EEUU investiga si las terapias CAR-T producen cánceres secundarios: los expertos piden prudencia
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha lanzado un aviso de “riesgo grave” sobre ciertos tratamientos de inmunoterapia contra el cáncer, las denominadas terapias CAR-T. La agencia gubernamental norteamericana ha iniciado una investigación para averiguar si estas terapias pueden estar asociadas al riesgo de desarrollar cánceres secundarios relacionados con los propios linfocitos.
En el aviso lanzado este martes, la FDA revela que ha recibido varios reportes de cánceres de células T, incluido un tipo de linfoma, en personas que recibieron este tratamiento —hasta 19 casos, según han revelado las autoridades a la cadena CNN. El riesgo es aplicable a las seis inmunoterapias de células T con CAR aprobadas hasta ahora, los tratamientos conocidos como Abecma, Breyanzi, Carvykti, Tecartus, Yescarta y Kymriah, la primera terapia contra el cáncer CAR-T aprobada por la FDA para el tratamiento de la leucemia en 2017.
Las terapias CAR-T (llamadas así por el acrónimo en inglés de terapia con receptor de antígeno quimérico) se han convertido en una de las herramientas más prometedoras para luchar contra algunos de los cánceres de la sangre más agresivos, en especial los de células B. La técnica se basa en extraer un tipo de glóbulo blanco del paciente, los linfocitos T, modificarlos genéticamente para que ataquen a las células tumorales —generalmente de la sangre— y volver a inyectar estas células para el tratamiento. Para conseguir que reconozcan a qué células tumorales deben atacar, se introduce en los glóbulos blancos un gen con instrucciones y se hace a través de un vector viral, es decir, un virus desactivado que lleva ese ADN hasta la célula inmunitaria.
Como en toda terapia génica, existe un riesgo teórico de que el virus lleve las instrucciones a una zona donde pueda convertirla en tumoral (un oncogen). Pero, de momento, advierten los especialistas, no hay pruebas de que este sea el caso y las terapias CAR-T hayan sido las causantes de esos tumores, aunque se investigan los casos de cáncer relacionados con linfocitos por seguridad. El riesgo potencial de desarrollar cánceres malignos secundarios, recuerda la FDA, está etiquetado como una advertencia del tratamiento y estos pacientes reciben un seguimiento de 15 años para evaluar el impacto a largo plazo. Es decir, se vigila su progresión con lupa y de ahí que se hayan recibido estos informes.
Tranquilidad entre los expertos
“Este aviso no afecta en nada a la seguridad de este tipo de inmunoterapias, solo se va a poner especial hincapié en revisar este problema y descartar que estos cánceres secundarios se hayan producido por el tratamiento”, indica Joaquín Martínez, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). El especialista recuerda que la incidencia de segundos tumores aumenta con la supervivencia, lo que podría explicar estos casos, si como parece las terapias CAR no tienen nada que ver. “Cuando hay un tratamiento que es más eficaz, los enfermos viven más y hay segundos tumores con más frecuencia”, asegura. “En cualquier caso, hay que estudiarlo, es lógico: las agencias tienen que vigilar que no haya riesgos”.
Cuando hay un tratamiento que es más eficaz, los enfermos viven más y hay segundos tumores con más frecuencia
“No deja de ser algo que hay que congratularse porque el sistema funciona”, subraya Antonio Pérez Martínez, jefe del Servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz. En su opinión, este aviso hay que “cogerlo con pinzas”, porque las terapias CAR-T tienen muchísimas cosas positivas y esto no parece que esté relacionado con la inserción del receptor CAR. Estos cánceres secundarios se producen con cualquier inmunoterapia —recuerda— con una frecuencia por debajo del 1%. “Yo lanzaría un mensaje de tranquilidad, porque incluso en el hipotético caso de que se confirme el caso más sospechoso, estaría en un porcentaje muy bajo y el beneficio es infinitamente superior a los riesgos”.
Sin alarmismos, pero con precaución
Manel Juan, jefe del servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona, cree que lo único que ha hecho la FDA es decir que hay que estudiar estos reportes un poco más. “Porque en realidad han aparecido estos casos entre los miles de pacientes tratados y quieren ver si esos datos que no cuadran tienen que ver con el CAR”, destaca. Por la información que se maneja en congresos, asegura, todo apunta a que la causa del cáncer no es la terapia CAR-T. “Pero aunque fuera verdad—precisa—, la opción para estos pacientes era morirse o tener un riesgo añadido, las valoraciones de riesgo-beneficio son siempre a favor”.
La opción para estos pacientes era morirse o tener un riesgo añadido, las valoraciones de riesgo beneficio son siempre a favor
“Con la terapia CAR-T alteramos el genoma de los linfocitos T, porque infectamos estas células con un virus, y estos virus se integran en el genoma”, explica Julio Delgado, jefe de la Unidad Oncoinmunoterapia del Hospital Clínic. Sobre el papel, este virus se puede integrar en cualquier punto del genoma de ese linfocito y convertirlo en maligno, pero en la práctica los virus de nueva generación no dan este tipo de problemas. “Hay decenas de miles de personas que han recibido estas terapias y eso nos da una seguridad en el uso de estos virus”, apunta.
El doctor Delgado recuerda que todos los pacientes que reciben estas terapias tienen la inmunidad alterada. “Que un paciente que tiene una alteración del sistema inmune tenga otro cáncer u otro linfoma, lo vemos a menudo”, indica. “No hay que olvidar que cuando reciben CAR-T han recibido como mínimo dos líneas de tratamiento previas, altísimas dosis de quimioterapia, y algunos radioterapia, y todo esto también favorece la aparición de cáncer”. Por otro lado, como los tratamientos son cada vez más eficaces, cada vez hay más supervivientes, gente que vive muchos años después de la primera quimioterapia y desarrolla segundos cánceres.
Por eso hay que coger este aviso de la FDA sin alarmismos. “Incluso en el improbable caso de que todos los cánceres reportados fueran provocados por la terapia”, subraya Delgado, “el beneficio es muy superior al riesgo; son pacientes que sin el tratamiento habrían muerto, sin opciones terapéuticas a día de hoy”. Si CAR-T produce un cáncer secundario en uno de 50.000 pacientes que lo han recibido, calcula el experto, estaríamos hablando de casos infrecuentes o muy infrecuentes: hay efectos secundarios graves con muchas medicaciones mucho mayores y no se dejan de dar esos medicamentos. “Es un riesgo que asumimos siempre que ponemos quimioterapia a cualquier paciente, y no por eso dejamos de dársela”, argumenta. “Cuando ponemos una terapia génica, estamos intentando curar un cáncer, sabemos que estamos aumentando el riesgo de que tenga otro, pero el mayor problema es el que ya tiene”.
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