Feijóo sigue la estela de la derecha en Europa y supedita el medio ambiente a los intereses económicos
Primero la economía y, después, el medio ambiente. Primero el sector agroalimentario y, después, las políticas ambientales. Es una de las conclusiones que se extrae del programa electoral con el que Alberto Núñez Feijóo concurre a las elecciones generales del 23 de julio. Sigue así la estela del Partido Popular Europeo, que se ha rebelado contra la agenda verde impulsada por la Comisión Europea, a pesar de estar mandatada por Ursula von der Leyen, de su misma familia política. En plena revuelta agraria en media Europa, algunos países, como Francia, y la derecha europea –el PP y una parte de los liberales– se acerca a la ultraderecha contra las políticas encaminadas a luchar contra la emergencia climática.
“Trabajaremos para racionalizar los objetivos y flexibilizar el calendario de aplicación del Pacto Verde Europeo y de la estrategia europea 'De la Granja a la Mesa', impulsando por medidas que sean realizables y sin marcar objetivos inalcanzables”, recoge el apartado del programa electoral de Feijóo dedicado a “fortalecer y proteger el sistema agroalimentario y el medio ambiente”. Los conservadores que pilota el alemán Manfred Weber han defendido una moratoria de dos años en algunas de las iniciativas pendientes de la agenda verde impulsada desde Bruselas.
En esa misma línea se encamina el PP español en su programa, en el que supedita la política ambiental a la agrícola, que tiene primacía a lo largo de todo el apartado. Da una pista de las intenciones de Feijóo si llega a La Moncloa. Los anteriores gobiernos conservadores han tenido el medio ambiente como un epígrafe del Ministerio de Agricultura y Pesca.
“Desarrollaremos políticas ambientales desde la triple perspectiva de la sostenibilidad (ambiental, económica y social), que nos permitan realizar una adecuada gestión de nuestros recursos hídricos, afrontar la protección de la biodiversidad y nuestro rico patrimonio natural, el adecuado aprovechamiento de nuestros recursos, una gestión forestal sostenible de nuestros montes, la protección del litoral y el impulso de la economía circular, garantizando la óptima calidad de vida en nuestras ciudades”, señala el documento del PP, que se caracteriza por la imprecisión generalizada de sus propuestas.
Rebelión en Europa contra la ley para recuperar ecosistemas
Pero la apuesta de Feijóo no es sino un reflejo del rumbo que ha emprendido el Partido Popular Europeo. Más allá de pedir un receso en la política ambiental en plena emergencia climática, los conservadores han puesto en riesgo la ley de restauración de la naturaleza, una de las claves de la agenda verde impulsada por la Comisión Europea. La maniobra de Weber, secundada por la mayoría de su grupo parlamentario a excepción de quince eurodiputados (ninguno de ellos español), buscaba tumbar la iniciativa de Bruselas que persigue recuperar un 20% de los ecosistemas dañados hasta 2030 y la totalidad a mitad de siglo.
Al igual que la extrema derecha, la cúpula del PPE sostiene que esa norma pone en riesgo la seguridad alimentaria, en contra del criterio de la Comisión Europea de Ursula von der Leyen, con la que han marcado distancias a las puertas de las elecciones europeas. Los conservadores creen que la alemana ha defendido más los intereses de los socialdemócratas y los liberales, que la apoyaron como jefa del ejecutivo comunitario.
Pero las fuerzas del PPE, la extrema derecha y una parte de los liberales no han sido suficientes y la Eurocámara ha salvado por un puñado de votos la ley, que ahora seguirá su tramitación con la negociación a tres (Parlamento, Consejo de la UE y Comisión).
La ley de restauración de la naturaleza también pasó el filtro de los 27 con una enorme división: Italia, Polonia, Finlandia y Suecia votaron en contra, y Holanda y Bélgica se abstuvieron. Algunos de los países que habían expresado dudas, como Irlanda, Dinamarca, Austria o Rumanía, acabaron apoyando un texto descafeinado respecto a la propuesta inicial al reducir plantear que los estados miembros pongan medidas para que el 30% de los hábitats amenazados estén recuperados en 2030 en términos generales y no por cada tipo de hábitat (terrestres, costa, marino y ríos).
La ambición de la política ambiental es uno de los grandes debates que recorre la UE, cuando la subida de los precios y el impulso a nuevas medidas están afectado al sector agrícola, que está en pie de guerra en medio continente. Las protestas han llegado incluso a la capital comunitaria con el bloqueo de cientos de tractores en la inmediaciones de las instituciones comunitarias.
Energía nuclear, caza de lobos y riesgo en el litoral
Más allá del equilibrio con el sector agroalimentario, la política medioambiental del PP supone un retroceso. Por ejemplo, plantea la extensión de la vida de las centrales nucleares. Materializarla requeriría de una rebaja de los gravámenes que, según las propietarias de las centrales, les aboca a pérdidas. Esa prórroga nuclear dejaría menos hueco a la generación renovable. Esto multiplicaría las paradas de instalaciones de energía limpia si la demanda no acompaña, informa Antonio M. Vélez.
También plantea una marcha atrás al plantear recuperar la legislación anterior a 2021 respecto a la caza del lobo. Es, junto a la propuesta de facilitar supuestos proyectos de absorción de dióxido de carbono, una de las pocas iniciativas concretas que recoge el programa de Feijóo en materia medioambiental.
El documento también recoge cambios que amenazan el litoral, actualmente protegido por un reglamento de Costas que acota las ocupaciones privadas del dominio público del litoral a 75 años “incluidas las prórrogas” tras la amnistía para construcciones de la reforma legal de Rajoy en 2013. “La nueva regulación de la franja litoral estará orientada a ofrecer seguridad jurídica a las instalaciones presentes en esta zona y a las distintas administraciones implicadas en su gestión. Con este fin, se regularán las actividades humanas en el litoral para garantizar un aprovechamiento sostenible de sus recursos y el buen estado de los ecosistemas costeros desde una triple perspectiva: ambiental, social y económica”, señala el texto.
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