“Me han llegado a preguntar cómo me visto para dirigir la orquesta, y yo pensaba: pero ¿lo harías con un hombre?”
Que la batuta la llevan ellos es algo que Silvia Sanz Torre desafía desde que era pequeña. Con pocos años ya le decía a su familia y su entorno que lo que ella quería ser de mayor era directora de orquesta, un territorio aún vedado para las mujeres que poco a poco comienza a romper su propio techo de cristal. “En el mundo de la música todavía existen una serie de estereotipos de género”, reconoce Sanz Torre, directora de la Orquesta Metropolitana de Madrid. Años después, se ha convertido en la única directora con temporada estable en el Auditorio Nacional y este sábado dirigirá a los 84 componentes del grupo en un concierto enmarcado en la iniciativa Soy365, una campaña para concienciar a los hombres con la igualdad. El concierto finalizará ya entrado el domingo 25, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
¿Cómo entiende usted la música?
Para mí es el aire que respiro desde que me levanto hasta que me acuesto. Es el idioma universal. He estado en países en los que prácticamente no podíamos comunicarnos en inglés y mediante la música nos hemos entendido. El oído es el primer sentido que desarrollamos en el vientre de la madre y el último que perdemos antes de morir. ¿Qué sería de nosotros sin música?
Ha viajado por todo el mundo dirigiendo orquestas de diferentes países. En El Salvador recibió una mención especial de la Asamblea Legislativa por potenciar espacios que contribuyen a erradicar desigualdades. ¿De qué forma consigue esto la música?
Es poner de manifiesto que al tocar un instrumento, se puede hacer lo mismo. Aún así en el mundo de la música todavía existen ciertos estereotipos de género sobre los instrumentos 'de mujeres' y 'de hombres' y se asocian algunos como el arpa o el violín a las mujeres y otros, como la tuba o la percusión, a los hombres. Pero no tiene sentido. Por eso, en el mundo de la música las mujeres debemos ser referentes para que las nuevas generaciones no tengan miedo a profesiones como estas. ¿Por qué hay menos mujeres que se lanzan menos a dar el paso? Porque previamente no ha habido otras.
La dirección de orquesta sigue siendo un terreno vedado para las mujeres...
Sí. Tenemos que reconocer que solo se necesita una persona para dirigir. Por otro lado, la dirección de orquesta tiene mucho que ver con la experiencia, algo que se consigue con los años. Eso nos pilla a las mujeres, en muchos casos, en un momento en el que nos obligan a hacer renuncias, que en realidad no deberían existir. ¿Por qué tengo que renunciar a la maternidad o a cuidar a mis hijos por la profesión? Somos muchas mujeres las que estudiamos dirección de orquesta, muchas las que tenemos un título y muy pocas las que nos dedicamos a ello, menos las que somos titulares de una orquesta (tres o cuatro). El problema no es renunciar, es que la sociedad nos obliga a hacerlo. Si yo quiero renunciar, yo renuncio, pero es esa falta de libertad para hacerlo o no...
Alguna vez ha comentado que se ha encontrado con comentarios subliminales y discriminatorios como directora de orquesta...
Sí, desde el principio. Cuando era pequeña me decían “¿pero tú conoces a alguna?” o lo trataban como si simplemente fuera mi hobby. Afortunadamente dentro de mi círculo cercano nunca se produjeron y con el tiempo ya no pasa tanto, pero antes sí. En entrevistas me han llegado a preguntar que cómo me apaño al tener una hija y que cómo me visto para dirigir la orquesta, y yo pensaba: pero “¿esto se lo harías a un hombre? ¿les preguntas a ellos si se ponen pajarita blanca o verde?”.
En el otro lado, en la orquesta infantil que dirijo siempre me han visto como la directora, lo que da cuenta de que los prejuicios se construyen. El primer día que les dirigió un hombre les llamaba la atención y yo les decía “sí, pero no pasa nada, que también sabe dirigir” (risas). Si les mandas hacer un dibujo de una orquesta, dibujan a una chica porque es la referencia que tienen. Por eso ahí los medios de comunicación tenéis un papel fundamental de rescatar del olvido a grandes músicas que han sido silenciadas.
