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ENTREVISTA
Jorge Casado

El capitán del Rayo Majadahonda: “Es alucinante, parece que quien recibe insultos racistas es el culpable”

Jorge Casado, capitán del Rayo Majadahonda.

Raúl Rejón

1 de abril de 2024 22:53 h

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Un equipo modesto de 1ª RFEF –la tercera división del fútbol español– ha dicho basta a los insultos racistas casi siempre impunes que se escuchan en los campos cada fin de semana. El Rayo Majadahonda se negó a continuar su partido contra el Sestao River el pasado sábado después de que su portero Cheick Sarr saltara a la grada desde el campo para encararse con quienes le gritaban insultos como “negro de mierda” o “mono”, según refleja el acta arbitral del encuentro.

El caso –que investiga la Ertzaintza– se produjo durante un fin de semana futbolero en el que el entrenador del Sevilla, Quique Sánchez Flores, calificó de “aberrante” que le gritaran “gitano” a modo de insulto en el estadio del Getafe. En el mismo partido, el jugador de su equipo Marcos Acuña tuvo que soportar que le llamaran “mono”:

El altercado en Sestao obligó a parar el partido y derivó en que el capitán del equipo, Jorge Casado –un veterano que ha pasado por el Real Madrid, el Betis o el Zaragoza–, se negara a que el Rayo siguiera jugando. 48 horas después, lo único que parece claro es que los principales perjudicados van a ser Sarr –a quien le pueden aplicar una sanción de entre cuatro y ocho partidos– y el propio club majariego. “Es alucinante”, reflexiona Casado en conversación con elDiario.es: “Parece que la persona agredida es la culpable de todo”.

Los insultos racistas se escuchan a menudo en campos de Primera y Segunda, en los que hay muchas cámaras y observadores. ¿Puede haber una situación preocupante en otras categorías que pasa inadvertida?

Seguramente, pero como en esta categoría no hay medios, no se ve... De todas formas, no hace falta que haya cámaras para demostrarlo; basta con que la persona que está al lado de alguien que propina esos insultos, lo denuncie. Estas cosas no se pueden permitir porque lo único que ocurrió este sábado es que una persona estaba jugando su partido. Estaba haciendo su labor y le insultaron y le increparon. Eso no se puede consentir.  

Dos días después, ¿cómo está Cheick Sarr?

Es una situación muy difícil. Fíjate lo que se está montando por cuatro bobos, pero él es una persona muy alegre y súper positiva y, la verdad, está viniendo a los entrenamientos con una sonrisa.

¿Y el resto de la plantilla?

A nosotros más nos vale estar centrados ya en el próximo partido e intentar zanjar esto. Aunque, bueno, va a ser un tema que va a estar ahí mucho rato.

¿Cómo reaccionó el equipo cuando vio lo que estaba pasando con Sarr en la grada?

Cuando me di la vuelta me sorprendió bastante ver que en la grada había una especie de acumulación de gente. Entonces salimos corriendo. Al llegar todos los compañeros, lo primero que hice fue alejar a Sarr de allí para para evitar males peores, porque habían empezado a acumularse más aficionados de ambos equipos. Saqué a Sarr y mis compañeros intentaron mediar. Luego vino la decisión del árbitro y todo lo demás.

Tenía claro que no se iba a jugar. Me daba igual que nos hubieran obligado a , por protocolo, salir a pisar el campo. Yo le dije a mis compañeros que la decisión era que nos quedábamos de pie sin jugar

¿Tuvo claro desde el principio que el partido no podía seguir?

Sí, sí. Por eso tomé la decisión. Tenía claro que no se iba a jugar. Me daba igual que nos hubieran obligado a, por protocolo, salir a pisar el campo. Yo les dije a mis compañeros que la decisión era que nos quedábamos de pie, sin jugar.

¿Intentásteis que fuera el árbitro el que suspendiera el partido?

Al salir del campo, me acerqué a hablar con él, que estaba en su vestuario –aunque los que estaban en contacto eran el vicepresidente y el delegado–. El árbitro me intentaba explicar cómo iban a transcurrir las cosas, pero yo le dije en todo momento que no íbamos a jugar el partido, que no se jugaba.

