En la última semana dos casos de falseamiento de currículos han agitado la política española. La joven que hizo de telonera de Susana Díaz en su presentación como candidata a la secretaría general del PSOE, Estela Goikoetxea, y la actual alcaldesa de Santander, Gema Igual (PP), han tenido que reconocer que habían inflado sus méritos académicos. El embellecimiento del historial no es una cuestión territorial ni contemporánea. En las últimas décadas ha habido casos muy sonados de personalidades políticas que han inflado, cuando no inventado, sus titulaciones académicas.
El primer alto cargo señalado públicamente por mentir en su currículum fue Luis Roldán. Para entonces las falsedades académicas del director general de la Guardia Civil con Felipe González al frente del Ejecutivo eran lo de menos. Roldán se había fugado después de meter la mano en la caja de los fondos reservados, entre otros delitos.
Su fuga y posterior detención en Laos, con la intermediación del espía Francisco Paesa, dejó en nada una falsa ingeniería, una licenciatura en Ciencias Económicas y un máster de especialización en la materia.
Roldán ocupó un cargo con rango de subsecretario de Estado. Un peldaño por encima está Tomás Burgos, actual secretario de Estado de la Seguridad Social. Burgos fue durante un tiempo indeterminado “médico”, según el currículum que distribuyó el Gobierno cuando lo nombró.
No lo era. Había cursado algunos “cursos” de Medicina en Valladolid. Pero nunca se licenció. Como reveló El País en 2012, la información que se reparte a los periodistas cuando se designa un alto cargo se hace con información proporcionada por los ministerios de los que depende. Burgos ocupa el mismo cargo que cuando se descubrió la falsedad. Pero ya no aparece como licenciado: “Formación universitaria en Medicina por la Universidad de Valladolid”.
También mantiene sus responsabilidades el presidente del PP de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, cuyo currículum también sufrió una mengua con el paso de los años.
Según las biografías oficiales presentadas al Congreso de los Diputados, el líder del PP andaluz pasó de ser licenciado en Administración y Dirección de Empresas, en 2000, a tener estudios en la materia en 2004 y a no tener siquiera estudios superiores en 2008. Moreno fue nombrado secretario de Estado en 2011 y en su currículum en la página del Ministerio de Sanidad presentó como estudios de máster lo que era un premio privado y un programa de liderazgo de 40 almuerzos y tardes de trabajo, tal y como reveló en su día hayderecho.com.
Otra alta autoridad del Estado afectada por el mismo mal fue la vicepresidenta de la Generalitat de Catalunya Joana Ortega. En 2011 tuvo que reconocer que no era licenciada en Psicología, como repetían todas las recopilaciones de méritos en páginas oficiales y de medios de comunicación.
Ortega, que abandonó la política en 2015 en plena escisión entre Convergència y Uniò, reconoció en 2011 “el error involuntario”, pero tampoco dimitió.
En Catalunya también fue muy comentado el engorde de los antecedentes de la exdiputada de ERC Pilar Rahola. Durante años mantuvo en su propia página web que era “doctora”, cuando en realidad era licenciada, aunque las informaciones sobre las falsedades llegaron mucho después de que abandonara la política institucional.
Quien sigue en activo es el diputado de Ciudadanos Miguel Gutiérrez, quien sostuvo durante un tiempo que era doctor ingeniero, según publicó La Marea. Después dijo que era ingeniero, a secas.
El partido lo exoneró, como hizo con el diputado en la Asamblea de Madrid César Zafra, quien reconoció que ejerció como abogado sin serlo. El partido de Albert Rivera no consideró que hubiera mentido acerca de su formación, lo que le habría supuesto la expulsión, según su código ético.
También se mantiene en activo Elena Valenciano. La eurodiputada tuvo que cambiar el currículum que figuraba en la web oficial del Parlamento Europeo, donde se le señalaba como licenciada en Derecho y Ciencias Políticas. Ella misma reconoció el error en una entrevista: “En mi currículo pone que tengo estudios, no títulos. Empecé Derecho y luego me pasé a Políticas. No terminé, pero solo me faltan dos asignaturas de Estadística. La verdad es que me aburría y ahora me da pereza acabar”.
El error, se dijo entonces, fue de traducción. Alguien en Bruselas interpretó el “tengo estudios” por haber concluido esos estudios. No se modificó hasta que la prensa lo aireó, como en el resto de casos.