La Justicia condena a 18 años y medio de cárcel al profesor de un colegio de Ceuta por delitos sexuales
La Justicia condena al docente Alberto D. B. a 18 años y medio de cárcel por varios delitos sexuales, entre ellos, de elaboración de pornografía infantil, de tenencia de pornografía infantil y de abusos sexuales a menores de 16 años. La Audiencia Provincial de Ceuta considera probado que el profesor del colegio San Agustín de la ciudad autónoma “se aprovechó de su condición de profesor de colegio” para entrar en contacto con sus víctimas, que tenían entre 13 y 15 años. La Fiscalía llegó a pedir 66 años de cárcel para el acusado, que ya está jubilado, según informa Europa Press.
El fallo relata que una vez ganada la confianza de los alumnos, el condenado “les solicitaba” que le enviasen “fotografías de naturaleza sexual”, llegando “a obtener fotos de menores totalmente desnudos”. El condenado se aproximaba a los menores “mediante regalos e invitaciones a comer, tanto en el domicilio del acusado como en restaurantes”, según acredita la sentencia emitida este lunes por la sección sexta de Ceuta.
Regalos de ropa a cambio de fotografías
Entre los obsequios que el profesor jubilado hacía a los menores había “ropa interior y bañadores tipo turbo”. De hecho, las víctimas llegaron a probarse esa prenda en el domicilio del docente, siempre según la sentencia consultada por elDiario.es. En ese momento él lograba captar fotos y vídeos de estos jóvenes y los conservaba.
Los hechos probados también detallan que Alberto D. B. llegó a depilar, “incluyendo la zona genital”, a los adolescentes. Asimismo, “con la excusa de ser su profesor de educación física”, también les realizó “masajes”. Los magistrados destacan que esta actuación se enmarca “dentro de un ámbito de anormal intimidad que se refleja en las conversaciones mantenidas con los menores a través de la aplicación de WhatsApp de sus terminales móviles”. Algunos de los mensajes que describe la sentencia recogen expresiones como “te amo”, “me voy a poner celoso”, “cuando te tuve en calzoncillos”, “tengo mono de ti” y “estoy locamente enamorado de ti”.
Para acceder a estos jóvenes se valió de la “comunicación diaria y familiar con sus alumnos, siendo en algunos casos incluso amigo de sus padres, para, al menos desde 2003, tener acceso a los números de teléfono de menores de edad y lograr, con ánimo libidinoso, una relación y trato que excedía el amistoso y llegaba al ámbito sentimental y sexual”, concluyen los magistrados.
En reiteradas ocasiones los jueces insisten en que el condenado se aprovechó de “su condición de profesor del colegio”. En esa misma línea, llegó a hacer fotos a los alumnos “con el torso al descubierto o realizando estriptis” en dependencias del centro o durante excursiones escolares. “Desde su posición de profesor accedía a los vestuarios mientras los menores se duchaban y aprovechaba para verlos desnudos, con el consentimiento de alguno de ellos, así como para hacerles fotografías sin camiseta o en ropa interior”, relata la Audiencia Provincial de Ceuta.
Continuaba cuando ya eran mayores
El comportamiento del profesor se extendió en el tiempo porque algunos alumnos “ya mayores” continuaron enviándole “fotografías desnudos y vídeos masturbándose, en determinadas ocasiones a cambio de una remuneración económica”. En este punto, los jueces remarcan que algunos adolescentes habían “normalizado ya” la obtención de “beneficios” derivados de “comportamientos sexuales”. Llegan a esta conclusión al tener en cuenta que “desde la minoría de edad” estaban sometidos a este intercambio económico.
Este caso se destapó tras la denuncia presentada por la madre de una de las víctimas, que tenía 13 años cuando empezó a intercambiar fotografías con el docente. La demanda provocó que se registrase el domicilio del acusado y se obtuviesen en él dispositivos con conversaciones de WhatsApp, “así como fotografías de menores de edad desnudos o con poca ropa, y vídeos en los que se pueden apreciar los genitales de menores de edad”. En total, los magistrados calculan que a través de sus dispositivos había “accedido al menos a 298 imágenes en internet de aparentemente menores de edad realizando conductas de índole sexual”.
La sentencia detalla el comportamiento del condenado con varias víctimas. En el caso del menor cuya madre inició el procedimiento judicial los magistrados acreditan que el joven le envió “fotos en bañador o en calzoncillos”. A esos mensaje el docente contestó con expresiones como “pepino”, “así me gusta que me mandes fotos”, “cuerpazo” y “top”. El acusado llegó a hacerle fotografías en su domicilio. A su vez, se ofreció a comprarle unas zapatillas. A cambio de esas prendas, mantuvieron una conversación “en la que el menor se ofrecía a lo que quisiera”, “dándole carta libre, a lo que Alberto le contesta ‘pero ¿sin rechistar?”.
En algunos casos, ante la negativa de alguno de los menores de enviarle las fotografías que pedía, el docente ya jubilado insistía en que se las remitiese. En otros casos, cuando los adolescentes le dirigían imágenes con desnudos “y con una erección”, el condenado contestaba con mensajes como “cuerpazo” o “top model” .
A pesar de que el Ministerio Público pidió más de 60 años de cárcel, finalmente la Audiencia Provincial le condena a siete años de prisión por un delito de elaboración de pornografía infantil, seis años por un delito de elaboración de pornografía, seis meses por un delito de tenencia de pornografía infantil y cinco años por un delito de abusos sexuales. A esta pena se suma una inhabilitación de 23 años para cualquier profesión que conlleve contacto regular con menores de edad.
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