Usted tiene mucha experiencia y ha jugado en muchos clubes, campos diferentes e incluso otros países. ¿Es lo más fuerte que ha vivido en este sentido en un estadio?

Sin duda. Cuando jugaba en Grecia vi algunos episodios de invasión de campo por parte de las aficiones, pero en lo que afecta a futbolistas, sí, esto es lo peor.

Y, sin embargo, los insultos racistas desde la grada no son nuevos.

Esto siempre ha sido así. Siempre ha habido insultos. Basta con tirar de hemeroteca y ves que incluso antiguamente los presidentes hablaban de una manera muy fea de los jugadores 'de color'. Bueno, presidentes de todo el mundo y la prensa también ¿eh? Pero, insisto, para mí esto es lo más fuerte que he vivido.

¿Cree que la acción del Rayo Majadahonda puede servir como un antes y después para que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) aborde este problema?

Ojalá lo sea. Yo me siento orgulloso de la decisión que tomé y sobre todo de que fuera respaldada por mis compañeros y por parte del club. La volvería a tomar. Lo volvería a hacer sin dudarlo.

¿Se han sentido apoyados por el colectivo de los futbolistas?

Sí. Vinicius, el jugador del Real Madrid, publicó un comunicado. Y luego, a nivel personal, me han llegado muchos mensajes de compañeros de profesión y todo son buenas palabras y felicitaciones. Eso no quita para que haya odiadores, pero ocultos detrás de un nick y llamándonos oportunistas. Y fíjate, ¡menudo oportunismo! Tratar este tema como lo que es. Además, el máximo perjudicado va a ser, en primer lugar, Sarr y en segundo lugar, el club.

Un futbolista profesional que tiene un currículum intachable, que lleva cinco años en España jugando, que no ha tenido ningún problema con nadie, nunca va a reaccionar así por un simple insulto

Parece que de lo que más se habla es de cuántos partidos de sanción van a ponerle a Sarr y si el Rayo Majadahonda va a perder los puntos del partido.

Es sorprendente que la persona agredida verbalmente parezca el culpable de todo. Y que, como no hay audio de los insultos, pues la culpa es de él y de su reacción. Hay que tener dos dedos de frente: un futbolista profesional que tiene un currículum intachable, que lleva cinco años en España jugando, que no ha tenido ningún problema con nadie, nunca va a reaccionar así por un simple insulto. Vamos a pensar un poquito en eso.

Los insultos sí están reflejados en el acta arbitral, que es el documento que da fe de lo que pasa durante el partido.

Correcto. Está reflejado en el acta, pero el árbitro dice que con sus oídos no los escuchó. Ni el linier, ni nadie. Y en esta división no hay medios. Los partidos se graban con tres cámaras y no se pueden poner micrófonos detrás de las porterías. Así que el árbitro lo reflejó, pero dice que no lo escuchó. Al final va a ser la palabra de Sarr contra la del que gritó y la sección del público donde estaba. Es cierto que es Sarr el que escuchó los primeros insultos, pero cuando mis compañeros y yo nos acercamos los insultos seguían, eran continuos. Parece mentira que, al final, el culpable de todo esto vaya a ser Cheick Sarr.

El Club Sestao River lanzó un comunicado en el que reiteraba “su más absoluta condena contra el racismo y la violencia”, al tiempo que pedía “responsabilidad y rigor ante un tema muy delicado” y remataba: “Si se demuestran los presuntos insultos racistas, el Sestao River Club pondrá todos sus medios a disposición para colaborar con la justicia deportiva y depurar las responsabilidades de quien corresponda”.

No sé cómo recibisteis las palabras de Ángel Castro, presidente del club, que dijo que no hubo “ningún cántico a coro” y que la afición “jura que de ahí no ha salido nunca un grito racista”.

Qué puedo decir. A mí me sorprendieron incluso las primeras reacciones que tuvimos del personal de allí. Cuando nos fuimos, todavía hubo quien nos dijo que la culpa era de nuestro portero. Luego alguno empatizó y nos pidió disculpas.

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