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'Jesusito de mi vida' en el boletín de notas de un cole público

Natalia Chientaroli

A Marta y a su marido les hizo mucha ilusión recibir el boletín de calificaciones de su hijo. Era la primera vez, porque Pedro tiene apenas tres años, y la cosa, en principio, pintaba bien: de acuerdo con el papel, el pequeño evoluciona bien en su relación con sus compañeros, respeta las normas y asocia correctamente números y cantidades. La lista de los objetivos educativos del trimestre es larga, y todas son buenas noticias. Pero al llegar al final de la segunda página del documento, la sorpresa fue mayúscula. En el apartado Religión figuran tres objetivos: “Entiende que los animales, las plantas y las personas son un regalo de Dios”, “Habla con Jesús haciendo uso de la oración 'Jesusito de mi vida'” y, por último, “Muestra interés por conocer la historia de Jesús”.

“Nuestro hijo no da clases de Religión, así que no venía evaluado, claro”, explica Marta, que ha pedido que su nombre y el de su hijo sean reemplazados por otros ficticios. “No fue tanto que nos sorprendiera encontrarnos con esas frases, sino los parámetros en sí mismos”, asegura. No quieren plantear problemas al colegio, el CEIP Álvaro de Bazán, porque están muy conformes con él, pero no han podido evitar comentarlo con familiares y amigos.

La directora del centro ha explicado a eldiario.es que los criterios de evaluación de Religión Católica los elaboran los profesores, y que están incluidos en el boletín de notas porque se trata de una asignatura de oferta obligatoria. En realidad Religión no es de oferta obligatoria en Infantil, aunque sí lo es en Primaria y ESO. Los docentes reciben su sueldo de las arcas públicas -con un coste que se calcula en 500 millones de euros al año-, pero el currículo de esta materia está establecido únicamente por la Conferencia Episcopal (CE).

Para José Luis Pazos, presidente de la FAPA Giner de los Ríos y miembro de la CEAPA, la confederación que representa a la mayoría de las asociaciones de padres, el documento enviado por el colegio es “denunciable”, aunque reconoce que puede estar sucediendo en muchos otros centros. “Aunque no me parecería correcto, sería más fácil imaginar esto en un concertado perteneciente a una organización religiosa, pero siendo público es aún más chocante”, sostiene. Pazos cree que una familia que ha decidido dejar la educación religiosa fuera de su casa no tiene por qué recibir un informe en el que figuren estos objetivos. “Como asignatura optativa, la evaluación debería figurar en un boletín aparte”, afirma.

Para la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, la elaboración de los boletines de calificación corre a cuenta de los propios centros y no hay ningún tipo de recomendación oficial sobre cómo abordar el tema de la asignatura de Religión en la comunicación a los padres que no la han elegido para la formación de sus hijos. Sin embargo, la directora del colegio asegura que la libertad se limita a las notas de Infantil, ya que en Primaria se utiliza un formulario oficial en el que figura Religión. “La diferencia es que en ese nivel simplemente figura la nota obtenida en las diferentes materias y no los objetivos de cada una”. Además, la responsable del centro se defiende alegando que hasta ahora no han tenido “ninguna queja de los padres. Ni siquiera un comentario”.

“Dogma puro y duro”

Para Marta y su marido “ya es bastante ilógico que se estudie Religión en una escuela pública. ¡Y en Infantil más!”. Pero lo que más ha chocado a esta familia madrileña es el contenido de esos objetivos 'académicos': “Creíamos que estarían basados en los valores católicos o algo así, pero no que eran dogma puro y duro”, explican.

En realidad, esos objetivos tan descriptivos responden a los contenidos que ha determinado la Conferencia Episcopal para los niños de Educación Infantil. Por ejemplo, el de aprender y usar la oración 'Jesusito de mi vida' es la puesta en práctica del “se inicie en los elementos primeros que facilitan la comunicación con Dios” que propone el plan de trabajo de la CE.

“No tiene sentido incluir en el mismo documento la evaluación del desarrollo educativo del niño con la de Religión. Esto forma parte de la presión de la Iglesia sobre nuestro sistema educativo. ¡Y lo que planea sobre nosotros con la LOMCE!”, analiza Pedro Badía, secretario de Comunicación de la Federación de Enseñanza de CCOO.

Badía se refiere a los cambios que introduce la nueva ley de educación, que eleva de categoría a la asignatura de Religión, convirtiéndola en evaluable, una vieja reivindicación de la CE. El PP estuvo incluso dispuesto a incorporar una enmienda en el Senado para obligar a los centros a ofertar esta 'optativa' también en Infantil y Bachillerato. Finalmente y ante el revuelo mediático, el Grupo Popular desistió.

El exportavoz de la Iglesia española, Juan Antonio Martínez Camino, aseguraba entonces que el Gobierno insiste en incumplir el acuerdo suscrito entre la Santa Sede y el Estado español. “Los padres y los alumnos tienen derecho constitucional a elegir la educación en Religión y moral católica en el colegio”, afirmaba. “Y si no se les permite elegir, se lesiona ese derecho fundamental” que ejercen, según recordó, el 70% de los padres españoles.

Infantil y Primaria son los niveles educativos en los que mayor porcentaje del alumnado opta por ir a clase de Religión: un 72 y 75% del total, respectivamente. Pero lo cierto es que el éxito de la oferta religiosa en las aulas ha sufrido un descenso sostenido a lo largo de los años. En el curso 2012-2013, los últimos datos que recoge la Conferencia Episcopal, la bajada se cifró en 3,5 puntos. Una bajada, aclaran, que “solo se ha dado en centros estatales”.

Pero las diferencias se magnifican al tomar como referencia un salto temporal mayor. Por ejemplo, si en 1996-1997 el 91,14% del total de estudiantes de Primaria hacía Religión, ese porcentaje se queda en el curso 2012-2013 en un 67,7%. Son 22 puntos menos en 16 años. En Bachillerato las cifras son mucho más bajas. Si en el curso 1996-1997 el 66,5% de los estudiantes iba a clase de Religión, ahora es el 41,1% (y apenas el 26% en los centros públicos).

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