición absteniéndose en la investidura. “No hemos dicho que no a un Gobierno de coalición, hemos dicho que no a esa propuesta”, dicen en la dirección de Podemos.

Coalición a prueba

La última propuesta llegó de boca del líder de Podemos a través de una llamada telefónica al presidente en funciones para proponerle que negocien un Gobierno de coalición a prueba hasta que salgan adelante los Presupuestos Generales del Estado.

La idea, que se pactó en una reunión de la dirección de Unidas Podemos, sería lograr aprobar unas nuevas cuentas públicas y superar los Presupuestos vigentes, los pactados por el PP y Ciudadanos en 2018. Y evaluar, después, si la coalición funciona o no. En caso negativo, los ministros de Unidas Podemos dimitirían y el grupo confederal ofrecería su apoyo parlamentario a un Gobierno en solitario del PSOE durante el resto de la legislatura.

La negociación partiría desde las ofertas de julio: la vicepresidencia y los tres ministerios que los socialistas propusieron y las competencias de las políticas activas de empleo. Además, se sumaría un acuerdo programático a partir de los documentos planteados por PSOE y Unidas Podemos.

A pocos días de que el rey decida si le designa o no candidato de nuevo para que intente conseguir la confianza del Congreso, Sánchez rechazó la propuesta al “no darse las bases mínimas de confianza” para compartir el gabinete. La portavoz del Gobierno la ha tachado este viernes de “absurda” en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. El bloqueo persiste y la falta de acuerdo aboca al abismo de la repetición electoral el 10 de noviembre.

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