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10 respuestas de la OMS para pelear contra la desinformación acerca del coronavirus

Virus SARSCov-2 (rojo) emergiendo de las células de un paciente (verde) / NIAID.

Raúl Rejón

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Una de las peculiaridades que definen la epidemia de COVID-19 es la expansión de informaciones falsas alrededor del virus y la enfermedad que provoca. Tanto es así que cuando se busca ese término en Twitter, la red social recomienda acudir a la cuenta del Ministerio de Sanidad español. “Busca siempre fuentes oficiales y evita la desinformación”, repite el Ministerio.

El brote de COVID-19 se inició en China a finales de 2019. Desde ese momento se ha ido recopilando información sobre el origen y naturaleza del virus. Se ha descrito su ARN y diseñado una prueba diagnóstica para detectar los casos positivos. También se ha aprendido cómo es la enfermedad que provoca este SARSCov-2, a quién ataca con más frecuencia (hasta este momento) y los síntomas que presenta una persona infectada.

La familia de los coronavirus

El virus que provoca COVID-19 pertenece a una familia denominada coronavirus. Causan desde el resfriado común a otras patologías como el síndrome respiratorio de oriente medio, MERS. Hay coronavirus comunes que circulan entre los humanos, pero también hay coronas que saltan de animales a humanos y “tienen especificidades que los hacen más dañinos”, como ha descrito la directora de enfermedades epidémicas y pandémicas de la OMS, Sylvie Briand. El virus de COVID-19 es nuevo y distinto y por eso los pacientes son diagnosticados y tratados de manera diferente. Su nombre técnico es SARSCov-2.

La enfermedad COVID-19: fiebre, tos y mala respiración

Es la denominación de la enfermedad que produce este nuevo coronavirus. Tanto el patógeno como la infección eran desconocidos hasta que estalló el brote en Wuhan, China.

Los síntomas que se describen en los casos confirmados de enfermedad son la fiebre, la tos y dificultad respiratoria. También hay pacientes que presentan congestión nasal.

Diferentes niveles de gravedad

En estos momentos se informa de un porcentaje de mortalidad sobre el 3% a nivel global (y un 0,7% fuera de la zona china de inicio del brote en Wuhan). Esta tasa se obtiene a partir del número de casos positivos confirmados por los tests y el número de fallecimientos con este patógeno presente. Los epidemiólogos explican que si el volumen de personas con COVID-19 se incrementa por el aumento de pruebas y los casos que no lleguen a los servicios sanitarios al superarse sin síntomas o síntomas muy leves ese porcentaje tendería a disminuir. El virus estaría considerado menos letal que en la actualidad. Los grupos más vulnerables son las personas de más edad o con enfermedades previas.

Vías de transmisión

El coronavirus se contagia con facilidad, pero no viaja por el aire por sí mismo. Necesita proximidad. El patógeno se transmite de persona a persona. Su vía de entrada está en las micropartículas expulsadas, por ejemplo, al toser o estornudar. De ahí que las manos sean un vehículo ideal para depositar virus: de las vías respiratorias a las manos, de las manos a una superficie u otras manos y, una vez allí, a través de boca, nariz u ojos puede infectar a otro individuo.

Con todo, el coronavirus de COVID-19 no se transmite tan fácilmente como la gripe. Las personas incubando la gripe, sin síntomas, son un vector importante de contagio, lo que no ocurre con COVID-19 que, además, desarrolla síntomas en unos dos días. “Solo un 1% de los infectados con este coronavirus no han tenido síntomas, según lo observado en China”, ha afirmado el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Los niños: poco afectados y con síntomas leves

El positivo por coronavirus de una menor de cuatro años en Madrid el 4 de marzo puso el foco en los niños y niñas, “un grupo especialmente sensible socialmente”, describió a las pocas horas el director del Centro Nacional de Emergencias, Fernando Simón. El estudio de la enfermedad COVID-19 ha mostrado que afecta poco a los menores y, a los que alcanza, presentan una evolución clínica benigna. En China, que ha acumulado más del 90% de todos los infectados, la misión de expertos de la OMS consignó que solo un 2,4% del volumen total eran personas con menos de 18 años. Y que 9 de cada 10 de éstos habían pasado la enfermedad con síntomas leves. Italia decretó el 4 de marzo al cierre temporal de colegios y universidades para contener la expansión del virus por el país, no porque hubiera un problema específico con los menores.

