Feijóo languidece tras el fracaso de la moción, la reforma de las pensiones y la agenda exterior de Sánchez
Ni es el primero ni será el último. No todos, pero suele pasar que los presidentes de Gobierno buscan en la acción exterior el reconocimiento que se les niega en casa. A Pedro Sánchez no le ha costado demasiado esfuerzo. Siempre ha estado más valorado fuera que dentro. Y siempre fue en este sentido un líder de altos vuelos. Su dominio de los idiomas, su estrecha relación con los principales dirigentes europeos, su desenvoltura en los foros internacionales y su decidido empeño en que España sea punta de lanza en las soluciones a muchos de los problemas a los que hoy se enfrenta Europa como consecuencia de la invasión de Ucrania le han convertido en referente indiscutible de la política comunitaria.
Ahora, en pleno despliegue de una frenética agenda internacional para preparar el semestre europeo, la semana que viene viajará a China en una visita relámpago en respuesta a la invitación del presidente Xi Jinping, que llega en pleno intento de mediación del líder de la superpotencia asiática entre Rusia y Ucrania. Unos dirán que Europa se le ha quedado ya pequeña y que ansía un liderazgo planetario. Y otros fabularán con que si José Luis Rodríguez Zapatero fue el presidente que llevó la paz a Euskadi, Sánchez será el que la traiga a Europa. Lecturas aparte, lo cierto es que la invitación es una prueba más del peso internacional de España y del propio presidente y que el Gobierno está dispuesto a sacar todo el partido de ello en este año electoral en contraste con un líder de la oposición no demasiado ducho en los desafíos que afronta el mundo y poco habituado a los foros internacionales.
Salvo por viajar a Bruselas para cuestionar los logros del Gobierno español, como hizo con la excepción ibérica, los fondos europeos y ahora la reforma de pensiones, Feijóo no es un líder ni conocido ni reconocido entre los principales mandatarios europeos. Si hay algo que llama la atención y es motivo de perplejidad en los consejos de ministros europeos, según relatan algunos miembros del Gobierno, “es el papel que el líder de la oposición ha jugado siempre contra los intereses de España en las instituciones europeas”.
“Ni en Italia, donde la política doméstica siempre fue más laberíntica y caótica, se ha comportado la oposición como lo hace Feijóo en Bruselas, donde acude siempre para poner palos en las ruedas de los intereses de sus compatriotas”, resume un ministro que subraya la “deslealtad del líder de la oposición” con España y pone como ejemplo el papel desempeñado esta semana por Feijóo en la previa del Consejo Europeo.
El presidente del PP viajó a Bruselas para cuestionar la reforma del sistema de pensiones aprobado por el Gobierno con el aval de los sindicatos y el visto bueno de la Comisión Europea, un modelo que por primera vez garantiza la sostenibilidad de la jubilaciones mediante una subida de los ingresos y no con un recorte de las prestaciones, como era habitual hasta ahora. Feijóo no sólo ha calificado de “chapuza” el real decreto aprobado por el Consejo de Ministros que convalidará el próximo jueves el Congreso de los Diputados, sino que puso en valor el modelo con el que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha aumentado en dos años la edad de jubilación y provocado un estallido social en las calles de Francia. Las declaraciones han dejado ojiplático al Gobierno español, pero también a los mandatarios europeos. Hasta el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, ha tenido que reclamar al jefe de la oposición que tuviera un “diálogo constructivo” ante el plan de recuperación español.
El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, fue incluso más lejos al tachar de “torpeza infinita” la actitud de Feijóo, de quien dijo “no se le puede sacar mucho de casa”. “Su deslealtad y su falta de patriotismo superan a la de Pablo Casado”, remachó después el propio Sánchez desde la capital belga.
Lo cierto es que, más allá de las incertidumbres financieras, el éxito cosechado por el Gobierno en Bruselas con la reforma de las pensiones, el fracaso de la moción de censura impulsada por Vox contra Sánchez y la agenda exterior del presidente han pinchado el globo del relato de una derecha que esta misma semana clamaba por unas elecciones anticipadas y hablaba en el Parlamento de un Gobierno “agónico”.
La moción de censura, lejos de tumbar al Ejecutivo, le ha servido a Sánchez como balón de oxígeno en un momento en el que las relación entre sus socios era mucho más que tensa. La Moncloa cree que, además de haber sido un “éxito sin paliativos”, la jornada sirvió para hacer balance de la acción de gobierno, retomar la iniciativa política y visualizar, con el tándem Sánchez-Díaz, que la coalición tiene “solvencia, proyecto y futuro”. Y todo frente a un Feijóo que “claramente se equivocó” con una abstención que ata “definitivamente su destino” a Vox.
Mientras el líder de la oposición languidece y se acobarda ante los ultras de Abascal, la reforma de las pensiones reconstruye la hasta ahora malhadada unidad de la coalición y la paz social, además de recibir todos los parabienes de Bruselas. “Es la guinda del pastel para el final de una legislatura en la que el gobierno progresista ha llevado al BOE gran parte de las reivindicaciones que la gente reclamaba en la calle hace diez años”, se vanaglorian en la Presidencia del Gobierno.
En las filas socialistas defienden que esta semana el Gobierno retoma el vuelo frente a un Feijóo “difuminado, ausente, incómodo y adosado a Vox, que reaparece en Bruselas para hacer el ridículo” ante todos los socios europeos. “La ultraderecha ha hecho el ridículo en España con la moción fake de Tamames y la derecha ha hecho el mismo ridículo en Bruselas”, subraya otro destacado socialista.
Lo que no está claro es que esa desenvoltura y fascinación de Sánchez por la acción exterior, ya sea en Europa o más allá de sus fronteras, pueda traducirse en un revulsivo electoral para una izquierda hoy aún desmovilizada. Y así lo admiten en el sanedrín de Sánchez: “Si la pregunta es si la agenda internacional suma tres puntos en intención de voto la respuesta puede ser no, pero al final del día todo suma, también que los españoles sepan que este Gobierno pinta algo en el resto del mundo y que el presidente además hoy puede estar en Pekín para conocer de primera mano una propuesta de paz para Ucrania y al siguiente, pisando territorio nacional reunido con las asociaciones del sector de la automoción para acelerar la movilidad eléctrica”.
Pese a los malos augurios de la derecha política y mediática, los socialistas están seguros de que “el Gobierno avanza” y de que el PP de Feijóo cada día traslada a los españoles la imagen de un “partido cenizo que quiere que todo vaya mal”, que necesita “cada día más a la ultraderecha” y que “no sabe cómo salir de su propio laberinto”. De ahí la estrategia monclovita de poner en valor no tanto una unidad de la coalición con Unidas Podemos, que no es tal, sino el tándem Sánchez-Díaz frente a Feijóo-Abascal.
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