30 especies de aves se juegan cinco puestos para salvar sus plumas de los perdigones

Raúl Rejón

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El examen ya está en marcha. 30 especies de aves cuyo estado de conservación es “no seguro” están jugándose las plumas. Un grupo de científicos evalúa para la UE si el nivel de caza que soportan es “sostenible o insostenible” para que, luego, los Estados Miembro escojan de tres a cinco candidatas para unirse a un modelo de recuperación como el de la tórtola, que implica –cuando menos– frenar la caza de ejemplares.

Tras el análisis de las 15 primeras variedades –que fue entregado al Grupo de Trabajo de Recuperación de Aves el pasado 28 de junio– cuatro especies presentan niveles de caza insostenibles. Los científicos dan prioridad para que sean seleccionadas y “posibilitar así la recuperación de la población” al porrón común (Aythya ferina) y el silbón europeo (Mareca penelope).

El primero es el ánade buceador por excelencia en España, el más abundante y extendido, según indica la SEO-Birdlife. Se trata de una especie cinegética en Andalucía, Comunidad Valenciana, La Rioja, Vizcaya, Gipuzkoa, Galicia, Mallorca y Menorca, según las órdenes de veda de esta temporada. El segundo se trata de un pato que pasa el invierno en los humedales españoles y, esta temporada, está permitido cazarlo en Castilla y León, Andalucía, Comunidad Valenciana, Aragón, Mallorca, Menorca, La Rioja, Cantabria, Asturias y las Terres de l'Ebre (Tarragona).

A la vista del informe, en el que participa el Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC), la Comisión Europea recomienda en ambos casos “no cazar hasta que se haya puesto en marcha su plan de gestión”. Y que ese plan establezca un “nivel de caza sostenible antes de abrirse la temporada”. Medidas similares a las adoptadas con la tórtola.

Las otras dos especies con alta probabilidad de estar sufriendo sobrecaza, según la documentación remitida, son el ánade rabudo y el cuchara común –ambos también son patos y cazables en diferentes zonas de España–.

En España se cazan al año más de 188.000 aves acuáticas y anátidas, entre las que están estas cuatro variedades, según los últimos datos de la Estadística Anual de Caza del Ministerio de Agricultura.

Segunda evaluación y decisión en diciembre

Estas cuatro aves son, pues, “potenciales candidatas para desarrollar mecanismos de caza adaptativa para asegurar que su explotación es compatible con el objetivo de conservación y recuperación”, explican los científicos. Esos mecanismos son una herramienta que sirve, por ejemplo, para asignar cupos máximos por país.

Pero, como el plan es que se implemente esa medida para un mínimo de tres y un máximo de cinco especies y, aún quedan por evaluar otras 15 (deberían estar para diciembre de 2024), el análisis incluye una recomendación sobre el grado de prioridad que cada pato merece a juicio de los técnicos. Y ahí, los que han salido ganando son el porrón y el silbón. El siguiente paso, informa este documento, será “la puesta en marcha de un mecanismo de gestión de caza para ambas especies junto a otras medidas entre las que se incluye su hábitat”.

Este proceso de examen y cribado nació al comprobar en 2021 el grupo de expertos europeos de las directivas de Aves y Hábitats que el 40% de las especies cinegéticas de Europa presentaban un estado de conservación preocupante. A partir de ahí, se encargó este análisis que deberá terminar en planes concretos.

El porrón común está calificado como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza tanto a nivel global como en Europa. En el continente se cree que su población reproductora ha caído un 30% en 16 años “y se sospecha que continúa en declive”. La recomendación de los evaluadores es “priorizar la implementación de un plan de gestión para regularizar la caza”.

Para el silbón se estima que su población a nivel europeo ha caído un 50% en 12 años. “Investigaciones recientes muestran que la estructura de población se ha degradado en cuanto a edad y ratios por sexo”, añade el reciente análisis científico. El examen para la UE indica una probabilidad entre moderada y alta de que haya “niveles de caza insostenible” tanto en la ruta migratoria que incluye el Mediterráneo como la del norte de Europa. “Esto implica que la cantidad de ejemplares que se cazan debería gestionarse y, quizás, reducirse para hacerla más sostenible”, concluye el documento remitido al grupo de trabajo.

En el caso del ánade rabudo los examinadores proponen “una prioridad más baja”, aunque añaden que “puede considerarse, como un primer paso, introducir medidas para reducir la presión de la caza” (incluso establecer cuotas) de acuerdo “con el principio de precaución”. Para el cuchara común se incorpora una conclusión similar “hasta que se reúna más información”.

En este sentido, la dirección general de Medio Ambiente de la CE sugiere como respuesta a corto plazo “reducir, al menos, en un 50% las capturas para la población del noroeste del ánade rabudo” y también rebajar a la mitad las del cuchara común “hasta tener una evaluación” de ambos.

Preocupante falta de información

Porque este equipo de investigadores ha advertido de que, más allá de la discusión sobre estas cuatro especies y su designación como prioritarias, todas las evaluaciones vienen lastradas “por la pobre calidad de los datos”. Y subrayan: “Es una causa de preocupación porque el tamaño de la población y la cantidad de ejemplares cazados pueden estar infraestimados cuando solo una parte de estas está en dentro de la Unión Europea”. Es decir, no se conoce qué ocurre en otros sitios.

También reprochan que las estimaciones del nivel de caza son muy heterogéneas según los estados de la Unión. “La precisión de los datos es cuestionable en algunas ocasiones y en algunos países sesgada a la baja”. Por eso insisten en que estos informes deberían ser tomados como “preliminares porque la calidad de la información puede ser muy mejorada”.