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Las cuarentenas parciales de Chile, un modelo matemático para evitar rebrotes
La estrategia chilena para contener la expansión del coronavirus basada en cuarentenas por zonas encuentra sostén en un modelo de microsimulación matemático según el cual se evitará que haya un aumento exponencial de contagios cuando acabe el confinamiento, algo que sucedería si se estableciera un aislamiento total en todo el país.
Este modelo fue desarrollado por académicos, estudiantes y profesionales de la Universidad de Chile a partir de un trabajo del Imperial College de Londres, y fue presentado en la Mesa Social de COVID-19 que implementó el Gobierno para combatir la pandemia, aunque el Ejecutivo no ha dicho si su estrategia se basa o no en esta investigación.
Si bien nunca se ha explicitado de forma clara, de las diferentes declaraciones de las autoridades se desprende que el equilibrio entre la salud y los impactos sociales y económicos es el principal motivo detrás de la decisión del Gobierno, que descartó un confinamiento total y apostó por aislar sólo algunas ciudades o barrios en función del número de contagios.
La Universidad de Chile aclaró que su estudio “no necesariamente valida” la estrategia de cuarentenas zonales del Gobierno, pero evidencia que las “cuarentenas intermitentes por alrededor del 25 % del tiempo pueden ayudar a mantener el virus sin que se colapsen los hospitales”.
EL MODELO ACADÉMICO
Tomando como objeto de estudio la Región Metropolitana (la más poblada del país y en la que se ubica la capital), este modelo de microsimulación matemática indica que, en el caso de decretarse la cuarentena total en toda la región, en un mes los casos nuevos de COVID-19 desaparecerían y el total acumulado a junio sería de 9.000 contagios, pero una vez finalizada la restricción los casos volverían a aumentar exponencialmente.
Por otro lado, los investigadores estiman que, de no aplicarse cuarentenas por zonas específicas, en la Región Metropolitana los casos activos de COVID-19 superarían los 100.000, con más de 5.000 pacientes críticos, lo que sobrepasaría la capacidad hospitalaria de Santiago.
La cuarentena total, por tanto, “no sería sostenible en el tiempo” y la recomendación es mantener las cuarentenas focalizadas conforme a las tasas de contagios.
“Vemos que no es necesario parar toda la ciudad, pero sí una parte considerable de ésta. Nosotros argumentamos que debe estar parada al menos un tercio de la ciudad todo el tiempo y repetir cuarentenas en la misma zona cuando los números de contagios vuelven a subir”, explicó a Efe Marcelo Olivares, académico que lidera el equipo a cargo de este estudio desarrollado por el departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile y el Instituto de Sistemas Complejos de la Ingeniería (ISCI).
El éxito de la cuarentena alternante entre zonas residiría en que “mantiene los casos activos en un nivel más o menos constante en la ciudad” y permite que cuando una zona se vea sobrepasada de capacidad pueda ser cubierta por otra zona.
Todo ello asumiendo que se disponga de datos fidedignos y oportunos de los números de contagiados.
“Si los números llegan con retraso porque se retrasa el test o porque se demora la recopilación de datos, entonces hay que hacer las cuarentenas más seguidas”, puntualizó Olivares.
El académico también enfatizó que el cerrar y abrir cuarentenas por zonas es efectivo en la medida que se mantenga de forma permanente el cierre de colegios y el distanciamiento social, sin actividades que conlleven aglomeraciones, usando mascarilla, continuando con el teletrabajo, etc.
EL GOBIERNO DEFIENDE SU ESTRATEGIA
El ministro de Salud, Jaime Mañalich, aseveró días atrás que “es insensato e innecesario” decretar cuarentenas totales, y consideró que la política que lleva a cabo Chile está permitiendo que los números de contagios y fallecidos “sean mucho menores de los que en algún momento se supuso” que iban a ser.
Además, defendió que sólo han de declararse las cuarentenas que sean necesarias porque se trata de una medida muy “dañina” que conlleva “un aumento de la violencia intrafamiliar y del consumo de alcohol, recaídas en el consumo de drogas y dificultades importantes para que las personas tengan sus insumos básicos, para alimentarse, hacer el aseo”.
Pese a estos males, a algunas autoridades regionales y municipales no les convence este modelo de cuarentenas y abogan por un confinamiento total.
La ciudadanía también ha mostrado su desacuerdo cuando se han levantado cuarentenas después de dos semanas de aislamiento, como sucedió en los tres barrios santiaguinos que fueron el principal foco de contagio al inicio de la pandemia en Chile, medida que contó con un 79 % de desaprobación, según una encuesta.
LA EPIDEMIOLOGÍA SÓLO CONTEMPLA EL IMPACTO SANITARIO
Desde un punto de vista epidemiológico, las cuarentenas son un método “consistente” y “recomendable” y en principio siempre se optó por que fuesen totales, pero la epidemiología no contempla los otros impactos que conlleva la medida, dijo a Efe Natalia Burattini, académica de la Escuela de Enfermería de la Universidad Diego Portales y experta en salud pública.
“Se sabe que a nivel social y económico hay factores que inciden mucho en que estas medidas se puedan sostener en el medio o largo plazo. Las cuarentenas masivas, totales y extensas generan impactos en el trabajo, la salud mental, etc”, expresó.
Para esta experta, lo más importante es que la ciudadanía sepa por qué se toma la decisión respecto a poner o sacar de la cuarentena a una determinada región, ciudad o barrio, algo que consideró que no ha sido suficientemente transparentado.
Rubén Figueroa
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