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VÍDEO | “Me parece indignante tener que morir solo y en la clandestinidad”

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“Si estás viendo este vídeo, es que he conseguido ser libre”. Son las palabras con las que José Antonio Arrabal comienza la grabación, a la que ha tenido acceso El País, en la que explica por qué va a suicidarse. Lo hace frente a la cámara y frente a una mesa en la que ha dispuesto los frascos de medicamentos que le dejarán dormido primero y después le provocarán una parada cardiorespiratoria.

A José Antonio, que puso fin a su vida el pasado 2 de abril en su piso de Alcobendas (Madrid), le habían diagnosticado esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en el verano de 2015: “No puedo ni darme la vuelta. No puedo vestirme, desnudarme. No puedo comer ya solo”, relata. 

Ha dejado todo preparado y en la mesa, junto a los frascos, reposan documentos como el DNI, su historia clínica, su testamento, una carta al juez, un papel en el que hace donación de su cerebro y una hoja en la que dice: “No reanimación”. Está casado y tiene dos hijos, afirma a cámara, que no están en casa: “Me parece indignante que tu familia se tenga que marchar de casa para no verse comprometida en el tema y acabar en la cárcel”.

José Antonio, que tenía 58 años, luchaba contra la ELA y también por el derecho a morir con dignidad. “Voy a hacer un suicidio asistido, si fuera médicamente habría un doctor que me habría recetado la medicación, yo me la tomaría y moriría dulcemente”, continúa. “De esta forma, lo tengo que hacer por mi cuenta”.

El artículo 143 del Código Penal prevé penas de prisión para aquellos que causen o cooperen en la muerte de otra persona que lo haya pedido en el caso de que sufriera “una enfermedad grave” que conduzca “a su muerte o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar”. El artículo que, decía José Antonio, le impedía decidir sobre su propia vida: “¿Por qué no podemos acabar con nuestra vida de manera digna si ésta se convierte en un infierno?”, preguntaba en un entrevista con eldiario.es el pasado mes de noviembre.

“Me parece indignante que en este país no esté legalizado el suicidio asistido y la eutanasia”, “me parece indignante que una persona tenga que morir sola y en la clandestinidad”, prosigue José Antonio en el vídeo. Poco después agarra con su mano derecha, la que todavía podía utilizar, uno de los frascos e ingiere una combinación letal de medicamentos comprados en internet. Al final suena Libre, de Nino Bravo, tal y como él había deseado expresamente.

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