Los roles de género han asociado tradicionalmente el mando y la autoridad a los hombres. ¿Este prejuicio le ha afectado de alguna manera?
Se cuestiona mucho el liderazgo de la mujer porque hay muchos estereotipos, también por ejemplo con el tema de la voz. Yo tengo una voz muy aguda y cuando me enfado todavía lo es más, así que tienes que intentar impostar la voz porque normalmente así suelen tomarte más en serio. Siempre ha habido ese modelo de hombre director de orquesta de mando duro y dictatorial. Al principio de mi carrera, todo ese remanente estaba en mi cabeza y me decía a mí misma “tengo que mandar y ser dura, no puedo comunicarme con los músicos de igual a igual porque estoy por encima”. Con el tiempo me fui dando cuenta de que eso no funciona y que había que cambiar el modelo y yo creo que a eso también se están sumando los directores.
¿Ha sentido o siente que su profesionalidad es cuestionada por ser una mujer?
Sí. Yo creo que tienes que demostrar más tu profesionalidad y que las mujeres que tenemos un bagaje y una experiencia, aún así no somos tan conocidas en este mundo. Aún es cierto que yo soy muy exigente de por sí conmigo misma. Pero yo creo que se han dado casos de invitaciones que me han hecho a dirigir alguna orquesta porque quedaba muy moderno invitar a una mujer, no porque quisieran a una persona profesional y experimentada. Un fallo en un hombre es “ha tenido un mal día” y un fallo en una mujer es “claro, se que se veía venir”. En ese sentido, yo creo que hay muchos directores que se preparan muchísimo, pero también que hay algunos que se preparan al 100% y están en puestos mucho más relevantes que mujeres que se preparan al 500%.
En cuanto al tema de las referentes, hay grandes compositoras que han sido borradas de la Historia...
Sí, sin ir más lejos, Mozart tenía una hermana que era un niña prodigio, pero además tenía otro detrás que también. Está el caso de Fanny Mendelssohn, hermana del conocido compositor, o de Alma Mahler, mujer del compositor Gustav Mahler.
Durante muchos siglos a la mujer no se le permitía estar en determinados ámbitos y se veía como algo invasivo que una mujer pudiera firmar con su nombre un libreto, firmaban con pseudónimos masculinos. Después se han hecho investigaciones y se ha determinado, por ejemplo, que 'El Amor Brujo' es de una mujer, pero siempre se dice que es de un hombre. La primera mujer que estrenó una opera en España, María Rodrigo, tuvo que emigrar. Son esos privilegios que durante tanto tiempo han tenido los hombres.
En los centros educativos, de hecho, pocas veces se estudian compositoras...
Eso es. Como tampoco hay científicas, pasa en todos los ámbitos. Incluso ni siquiera en el conservatorio. Luego es que es muy difícil rescatar obras. Hay millones de partituras de hombres, muy poquitas de mujeres, pero tampoco tenemos acceso tan fácil a estas partituras. ¿Cuántas obras de mujeres estarán perdidas en un cajón y nunca salen a la luz? Los directores y directoras tenemos un papel ahí importante, pero es complicado también por tema de falta de ayudas económicas, por temas de derechos, de encontrar partituras y que no estén en buen estado y precisen de una inversión previa.
También dirige orquestas de niños y niñas. ¿Cómo es la experiencia?
Es muy laborioso, pero muy gratificante. Dirijo a niños de entre ocho años y 14 e integramos diferentes edades porque los mayores se sienten protectores de los pequeños y éstos cuentan con referentes mucho más cercanos. Yo soy consciente de que no todos los niños que han pasado por nuestra orquesta infantil van a ser profesionales de la música, pero van a ser público crítico con la cultura. La música debe ser obligatoria en todas las facetas de la educación porque con ella se pueden adquirir muchos valores que son muy importantes en la formación de los niños y adolescentes: trabajo en equipo, aprender a compartir, diálogo o que el reconocimiento del que tienes al lado, también es valor para ti.