Un análisis genético pionero muestra cómo el ser humano logró sobrevivir a la última glaciación en Europa
Los humanos modernos llegaron a Europa hace unos 45.000 años. Vivieron como cazadores-recolectores en épocas difíciles, como el Último Máximo Glacial (la época de máxima extensión de las capas de hielo, hace entre 25.000 y 19.000 años). Los arqueólogos conocen las distintas culturas que surgieron en esa época por los artefactos que dejaron tras de sí, pero la escasez de fósiles humanos significa que se sabe poco sobre los movimientos e interacciones de los propios humanos que vivían en condiciones especialmente hostiles.
Los análisis de datos genómicos publicados esta semana en Nature y Nature Ecology & Evolution revelan los movimientos detallados de los antiguos europeos. Los hallazgos arrojan luz sobre la historia genómica y la suerte cambiante de las poblaciones desde el Paleolítico Superior hasta el Neolítico, indican los investigadores en una nota de prensa.
En el artículo publicado en Nature, Cosimo Posth y sus colegas analizaron los genomas de 356 antiguos cazadores-recolectores, incluidos los nuevos datos genómicos de 116 individuos de 14 países de Eurasia occidental y central, datados entre hace 35.000 y 5.000 años.
Una ascendencia desconocida
Identifican una ascendencia desconocida hasta ahora, en individuos de Europa occidental asociados a la cultura Gravetiense, que sobrevivió durante el Último Máximo Glacial en individuos del suroeste de Europa y se extendió hacia el noreste con la expansión de la cultura Magdaleniense después de este periodo.
Por el contrario, en el sur de Europa se produjo un reemplazo de la población local durante el Último Máximo Glacial, a medida que los ancestros asociados a la cultura epigravetiense penetraban en la península itálica, probablemente desde los Balcanes.
A partir de hace unos 14.000 años, una ascendencia estrechamente relacionada con estos individuos del epigravetiense se extendió por toda Europa, sustituyendo en gran medida al acervo genético del Magdaleniense.
El estudio ayuda a resolver un antiguo debate arqueológico sobre los orígenes y la propagación de la cultura magdaleniense a finales del Último Máximo Glacial. También sugiere que algunas culturas arqueológicas pueden haber surgido como respuesta al mestizaje, y que es más probable que otras estuvieran vinculadas a cambios ambientales, con o sin cambios genéticos asociados.
Una cueva de Granada
Un artículo independiente publicado en Nature Ecology & Evolution presenta datos genómicos de otros 16 individuos del sur de España, entre ellos un varón de 23.000 años de la Cueva del Malalmuerzo –en Granada– asociado a la industria solutrense.
Vanessa Villalba-Mouco y sus colegas descubrieron que este individuo de Malalmuerzo era portador de una ascendencia genética que vincula la ascendencia anterior asociada al Auriñaciense con la ascendencia asociada al Magdaleniense posterior al Último Máximo Glacial.
Este escenario de continuidad genética en el sur de España contrasta con la discontinuidad genética a ambos lados del Último Máximo Glacial señalada por Posth y sus colegas en Italia, lo que sugiere una dinámica de población diferente para los refugios del sur de Europa cuando los humanos vivieron los extremos de la última Edad de Hielo.
6