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¿Ha sonado el despertador climático tras la DANA? España, ante un punto de inflexión

Operarios entre los desechos dejados por la riada en Paiporta (Valencia)

Raúl Rejón

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“Más nos vale que sea un punto de inflexión porque lo que sí estamos sobrepasando son los puntos de inflexión del planeta” –los umbrales críticos de los que no hay marcha atrás–. El diputado de Les Corts Valencianes Juan Bordera (Compromís) hablaba así solo unos días después de que una DANA devastadora se haya llevado 216 vidas en su comunidad. ¿Ha sonado el despertador climático en España?

Que España es un país vulnerable a los impactos que ya provoca el cambio climático (como la multiplicación de la fuerza de las DANAS) es una realidad científicamente contrastada desde hace años. Sin embargo, el país no ha sido ajeno a los discursos negacionistas y la dilación a la hora de adoptar medidas, no solo para mitigar las causas del calentamiento global, sino las decisiones con las que prepararse ante la nueva realidad climática.

“El cambio climático mata”, ha repetido este martes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la Cumbre del Clima de Bakú donde ha llevado el testimonio de la DANA mortífera para ilustrar “una realidad que ha pasado de los artículos académicos a nuestras televisiones y ventanas”.

“Para la sociedad estas inundaciones sí suponen un punto de inflexión”, reflexiona el catedrático de Análisis Geográfico de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina. “Porque es un golpe duro a la conciencia y muchas personas se han dado cuenta de lo que puede ocurrir cuando se construye en zonas inundables o cuando no se da una aviso a la población”.

Para la sociedad estas inundaciones sí suponen un punto de inflexión. Porque es un golpe duro a la conciencia y muchas personas se han dado cuenta de lo que puede ocurrir cuando se construye en zonas inundables o cuando no se da una aviso a la población

Jorge Olcina Catedrático de Análisis Geográfico de la Universidad de Alicante

Sin embargo, también desde el ámbito de la ciencia, el experto en desertificación (uno de los impactos climáticos más acuciantes en la península) del Instituto Ramón Margalef, Jaime Martínez Valderrama, no lo tiene tan claro: “No sé si esto será un antes y un después porque [la tormenta] Filomena podría haberlo sido u otras inundaciones anteriores, aunque no tuvieran este número de muertos”.

“Me sorprende que también se esté activando una defensa automática en otros sitios con la frase: 'esto aquí no puede pasar'”, confiesa este doctor en Ingeniería Agrónoma. “Creo que se sigue negando la mayor, es impresionante. Incluso hay quienes, al contrario, están utilizando esta DANA como punto de inflexión para negar el cambio climático diciendo que estos fenómenos siempre han ocurrido”.

“Es verdad que en lugares donde se han dado eventos muy traumáticos como la DANA, suele darse un punto de inflexión en la percepción, como pasó en cierta medida con la pandemia cuando vimos que se disparaba la preocupación por temas de medio ambiente relacionados con la salud”, reflexiona la polítóloga Cristina Monge. Aunque pide un poco de tiempo para ver cómo evoluciona ese sentimiento o percepción social: “Hay que esperar a ver cómo evoluciona”.

Hemos visto riadas menores que ya provocaban reclamaciones de acción climática, y si los gestores públicos quieren defender el interés general, la adaptación y las medidas para enfrentar los embates climáticos deberían estar en primera línea de la acción política

Javier Andaluz responsable de cambio climático en Ecologistas en Acción

En España, al menos en el plano teórico, la mayoría de la población considera que el cambio climático es un problema relevante que debe abordarse con alta urgencia. Una encuesta del Esade y la Universidad Carlos III de junio de 2022 reflejaba que los españoles le atribuían una importancia de 8,3 puntos sobre 10. Otra cosa era aceptar las medidas necesarias para atajarlo. La mayor parte rechazaba dificultar el uso de gasolina, del gasoil o el consumo de carne, por ejemplo.

“Hemos visto riadas menores –con menos impacto que esta última– que ya provocaban reclamaciones de acción climática”, cuenta el responsable de cambio climático en Ecologistas en Acción, Javier Andaluz. El ambientalista apostilla que “si los gestores públicos quieren defender el interés general, la adaptación y las medidas para enfrentar los embates climáticos deberían estar en primera línea de la acción política”.

La diputada de Sumar en el Congreso de los Diputados, Júlia Boada, recuerda que “cada fenómeno extremo que impacta en la población de manera traumática, pensamos que es el evento definitivo para un despertar masivo respecto el cambio climático, pero temo que no será así. Estos días hemos hablado poco de políticas de adaptación y mitigación y mucho de bulos y antipolítica”.

Facilitar la transición

Cristina Monge analiza que, “si hay cambio en la percepción ciudadana, también habrá más comprensión social cuando se pongan en marcha algunas de la medidas de la transición ecológica que hay que hacer y que podían generar rechazo o reticencia”. También abunda en que ahora “hay una oportunidad de reconstruir bien las zonas afectadas por las riadas: incorporar los temas de inundabilidad a los planes generales de urbanismo o soluciones basadas en la naturaleza”. La politóloga considera que “el cambio en la percepción debe facilitar la transición”.

Si hay cambio en la percepción ciudadana, también habrá más comprensión social cuando se pongan en marcha algunas de la medidas de la transición ecológica que hay que hacer y que podían generar rechazo o reticencia

Cristina Monge Politóloga

En ese sentido, Olcina pondera que si llegara a diluirse el efecto de este episodio “tendría que quedar, al menos, la labor realizada, el poso de los equipos humanos que han intervenido y que se ponga en marcha la necesaria planificación para reconstruir primero y planificar más armónicamente después”.

En el otro lado, Jaime Martínez Valderrama aclara que “aquí no han fallado los perfiles técnicos o científicos. Han funcionado bien. No sé si este episodio habrá removido conciencias en el plano político porque no sé si se seguirá haciendo un cálculo de votos en caso de aplicar medidas”.

La diputada Júlia Boada afirma que, en realidad, el conocimiento ya está ahí, que no hay nada que descrubrir: “Los gestores que basan sus políticas climáticas en la ciencia ya saben que vamos tarde y que hace falta acelerar la ambición de estas políticas”.

Ese retraso es evidente, en especial al acometer los planes de adaptación a los efectos climáticos. “Hasta ahora se han sucedido las malas praxis de adaptación, como permitir la edificiación en esas zonas vulnerables”, explica Javier Andaluz. “Tenemos dudas sobre la capacidad de las administraciones para comprender que no basta con actuaciones en los próximos meses tras el golpe de la DANA, sino que tienen que ser a largo plazo” .

“El problema –añade Boada– son los gestores negacionistas y los que piensan que podemos continuar haciendo las cosas como siempre”. En este sentido, Juan Bordera considera que “el caso de Valencia debería servir para afrontar con valentía una situación que se nos ha ido de madre. Ya toca enfocarse más en la adaptación, y lo que queda claro es que hay que adaptar mucho la ordenación del territorio para gestionar este tipo de catástrofes que llegarán más (y peores)”.

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