La campaña vuelve a la casilla de salida: dos debates consecutivos por primera vez en la historia para seducir a los indecisos
La campaña discurría anodina a punto de llegar a su ecuador –apenas agitada por las salidas de tono de algunos candidatos de la derecha– cuando el debate sobre los debates hizo saltar por los aires todo esa modorra preelectoral.
Acuciado por los trabajadores de RTVE, levantados en armas contra la utilización partidista de la corporación, por el resto de partidos y por el grupo Atresmedia –que amenazó con dejar su atril vacío si no acudía al debate–, el presidente y candidato Pedro Sánchez se ha visto obligado a rectificar ante una bola que seguía creciendo, que ha abrasado el prestigio de la administradora única de RTVE, Rosa María Mateo, y que amenazaba con desbaratar toda su estrategia, calculada al milímetro para no cometer ningún error.
Su tropiezo sirvió de munición a sus rivales –por la izquierda y la derecha– y ponía en riesgo la imagen del presidente que sobrevolaba todas las polémicas sin enfangarse para convertirlo en un candidato huidizo que escapa de sus rivales.
Pablo Casado y Albert Rivera han aprovechado la polémica para amplificar sus acusaciones contra Sánchez de apropiarse del aparato del Estado a su favor, en esta ocasión por la maniobra unilateral de Rosa María Mateo de imponer el día 23 de abril, como quería Moncloa, para el debate en la cadena pública, a pesar de que los demás candidatos habían confirmado su presencia ese día en Atresmedia.
Pablo Iglesias, de momento, evita hacer sangre con el tema de los debates, aunque mantiene su estrategia de reclamar el voto de izquierdas con el argumento de que Sánchez podría acabar pactando con Ciudadanos, como en 2016.
La JEC frustra el plan del PSOE
Hasta el séptimo día de campaña, los socialistas vivían felices en un ambiente interno de victoria electoral, con las encuestas a su favor y los candidatos del PP rivalizando por pronunciar la mayor barbaridad. Entre selfies, autógrafos en ejemplares de Manual de Resistencia y discursos repetitivos en los mítines, Sánchez encaraba la campaña con una única obsesión: un perfil bajo para evitar errores que pudieran poner en riesgo el buen resultado que las encuestas pronostican el PSOE.
En las filas socialistas miraban con entusiasmo la campaña que estaban haciendo PP y Ciudadanos porque consideraban que las salidas de tono, en el primer caso, y el veto que les ha impuesto Rivera, en el segundo, les permitían seguir creciendo.
Pero la Junta Electoral Central ha obligado a los socialistas a replantear la campaña al truncar el plan de Moncloa de celebrar un único debate a cinco que incluyera a Vox con el objetivo de que se visualizara frente a Sánchez la alternativa de Casado, Rivera y Abascal. La negativa del órgano que vela por la neutralidad en campaña frustró ese plan y el PSOE decidió entonces que, en igualdad de condiciones, el debate que sería, entonces, a cuatro se celebrara el mismo día pero en TVE.
La situación se le volvió en contra de Sánchez cuando Atresmedia decidió mantener la invitación ya sin Vox y los tres rivales de Sánchez, que según las encuestas están muy por detrás, aceptaron, presionando así al candidato socialista para que hubiera dos debates consecutivos. El pulso se mantuvo hasta el punto de que el jueves la administradora única de RTVE a propuesta del PSOE, Rosa María Mateo, cambió unilateralmente la fecha al 23 de abril y la hizo coincidir con la que pretendía Sánchez.
El movimiento suscitó críticas de todos los rivales de Sánchez y dejó a la administradora de RTVE en una situación muy complicada. El Consejo y la dirección de los Informativos de la televisión pública se desmarcaron de la decisión. Con ese panorama, Sánchez intenta salvar los muebles con una rectificación que le lleva a participar en dos debates consecutivos, el de la cadena pública, que vuelve a su fecha inicial del 22 de abril, y el de Atresmedia.
El resultado son dos debates que dejarán sentenciada la campaña. Los candidatos se encerrarán pronto para prepararse esos enfrentamientos que son definitivos para seducir (o no) al alto porcentaje de indecisos que reflejan las encuestas. De ellos depende lo que pase el 28A. Mientras tanto, la que ha sido la gran polémica de la campaña deja una gran damnificada: la figura de Rosa María Mateo ha quedado achicharrada.
Preocupación en Ciudadanos
Ciudadanos ha sido el partido que con más dureza se ha referido a la cuestión al reclamar la dimisión de la administradora única de la corporación. El partido de Albert Rivera ha aprovechado para criticar la gestión de RTVE que ha hecho Sánchez (su primera decisión ejecutiva en Moncloa fue cambiar el consejo de administración a través de decreto ley).
Rivera, que no acaba de remontar en las encuestas y trata de contener la sangría hacia Vox, aprovechará el debate para sacar la cabeza en su estrategia de ataque a Sánchez. En Ciudadanos no acaban de estar del todo satisfechos con la primera semana de campaña, aunque de puertas afuera aseguran lo contrario. Los resultados de las últimos sondeos les han puesto en alerta porque ven que los números con el PP y Vox no dan para poder gobernar y desbancar a Sánchez, que es su principal objetivo. Lo que han asumido es que, pese a “lo mal” que ven a Casado y al PP, va a ser imposible superar esos dos puntos mínimos de ventaja que les sacan los populares. De Vox siguen decididos a no hablar o hablar lo mínimo.