Hasta el momento se han reportado tres casos de COVID-19 en bebés neonatos en el gran brote de China. Todos superaron la infección que se manifestó levemente. “Actualmente no hay evidencia de que se pueda transmitir a través de la placenta de madres a hijos”, explica la revisión publicada el 1 de marzo por varios organismos de investigación pediátrica del país asiático. Tampoco se han detectado “fallecimientos en el grupo de edad pediátrica”.

¿Por qué se habla tanto de la contención?

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, insistió el 5 de marzo en que “España aún puede contener el virus”. Esta fase intenta que la enfermedad no se convierta en endémica, es decir, que se quede como una patología con la que lidiar de manera más o menos periódica. El objetivo es aliviar la carga en salud y económica que suponen patologías infecciosas establecidas como la gripe: presión en el sistema sanitario, saturación de urgencias en épocas de epidemia, bajas laborales y, lógicamente, vidas en los casos más agravados de la enfermedad.

Una vacuna específica tomará su tiempo

Hay múltiples grupos de investigación que están trabajando ya en lo que la OMS denomina “candidatas a vacuna”. Pero ese es un primer paso. Después hay que ver si es segura: que no produce efectos secundarios adversos. Luego debe comprobarse que realmente ofrece protección como para generalizar el suero. Y no acaba ahí el proceso. Una vacuna común tiene que demostrar que es segura para grupos especiales como las embarazadas o los mayores: “El camino es más largo de lo que se piensa por lo que hay que insistir en las medidas de precaución”, ha remachado la directora Sylvie Briand.

La proliferación de máscaras es inútil

¿Es útil llevarla? La directora Briand ha insistido: “No es necesaria para todo el mundo. Lo primero porque no habría suficientes para cada persona. Lo segundo, hacen falta para los enfermos graves, inmunodeprimidos que sí las necesitan. Y para los profesionales sanitarios”, que es más probable que estén en contacto con personas con el virus. De hecho, Fernando Simón ha dicho que han empezado a reportarse algunos casos de unidades sanitarias con escasez de este material. La demanda en España ha crecido un 8.000% a pesar de que no sirven para las personas sanas.

Sylvie Briand añade que llevar mascarilla día a día “es algo engorroso que acaba por derivar en errores: hace que el que la lleva se confíe y se la ponga mal, se toque los ojos… es mejor concentrarse en la higiene de las manos que llevar mal una máscara”.

¿Traerá la primavera un freno a la enfermedad?

Otros virus frenan su actividad cuando suben las temperaturas, pero, esto aún no puede extrapolarse al coronavirus de COVID-19. La epidemióloga de la OMS, María van Kherkove ha insistido esta semana sobre este aspecto que “no tenemos todavía evidencias sobre si este virus se comportará como otros coronas cuando haya cambio de temperatura por eso insistimos tanto en las medidas de contención”. En Singapur, donde se han registrado más de 100 casos, “hay temperatura y humedad alta”, ha apostillado.

Reinfección después de pasar COVID-19

Todavía es pronto para saber si es posible. Esa es la conclusión de la OMS, aunque espera tener datos pronto. “Muchos investigadores están intentando entender esto. Se está desarrollando un test serológico para comprobar cuántos anticuerpos hay en los que han pasado la infección y si protegen del virus. Es probable que se estén desarrollando anticuerpos que ayuden a protegerse de la infección, pero todavía es algo temprano para dar una respuesta definitiva”, ha contestado la organización.

El director de la OMS repite: “La lucha contra los rumores y la desinformación es una parte vital de la lucha contra este coronavirus”.

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