Sánchez y Scholz muestran la nueva “sintonía” de España y Alemania pese a discrepancias en debates que marcarán el futuro de la UE
Adiós austeridad, hola socialdemocracia. Es el mensaje que desde hace meses lanza Pedro Sánchez ante la distinta respuesta que la UE dio a la crisis financiera de 2008 frente a la que deja la pandemia. Los fondos europeos, con los que el Gobierno pretende tener una inyección de 140.000 millones de euros en los próximos años, y la victoria de Olaf Scholz en las elecciones de Alemania avalan, para Sánchez, esa tesis. Y en ese marco se produjo su primer encuentro con el canciller en Moncloa. Los dos quisieron dejar clara la “sintonía” entre los países y entre ellos y eludieron al máximo los conflictos, pero las diferencias de criterio en asuntos como la negociación del Pacto de Estabilidad o en materia energética son algunas trabas en la conformación de un nuevo eje.
Si hace una década España veía a Alemania como el hermano mayor que daba las órdenes sobre el funcionamiento de la economía, la intención ahora es recuperar una relación de ‘tú a tú’ aprovechando su hermandad partidista. “Constatamos que hoy iniciamos una nueva etapa en nuestra colaboración a nivel europeo. El pasado ha demostrado que España y Alemania han logrado grandes cosas cuando hemos ido de la mano. Hoy ponemos esta sintonía al servicio de una mayor ambición para la UE”, solemnizó Sánchez en su intervención inicial en la rueda de prensa celebrada en la escalinata del Palacio de la Moncloa.
Esos nuevos lazos se traducirán en la celebración de una cumbre hispano-alemana en el primer semestre de este año. “Ha sido el primer día de trabajo de los muchos que van a venir”, ha pronosticado el presidente. Para España la economía alemana es una fuente importante: es el segundo cliente comercial y el principal suministrador, con más de 1.325 empresas alemanas instaladas en España y alrededor de 260 españolas con intereses en los sectores de la automoción, construcción, infraestructuras, energías renovables y gestión del agua en Alemania, además de los once millones de alemanes que hacían turismo antes de la pandemia.
Pero más allá de esos intereses económicos y de esa sintonía que ambos mandatarios han explicitado, hay discrepancias en debates clave que marcarán el futuro de la UE. Uno de ellos es la flexibilización de las reglas fiscales, en la que Sánchez tiene una posición más cercana a la de Francia e Italia, cuyos gobernantes, Emmanuel Macron y Mario Draghi, apuestan por reformar el actual Pacto de Estabilidad para incrementar el gasto público frente a la posición de Scholz, que ve con buenos ojos ese acuerdo aunque evitó ser taxativo en su comparecencia junto a Sánchez, que, por su parte, no ha querido situarse en ningún “bloque”.
“Las reglas fiscales actualmente suspendidas [dijo Sánchez sobre la anulación temporal hasta 2023 de las limitaciones al déficit y a la deuda públicos al 3% y al 60% del PIB, respectivamente] son demasiado complejas y difícilmente cumplibles en el contexto de la pandemia”. El presidente del Gobierno aseguró que es “importante reformarlas” en base a la necesidad de apostar por la transición ecológica y la transformación digital “al tiempo” que se garantiza “la sostenibilidad de las finanzas en el medio plazo”. Scholz no quiso entrar en ninguna concreción, pero se mostró partidario del Pacto de Estabilidad: “Nos ha dado el marco necesario para el fondo de recuperación. La mayor parte de estos fondos todavía no se ha desembolsado, nos acompañará en los próximos años y podremos dar respuesta a las tareas del futuro”. “Para Alemania está claro que queremos seguir construyendo sobre las experiencias del pasado y hemos sido capaces de hacerlo posible”, agregó el canciller, cuyo ministro de Finanzas es del partido liberal.
Otro de los temas que está sobre la mesa en el seno de los 27 es la reforma del mercado energético. Scholz evitó contestar si su acceso a la cancillería iba a suponer un cambio en el rechazo de Alemania a la propuesta de España de comprar conjuntamente la energía para conseguir mejores precios en el mercado mayorista ante el alza que ha ido marcando récords históricos.
Fue Sánchez el que admitió que hay discrepancias, e insistió en la negativa de España a aceptar la energía nuclear y el gas natural como energías sostenibles tal y como planteó la Comisión Europea. “Lo que he compartido con el canciller es que, en el debate relativo a la taxonomía, España va a tener un debate constructivo, pero consideramos que la taxonomía tiene que ser plenamente verde” expresó el mandatario español. Alemania sí quiere contabilizar el gas, del que tiene una importante dependencia, aunque no profundizó en el asunto, pero no la energía nuclear. “En la actualidad tenemos grandes retos, precios para las materias primas y el gas que son inéditos. Esto puede durar un tiempo, es importante que nos ocupemos de esta cuestión y de forma conjunta actuemos juntos y continuemos lo que ambos países hemos empezado, es decir, por optar por la ampliación de las energías renovables que nos dan independencia y son la base del aprovisionamiento con energía asequible para el futuro”, se limitó a contestar.
Pese a la celebración del Gobierno de España de la victoria socialdemócrata en Alemania –“Europa está viviendo un auténtico momento socialdemócrata”, expresó el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en una entrevista en elDiario.es–, su peso en las instituciones europeas no tiene esa traducción. Tras el fiasco de la candidatura de Nadia Calviño para presidir el Eurogrupo, el ‘sí’ de los socialistas europeos, junto a los conservadores y liberales, convertirá a la antiabortista Roberta Metsola en presidenta de la Eurocámara.
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