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Cuidar la salud mental de la dana: de evitar la sobreinformación a intentar seguir rutinas
Madrid, 8 nov (EFE).- Los problemas de salud mental en situaciones de catástrofe como la dana pueden ir de síntomas de ansiedad y depresión hasta desarrollar trastornos relacionados con el trauma; evitar exponerse a la sobreinformación o mala información y tratar de fijarse rutinas básicas pueden servir para protegerse.
El Comisionado de Salud Mental del Ministerio de Sanidad ha elaborado una serie de recomendaciones a los afectados por las inundaciones, que se sabe generan “un gran impacto psicológico que inevitablemente va a repercutir” en su bienestar, ha destacado la responsable de este organismo, Belén González.
Los consejos están dirigidos tanto a los damnificados directos como a las personas que les están ayudando desde el principio, que “también sufren un fuerte estrés emocional en la tarea que realizan”.
Tal y como argumenta la comisionada, los problemas de salud mental en situaciones de catástrofe son diversos y pueden variar, desde síntomas de ansiedad y depresión hasta el desarrollo de trastornos relacionados con el trauma.
Además, las condiciones de crisis tienden a aumentar la vulnerabilidad de ciertos grupos y a agravar problemas sociales preexistentes, como la pobreza, la discriminación y la exclusión social.
Para quienes viven con trastornos mentales previos, la situación puede generar una desestabilización, incrementando la necesidad de atención especializada en un entorno donde los recursos están limitados.
Ante esta situación, las recomendaciones que hace a los afectados son:
1. Buscar apoyo en las personas cercanas: el contacto con familiares y vecinos ayuda a evitar el aislamiento.
Expresarse y compartir sentimientos y permitir que otros lo hagan también. Es normal sentir emociones confusas y extremas en momentos como estos.
Involucrarse en actividades de ayuda local también puede ser beneficioso a corto y largo plazo.
2. Evitar la exposición a sobreinformación y mala información:
Informarse en fuentes confiables y evitar los rumores o la confusión. La información clara ayuda a reducir la incertidumbre.
3. Cuidar de niños y mayores, y brindarles actividades seguras:
Hablar con ellos de manera tranquila sobre lo que sucede y mantener rutinas y actividades que ayuden a sentirse bien. Intentar generar entornos emocionalmente seguros donde puedan expresarse y validar emociones.
4. Mantener en lo posible las rutinas diarias básicas:
Establecer horarios para comer, descansar o hacer otras actividades proporciona algo de estabilidad en momentos difíciles.
Si se toma medicación crónica, no olvidar continuar con ella, especialmente psicofármacos. Si no se puede encontrar medicación, hay que acudir a los servicios de salud más cercanos.
5. Ayudar a quienes están especialmente angustiados:
Si se encuentra a alguien en mala situación psicológica (mucho sufrimiento, ideas de suicidio, hablando solo…), hay que acercarse y hablar con él o ella, escuchar con respeto y solicitar ayuda o llevar a la persona a profesionales especializados o servicios de emergencias si es posible para que puedan ofrecerle el apoyo que necesita en ese momento.
6. Los problemas de sueño, la angustia, el llanto, los pensamientos intrusivos o el desbordamiento emocional, entre otros, son normales durante las primeras semanas después del suceso y mientras se mantenga el estado de inseguridad.
Hay que acompañarse y compartir con personas cercanas. Si resultan difíciles de manejar, no se debe dudar en solicitar ayuda a los equipos sanitarios. Si se mantienen a lo largo de las semanas sin reducir su intensidad, solicitar asistencia a los servicios de salud.
Y a quienes les están ayudando, les recomienda asistirles para recuperar la sensación de seguridad, promover la calma, la autoeficacia, la eficacia colectiva, conexiones y vínculos y esperanza, pero también, “cuidarse para cuidar”.
El objetivo de estas recomendaciones es no solo proporcionar una respuesta inicial ante los riesgos emergentes, sino también crear una red de apoyo que permita una “recuperación sostenible y proteja el bienestar psicosocial de las comunidades afectadas en el largo plazo”.
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