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Rosa Díez, poco antes de que UPyD cayera en la irrelevancia: “El partido soy yo”

Rosa Díez y Albert Rivera durante las frustradas negociaciones para cerrar un pacto

Carmen Moraga

Mientras Rosa Díez sigue con la promoción de su libro Los aventureros cuerdos, ocho años de rebelión magenta, en el que ofrece su particular visión de la historia de UPyD, otra versión sobre el auge y la caída del partido acaba de ver la luz, esta vez de la mano del que fuera su jefe de Gabinete, Francisco Jerez.  Bajo el título Engaños y desengaños de un partido emergente (Editorial Guante Blanco), Jerez cuenta en primera persona los entresijos de la crisis que llevó al partido magenta hasta la irrelevancia y a ser fagocitado finalmente por Ciudadanos. Según cuenta, la fundadora de UPyD, al verse contra las cuerdas, llegó a sentenciar: “El partido soy yo. No se quieren dar cuenta de que si acaban conmigo, acaban con el partido”. 

Francisco Jerez hace un repaso de los buenos momentos que vivió la formación hasta que llegó su declive y estalló la crisis interna, desatada con toda su virulencia a raíz de la dura carta publicada en el diario El Mundo, por el portavoz en el Parlamento Europeo, Francisco Sosa Wágner, que acabó abandonando UPyD. La carta desató un rosario de reacciones y una airada respuesta, también epistolar, de la diputada Irene Lozano, por entonces aún fiel a Rosa Díez.

El autor es duro con Sosa y los eurodiputados que abogaron por buscar vías de entendimiento con el partido de Albert Rivera, sobre todo por las reacciones que tuvieron al ver frustrados sus deseos, que, a su juicio, “dejaban por los suelos la bajeza moral”. “Hemeroteca en mano, quedó claro que iban de 'intelectuales consagrados' en busca de una jubilación millonaria”, afirma.

El momento de mayor tensión llega cuando pierden las elecciones. “Esa semana, coincidimos en su despacho Andrés (Herzog), NFC, Rosa y yo. Recuerdo aquella reunión por escuchar de boca de Rosa la mayor verdad que se podía decir de todo lo acontecido hasta el momento. Recuerdo que mientras comentábamosla situación, en un momento de debilidad me vine abajo, viendo cómo se atacaba a Rosa por todos los flancos y cómo el proyecto se esfumaba. Durante el análisis de Rosa, posiblemente fruto de la debilidad, pronunció una frase épica: 'El partido soy yo'. No se quieren dar cuenta de que si acaban conmigo, acaban con el partido'. Acabamos al rato la conversación, pero analizándola después me di cuenta de que el éxito y desarrollo de UPyD estaba ligado y condicionado a su figura”, reconoce su exjefe de gabinete.

En otro momento narra cómo, tras el fracaso electoral, Díez convocó a los empleados en la sede del partido. “Compartió una prolija reflexión sobre la situación en la que nos encontrábamos e intentó insuflar ánimos al equipo. Me dediqué a observar la cara de cada uno de los que estaban enfrente. Una frase que dijo ya estaba en los medios de comunicación: ”Creamos un partido para Dinamarca en España“, y sentenció el discurso con la clásica de ”sangre, sudor y lágrimas“ (de Winston Churchill). Me quedé patidifuso. No fui el único. Diría que una gran cantidad de presentes estaban totalmente desorientados en ese momento”, relata Jerez.

El libro se ocupa de esas negociaciones con Ciudadanos y el autor no duda en admitir que los de Albert Rivera “nos ganaron la batalla, sin importar la intención de la misma. C's ascendía al tablero nacional como novedad, a pesar de los diez años de existencia”. “El 20 de noviembre de 2014, en el hotel Eurobuilding, se rompieron las negociaciones. Nadie entendió nuestro posicionamiento”. “Ciudadanos se presentó ante la sociedad como un caballo ganador por haberlo intentado hasta cuatro veces”, lamenta Jerez, que marca luego las diferencias que les separaban de Ciudadanos.

“Discrepábamos en temas fundamentales como el modelo de Estado, la asunción de competencias por parte del Estado de la sanidad o la educación, etc. Ellos se centraban en el marketing mientras nosotros en la tarea institucional. Como ejemplo, Albert Rivera apenas había presentado una pregunta parlamentaria en el Parlament mientras Rosa superaba las 1.300 escritas”.“Además -añade-, contaba con la singularidad de que el factor vasco que favorecía a UPyD en los últimos años con el alto el fuego de ETA, había menguado en el panorama político para centrarse en el proceso secesionismo catalán en el que Ciutadans era un referente con peso”.

Para el que tiene buenas palabras es para Toni Cantó, que renunció a su candidatura a la Generalitat Valenciana y dejó UPyD después de haber sido el abanderado de la rebelión contra Rosa Díez, junto con Irene Lozano. “Siempre dijo lo mismo, abogó por la estrategia de llegar a pactos con Ciudadanos y aprovechar para hacer valer nuestro programa y nuestros cuadros de gente formada. Como estratega, se quedó en minoría leal y, si le hubiéramos hecho caso, otro gallo magenta cantaría. Como personaje político, era un trabajador nato, entusiasta y positivista, aprendiz continuo, dispuesto y consciente de sus limitaciones. De los únicos en UPyD que llegaban a un tipo distinto de votante”.

Con Irene Lozano no es tan comprensivo. Considera que la exdiputada magenta y posterior parlamentaria del PSOE, no fue “leal” e incluso se comportó a ojos de muchos como una “traidora” al recalar en las filas socialistas junto a Zaida Cantera. “Fueron meses agónicos. Por otro lado, se vieron las miserias del comportamiento del ser humano con un coste de aprendizaje único. Malos que se volvieron buenos, y buenos, malos”, concluye el exjefe delgGabinete de la fundadora de UPyD, que el pasado mes de febrero se dio de baja, al igual que el que fuera su sustituto, Andrés Herzog. Tras el portazo, los dos pidieron la disolución del partido “para evitar que se entierre o pervierta” su legado y para poder alumbrar en un futuro “otro proyecto político”.

El dirigente vasco Gorka Maneiro, ha continuado con el proyecto y UPyD peleará nuevamente el 26J por sacar representación electoral.

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