La estrategia diseñada por el comité de campaña de Ciudadanos de hacer una campaña “muy propositiva” la siguen a rajatabla. Pero el formato coloquio de los actos sectoriales celebrados en salas de poco aforo no les está funcionando como les gustaría. La repercusión mediática es mínima y depende siempre de que Rivera dé un titular. Si no dice nada nuevo, el acto se queda casi en familia. Algunos dirigentes critican el diseño de la campaña y ponen como ejemplo la “ocurrencia” del día de la pegada de carteles, sorprendidos con el holograma de Rivera en la sede mientras su líder inauguraba la carrera electoral en Pedraza, un pequeño pueblo de la provincia de Segovia.
En los demás actos que han celebrado al aire libre, salvo algunas excepciones, solo han conseguido especial atención cuando han acudido a lugares donde no son bienvenidos. Como les pasó en Rentería. Ese día abrieron casi todos los informativos y después Rivera acudió a la Fiscalía a denunciar las “agresiones” que sufrieron, apuntando a Sortu y a Bildu directamente.
El PP aprovechará la polémica sobre el debate
La cabeza de lista de Ciudadanos por Barcelona, Inés Arrimadas, que tiene agenda propia y pasa la mayor parte del tiempo fuera de Catalunya, es ahora la 'esperanza blanca' de Ciudadanos en la recta final de la campaña. En el partido creen que hizo “muy buen papel” en el debate a seis del otro día en TVE. Y esperan que en estos últimos días dé impulso a la campaña, como hizo en Andalucía. Aunque la moral no está tan fuerte, fuentes del partido están convencidos de que el tándem Rivera-Arrimadas funciona y confían en que hará remontar al partido. Su líder, campeón nacional de la Liga de Debate Universitario en 2001, no ha despuntado en este tipo de formatos hasta ahora y por primera vez esta semana tendrá dos oportunidades.
El PP también lo fía todo a los debates. Casado, que no ha llegado al punto de reclamar la dimisión de Rosa María Mateo, no dudará en usar la polémica sobre el debate como arma arrojadiza contra Sánchez. “Sánchez solo acierta cuando rectifica”, expresó el líder del PP este viernes antes de acusar al presidente de provocar “un gran desgaste a las instituciones públicas”.
El uso de los medios públicos ha sido uno de los instrumentos de azote de los conservadores contra Sánchez y llegaron incluso a alquilar una sede para denunciar los viajes que realiza con el Falcon de las Fuerzas Armadas que han usado todos los gobiernos. La polémica de los debates da alas a esa estrategia. “No da la cara e instrumentaliza TVE, como lo hace con el CIS o la Diputación Permanente del Congreso solo para revalidar su acuerdo con Otegi, Puigdemont, Torra e Iglesias”, enfatizan fuentes del PP, informa Iñigo Aduriz.
Iglesias recupera el pulso
El tono bronco de Casado permanecerá en la recta final de la campaña. El candidato del PP ha llegado a aplaudir las afirmaciones de su cabeza de lista por Huelva, Juan José Cortés, que acusó a Sánchez de sentarse con “asesinos, criminales, violadores y pederastas”. El candidato socialista es consciente de que sus rivales de PP y Ciudadanos seguirán en ese tono y ha reclamado debates “de guante blanco”: “Espero que la derecha y sus tres siglas entiendan que debatir no es insultar”, dijo en su primera intervención tras su rectificación en la que se mostró satisfecho por que el choque se retransmita fuera del horario infantil.
En las filas socialistas tratan de restar importancia a la polémica de los debates y retomar el control de la campaña, que hasta ahora consideran que les iba bien. “Si al final el tema de la campaña es el debate, entonces hemos ganado”, reflexiona un dirigente socialista. El PSOE espera pasar página pronto.
Pablo Iglesias también marcó un perfil muy distante con Sánchez con respecto a los debates y ha reprochado que el Gobierno hiciera un “uso instrumental inaceptable de RTVE” con el cambio de la fecha. No obstante, el candidato de Unidas Podemos no tiene previsto utilizar ese argumento con vehemencia contra el PSOE, según fuentes de su entorno.
Unidas Podemos comenzó la campaña con un profundo estancamiento y fiándolo todo a la vuelta de Iglesias de su permiso de paternidad. La investigación del espionaje de las cloacas del Estado lideradas por el excomisario Villarejo dio aire a la candidatura. Recuperado el pulso, la estrategia de Iglesias pasa por reclamar el voto de izquierdas como única forma de evitar que Sánchez acabe apoyado por Ciudadanos, como ocurrió en 2016.
El debate a dos vueltas en la pública y la privada tiene un quinto partido en liza que ni siquiera necesitará participar. El fantasma de Vox sobrevolará los dos choques. A los asesores de Santiago Abascal se les ha escapado un mensaje en un grupo de periodistas reconociendo que en realidad les viene bien, aunque oficialmente exploten el papel de víctimas de un supuesto sistema que les perjudica: en este caso los ocho magistrados del Tribunal Supremo y los cinco catedráticos que forman la Junta Electoral Central.
La ausencia de Vox evitará la confrontación en las tres derechas y también la reedición de la foto de Colón que pretendía Sánchez y que está en el origen de todo este lío, aunque los socialistas creen que en la práctica no le vendrá bien a Casado porque no podrá confrontar con su competidor. A la hora de los debates, Abascal y los suyos programarán nuevos mítines.