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Las lluvias de octubre a enero caen un 25% y auguran conflictos por falta de agua para satisfacer al regadío

Embalse de Iznájar (Málaga, Granada y Córdoba) en agosto de 2021.

Raúl Rejón

4 de febrero de 2022 00:34 h

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No ha llovido cuando tocaba. Y eso, cuando llegue el consumo masivo de agua de cada temporada ligado a la campaña de riegos, augura conflicto. Las precipitaciones durante los meses más húmedos del curso, de octubre a enero, han caído un 25% respecto a la media, así que las reservas están muy por debajo del año pasado y del promedio de la década y el lustro.

Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) son claros: “Este primer tercio del año hidrológico es el octavo más seco de la serie histórica que inicia 1961 y el segundo más seco del siglo XXI”, explica su portavoz Rubén del Campo.

La cuestión es que, ahora, el sistema de reservas de agua, exprimido por un consumo intensivo, se ha quedado en mínimos de la última década cuando se ha cerrado la parte del año donde más debería reponerse. “Como hemos estado apurando el sistema durante varios años, ahora nos encontramos con pocas reservas, es decir, poca capacidad para actuar”, cuenta Rafael Seiz, responsable del programa de aguas de WWF.  

Precipitaciones acumuladas en el primer cuatrimestre del año

hidrológico 2021-2022*

Comparación con la acumulación media registrada ese mismo cuatrimestre en el periodo 1981-2010.

El año hidrológico empieza el 1 octubre y termina el 30 de septiembre del año siguiente

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* A 22 DE ENERO DE 2022. FUENTES: MITECO y AEMET

Precipitaciones acumuladas en el primer

cuatrimestre del año hidrológico 2021-22*

Comparación con la acumulación media registrada ese mismo cuatrimestre en el periodo 1981-2010. El año hidrológico empieza el 1 octubre y termina el 30 de septiembre del año siguiente

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En la provincia de Pontevedra ha llovido entre un 50 y un 75% de lo registrado en el periodo 1981-2010

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* A 22 DE ENERO DE 2022. FUENTES: MITECO y AEMET

Basta con echar un vistazo al mapa de colores que ilustra el porcentaje de precipitaciones acumuladas en lo que va de año hidrológico (que va de octubre a septiembre). Grandes extensiones que cubren áreas en Galicia, Castilla y León, Extremadura o Catalunya oscilan entre bajadas del 25 y el 50% de lluvias. Buena parte de las provincias del Levante y Andalucía están entre el 50 y el 75% de bajada. En Granada, Almería, Málaga y algunas islas del archipiélago canario el desplome es aún mayor.

Y a esto se le superpone que la crisis climática agudiza la irregularidad de las lluvias en un país vulnerable al calentamiento global como España. Los científicos van constatando cómo –a medio y largo plazo, no un año concreto– las precipitaciones son más escasas y torrenciales.

Así que, al empezar febrero, el agua embalsada no llega al 45% cuando la media de los últimos cinco años está en el 58% y la de la década, en el 59,8%. En abril comienza, oficialmente, la campaña de riegos en las confederaciones hidrográficas, que dura hasta el 30 de septiembre. El 75% de todo el consumo de agua en España se dedica a la agricultura.  

Seiz explica que “los embalses deberían sustituir las variaciones de recursos propios de las estaciones, pero se ha utilizado ese agua casi al límite con la esperanza de que habría una temporada de lluvia copiosa que los repondría y no ha llegado. De hecho, un año más o menos normal, como el anterior, no sirvió para eso y este está resultando más seco”.



Efectivamente, el curso 2020-2021 tuvo unas precipitaciones, en general, en la media histórica, según los datos de la Aemet recopilados en el Boletín Hidrológico del Ministerio de Transición Ecológica. Y, aun así, España demostró haberse quedado atascada en la escasez, que es la dificultad de hacer frente a las demandas de agua con los recursos disponibles: numerosas áreas de las demarcaciones del Guadalquivir, Guadiana, Andalucía oriental o el Segura presentaban escenarios de pre-alerta, alerta o emergencia por falta de agua para el nivel de consumo admitido, no por falta de lluvias.

Quejas de los regantes

Así que los regantes de Andalucía (Feragua) ya se quejaron al acabar su campaña de 2021 de que habían estado “asfixiados”, de que habían contado con “el 50% de la dotación de agua normal” y de que registraron una “merma importante sobre las cosechas”. El año pasado a estas alturas, las cuencas del Guadalquivir, Andalucía mediterránea y Guadalete-Barbate andaban muy por encima en agua acumulada respecto a febrero de 2022.

Otros regantes del Levante, Región de Murcia y Alicante se plantaron en mayo de 2021 enfrente del Ministerio de Transición Ecológica para protestar por las nuevas reglas del trasvase Tajo-Segura diseñadas para que haya más bombeos automáticos a cambio de que se traslade menos volumen de agua en los envíos regulares, no extraordinarios. También se enfadaron comunidades de regantes del Alto Guadiana por los recortes de las dotaciones de agua en la zona. En diciembre, las protestas venían de Extremadura.

“Se cumplen los presagios cuando se decía: cuidado como no llueva en otoño porque tendremos un año complicado”, cuenta Jesús Vargas, investigador de gobernanza del agua en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

Vargas subraya que “en octubre los riegos habían acabado y era más fácil hablar de que hacían falta restricciones porque, a lo mejor, acababa lloviendo, pero hoy tenemos los riegos a la vuelta de la esquina. No ha llovido y la serie histórica indica que habrá poca agua, así que tocan medidas”.

Rafael Seiz cuenta que “lo que se está haciendo en las confederaciones en estas fechas es repartir quién accede a más o menos agua. Qué cultivos funcionarán mejor, cuáles podrían resistir con menos agua y cuáles no van a recibir. Y cuando esa información llegue finalmente a los agricultores, pues puede surgir el conflicto”.

El escenario más probable: trimestre seco y cálido

La Federación de Comunidades de Regantes de España (Fenacore) ha hecho pública su preocupación: “Las temperaturas primaverales y la falta de lluvias provocan que los embalses se encuentren lejos de las capacidades de agua de años anteriores. Y las expectativas no son halagüeñas”.

Se cumplen los presagios cuando se decía: cuidado como no llueva en otoño porque tendremos un año complicado

Jesús Vargas, investigador de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Desde luego, el meteorólogo Rubén del Campo refuerza esta impresión ya que, calcula, “solo hay un 20% de probabilidades de que el trimestre febrero-marzo-abril traiga más lluvia de lo normal, un 30% de que sea normal y un 50% de que esté por debajo de lo normal en la mayoría de la península. El escenario más probable es que sea más seco de lo normal y también más cálido”.

La divergencia llega a la hora de plantear qué estrategia seguir. Los regantes apuestan por reforzar las infraestructuras para mantener al máximo el agua disponible que reclaman frente a la alternativa de ajustar la demanda a las posibilidades. “Va a haber restricciones porque el agua no da. Los números no salen para regar toda la superficie que hay”, responde Jesús Vargas desde la demarcación del Guadalquivir, cuya confederación ha pedido al Gobierno que emita un decreto de sequía con medidas.

En todo caso, el abastecimiento para el consumo humano es la prioridad de la Ley de Aguas, que sitúa este consumo como el primero por garantizar. “Para regadío puede compensarse económicamente, autorizarse riegos de emergencia para ciertos cultivos o para aquellos que lleven aparejados más puestos de trabajo”, matiza el investigador.

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