Las falsedades que ha usado Donald Trump para justificar su salida del Acuerdo de París
El negacionismo del cambio climático es más una creencia que una teoría política. El presidente de EEUU cree que el calentamiento global provocado por la acción humana no existe. El Partido Republicano de EEUU cree que el cambio climático no es un problema.
A pesar de haber hecho patente esa fe desde el inicio de su candidatura, Donald Trump ha venido diciendo que estaba reflexionando sobre la postura que iba a tomar respecto al Acuerdo Climático de París. Después de meses, ha decidido abandonarlo. Y ha despachado la salida con una batería de argumentos formulados para satisfacer su creencia previa que los datos desmienten.
“En interés de nuestra economía”
Incluso un buen puñado de las locomotoras de la economía norteamericana, entre las que están Goldman Sachs, Unilever, Procter & Gamble, Disney o Pacific Gas & Electric, han dicho al presidente que la mejor manera de “crear empleos e impulsar la competitividad es permaneciendo en el acuerdo”.
La petrolera Exxon Mobil, al menos de manera oficial, reniega del negacionismo de Trump: “El riesgo del cambio climático es claro y ese riesgo demanda acción. El aumento de las emisiones a la atmósfera está teniendo un efecto de calentamiento”, admite esta empresa que gana dinero con la principal causa de ese calentamiento, los combustibles fósiles. El que fue presidente y consejero delegado de Exxon durante diez años y actual jefe de la diplomacia estadounidense, Rex Tillerson, se ha opuesto a la decisión de Trump.
La española Repsol también ha aceptado que el cambio climático necesita ser combatido y está unida junto a Shell, Pemex, Total, Eni o BP en un grupo para, al menos, rebajar las emisiones de sus operaciones.
Los empleos del carbón “se irán” a China e India
Los empleos del carbón son empleos que “nadie quiere”, ha dicho el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Son puestos de trabajo asociados a enfermedades graves. En España los mineros pueden jubilarse con edades tempranas por esto. Sin embargo, fueron sacados al ruedo por Trump en su explicación sobre la estampida climática.
En EEUU, esos empleos ya están cayendo por su propio peso. El mismo departamento de Energía norteamericano ha contabilizado en su informe de enero de 2017 que la generación de electricidad a base de carbón dio 87.000 empleos. Y la extracción genera 57.000, pero han caído un 39% desde 2009.
Por el contrario, el mismo informe muestra que la generación solar de electricidad ya está proporcionando 373.000 puestos de trabajo. Y la eólica otros 101.000 puestos directos.
Donald Trump ha esperado a tener algún documento que relacionara directamente el Acuerdo de París con menor empleo. Le llegó en marzo pasado cuando se publicó un informe que decía directamente que los compromisos climático de su antecesor Barack Obama destruirían 2,7 millones de puestos en el sector industrial. Así lo repitió en su discurso del jueves. Detrás del informe, financiándolo, han estado dos instituciones conocidas de antemano por su negacionismo, entre ellas la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
Si se cumple el acuerdo, “solo se evitará el calentamiento en 0,2 ºC”
Trump se parapetó en una organización de gran prestigio como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para sostener esta frase: irse del acuerdo sería “bueno para la economía y el clima no se resentirá mucho”.
La cuestión es que los investigadores del MIT que hicieron esos estudios han salido a refutar a Trump. “Nosotros no somos esos investigadores”, han dicho. Su informe, reiteraron, decía que tal y como está el Acuerdo de París, el freno del calentamiento se quedará en 0,9 grados. Que París se quedaba corto ya era conocido nada más analizarse los compromisos de reducción enviados por los países. El texto es abierto y contempla una revisión en 2020 para una posible “mayor ambición”.
“El país más limpio. El aire más limpio”
Para quitar importancia al hecho de desentenderse de la lucha contra el cambio climático, Trump ha contado que su país “continuará siendo el más limpio. Con el aire más limpio y el agua más limpia”. Aparte de que los registros de emisiones de gases le colocan como segundo más contaminador, el Índice de Actuación Medioambiental de la Universidad de Yale da a EEUU el puesto 26º. Si se atiende a los esfuerzos para contener sus emisiones, la universidad lo coloca en el 128º. Y para deshacerse de la intensidad en el uso del carbono, el 50º.
“Una reafirmación de nuestra soberanía”
Eso es lo que cree Trump que ha hecho. “¿En qué punto quedó EEUU degradado? En qué momento empezaron reírse de EEUU como país?”, se preguntaba. El Acuerdo de París se llama acuerdo y no tratado porque la Administración de Obama lo quiso así debido a las vinculaciones legales que, entendía, se derivaban de la denominación.
Este acuerdo se basa, desde el punto de vista funcional, en las contribuciones que cada país decide aportar: cada Estado ha calculado cuánto está dispuesto a recortar sus emisiones, ha optado por la línea base desde la que contar esa reducción y cómo recorrerá ese camino. Todo es voluntario. Por eso la suma no ha conseguido llegar a los 2ºC. Es el camino inverso al Protocolo de Kioto que estableció el nivel de reducción global y luego trató de repartirlo. No salió.
Trump no ha estado solo en esta creencia. No solo los grupos conservadores negacionistas le apoyan en esto: 22 senadores republicanos le enviaron una carta en mayo para que se saliera del acuerdo. Rivales en la carrera para la candidatura del partido como Ted Cruz o Marco Rubio denigraron el compromiso de París. Todos comparten esa fe. El jueves por la noche, según Trump iba desgranando sus razones para boicotear el esfuerzo mundial contra el cambio climático, el presidente republicano repetía con cada dato “creedme, creedme”.