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El PSOE confía en que se rebaje la tensión en Catalunya para evitar que le pase factura a Sánchez el 10N

Pedro Sánchez durante su comparecencia tras el Consejo Europeo.

Irene Castro

Moncloa veía en Catalunya una oportunidad para remontar las encuestas del 10N, que permanecen estancadas para el PSOE. El equipo de campaña de Pedro Sánchez remitía a la exhumación de Franco y a la sentencia del procés como los revulsivos que necesitaban. La estrategia pasa por convertir al independentismo en el enemigo a batir el 10 de noviembre, igual que el pasado 28 de abril el reclamo para combatir la abstención era frenar a la ultraderecha de Vox.

Sin embargo, con las calles de Catalunya incendiadas con disturbios retransmitidos en directo cada noche desde hace varios días, en las filas del partido cuestionan esa previsión, aunque confían en que la tensión vaya rebajándose durante los próximos días para que no perjudique electoralmente a Sánchez.

Tras cinco noches de altercados retransmitidos minuto a minuto por los medios de comunicación, Gobierno y PSOE contienen la respiración conscientes de que el conflicto territorial nunca ha beneficiado a las fuerzas progresistas. “Lo de Catalunya no le va bien a la izquierda, le va bien a la derecha”, resume un diputado socialista. “Estos elementos dividen a nuestro electorado. La mayor parte piensa que hay que hacer esto y lo apoya, pero hay otra parte a la que no le gusta”, resume un alto mando de Ferraz sobre las imágenes de cargas policiales.

Nadie cuestiona la estrategia de Sánchez, que consiste por ahora en mantener la “moderación” frente a la sobreactuación de PP y Ciudadanos, que exigen medidas extraordinarias como la activación de la Ley de Seguridad Nacional o el artículo 155 de la Constitución. “Lo estamos haciendo bien, es lo único que puedes hacer”, resume esa misma fuente, que reconoce que en el partido son conscientes en todo caso de que el conflicto catalán no beneficia al PSOE: “Nadie en el partido piensa que esto vaya a salir bien bien electoralmente”.

A pesar de que en Ferraz y Moncloa emiten señales de tranquilidad y control, la resignación se apodera de un partido que cruza los dedos para que la violencia vaya disipándose en los próximos días.

“Creo que es un acierto mantener la calma”, dice un miembro de la Ejecutiva, que considera que no se dan las circunstancias legales para actuar de otra manera e incluso aventura que, si se aplacan los ánimos, Sánchez puede salir reforzado por “aguantar el tirón” frente a Pablo Casado y Albert Rivera, que reclaman medidas que, su juicio, no responden a la situación actual dado que existe buena coordinación con los Mossos d'Escuadra, que dependen de la Generalitat, y no se ha producido un quebrantamiento de la legalidad por parte del Govern.

Temor a que la derecha gane terreno

No obstante, este dirigente subraya que la duración de los altercados es clave: “Si sigue, puede ser más problemático”. “Si la semana que viene esto se reconduce, no tiene por qué afectar”, coincide un miembro del Gobierno sobre el futuro electoral del PSOE, ante un PP que está remontando a costa de Ciudadanos.

“Cualquiera que pensara que Catalunya podía ser un revulsivo es un loco carioco. Esto es una ruleta rusa”, expresa un destacado dirigente regional, que cree que una semana de disturbios retransmitidos “24 horas deja un rastro difícil de borrar” a menos de dos semanas de que arranque formalmente la campaña, además de que “rearma a la derecha”, que siempre tendrá un “relato” crítico con el Ejecutivo. “Si esto sigue así un par de semanas, incluso aunque haya picos de intensidad y bajadas, el trifachito suma”, advierte otro dirigente territorial.

El temor a que la violencia en la calle se prolongara lo expuso uno de los secretarios de Organización que acudió el pasado martes a una reunión convocada en Ferraz. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, uno de los hombres fuertes del partido, reconoció que era un riesgo, pero se mostró optimista. En el Gobierno sostienen que la reacción que se está viviendo en Catalunya estaba en sus previsiones. “Nada nos va a pillar de imprevisto”, dice otro ministro, que también confía en que la tensión “baje cuanto antes”.

A pesar de que el debate interno ha desaparecido prácticamente en el PSOE tras el triunfo de Sánchez en las primarias, en ese encuentro otro de los responsables de Organización de una de las federaciones cuestionó la estrategia diseñada por el Comité Electoral –con la participación del jefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo–, basada en atraer a los votantes moderados bajo el prisma de la necesidad de que haya Gobierno. Basar la campaña en la estabilidad es un error a juicio de algunos dirigentes socialistas, que consideran que no es un elemento movilizador de su electorado. “El partido no entiende este planteamiento centrista”, zanja un buen conocedor de las federaciones del PSOE.

En las filas socialistas asumen que el resultado del 10N será similar al obtenido hace seis meses. Un pensamiento extendido en el partido es que es mejor acudir a las urnas con esas perspectivas que haber enfrentado esta situación en Catalunya con un Gobierno de coalición con Unidas Podemos. “Les habríamos tenido estos días diciendo que la sentencia es injusta. No se podía tener un Gobierno con ellos al albur de los independentistas”, dicen fuentes próximas a un presidente autonómico. Solo algunos situados en el ala más izquierdista del partido cuestionan que no se hiciera más por evitar la repetición electoral.

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