La mitad de las provincias desconoce el origen de al menos el 50% de los casos de coronavirus que detecta
A medida que España se adentraba en la desescalada y se abría a la vida social y económica tras el confinamiento de la primera ola, el gran reto era atajar los esperables rebrotes que fueran produciéndose. Ser capaces de asociar los nuevos contagios a focos concretos y así controlarlos era el objetivo ideal, sin embargo, en poco tiempo la transmisión comunitaria acabó imponiéndose y se perdió el rastro de una buena parte de los casos. Eso es precisamente lo que mide la trazabilidad, uno de los indicadores usados por Sanidad para monitorizar el ritmo de la pandemia. Según el último informe detallado del Ministerio, casi la mitad de las provincias desconoce el origen de al menos el 50% de los casos que detectan, es decir, son incapaces de vincularlos a otro contagio y tienen este parámetro en el nivel de riesgo “alto” o “muy alto” del semáforo de alertas.
Así se desprende de la última actualización de los principales indicadores epidemiológicos con la información que notifican las comunidades autónomas, publicada el pasado jueves. En medio de la tercera ola, que está dejando incidencias récord, la transmisión se ha desbocado en muchos puntos del país, y algunos han perdido el control de una bolsa importante de los contagios. Una docena de provincias, entre ellas Tarragona (8,4), Madrid (15%), Barcelona (20,7%) o León (24%) registran niveles de trazabilidad que no superan el 30%, es decir, en estas provincias solo se conoce el origen de uno de cada tres positivos o menos. Una proporción similar de provincias están entre el 30 y el 50%: Girona, Salamanca o Sevilla no alcanzan el 40%, mientras que Lleida o Burgos rozan la mitad.
En el otro lado de la tabla están los territorios que trazan la mayor parte de sus contagios. Ninguna llega al 90%, que sería “un mínimo ideal alcanzable con bajas incidencias y con transmisión del virus asociada a brotes y no generalizada, como ocurre ahora”, explica el exdirector de Acción Sanitaria de la OMS, Daniel López-Acuña. Pero tres –Murcia, Ciudad Real y Las Palmas– sí superan el 80% y en una docena, al menos siete de cada diez infecciones se trazan. El resto fluctúa entre el 50 y el 65%, entre ellas Soria, Zaragoza o Cáceres, que tienen este indicador en un nivel de riesgo “medio”, de acuerdo al semáforo. Este mecanismo, acordado por Sanidad y las comunidades hace dos meses, permite ubicar a cada territorio en una de las cinco posiciones de alerta en base a varios indicadores, entre ellos la trazabilidad, pero también la incidencia acumulada o la ocupación hospitalaria.
El documento explica que tienen trazabilidad aquellos contagios que se recogen como contactos de otros positivos confirmados. Es decir, son casos de los que conocemos quién les contagió. Se trata de un parámetro especialmente importante porque en el fondo está midiendo si el sistema es capaz de seguir las cadenas de transmisión. Fernando García, portavoz de la Asociación Madrileña de Salud Pública, lo explicaba así cuando Sanidad aprobó el semáforo: “Cuando no se detecta el origen del contagio, en muchos casos es porque hay transmisión comunitaria generalizada y entonces no se conocen las cadenas de transmisión. Esto hace que no podamos intervenir en ellas con el aislamiento de casos y cuarentena de contactos, por lo que seguirán transmitiendo”. Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología, añade que se trata de un “indicativo” del nivel de control de la pandemia y “significa que están escapándose casos porque los contagios no vienen mágicamente; todo el mundo se contagia de otro”.
Cuando el rastreo se complica
Cuando el sistema identifica un contagio, se activa la estrategia de detección precoz y los rastreadores deben realizar el estudio de contactos al menos de los tres días anteriores al inicio de síntomas, llamarles uno a uno para hacerles la prueba e indicarles aislamiento. Es lo ideal para conseguir romper las cadenas de transmisión. Sin embargo, en la práctica, porcentajes bajos de trazabilidad están estrechamente relacionados con algunas variables, apuntan los epidemiólogos y expertos en Salud Pública: por un lado, “con el músculo y los recursos que tengan las estructuras encargadas del rastreo”, señala María Urtasun, investigadora en Salud Urbana y Epidemiología Social, y por otro “con el momento en el que estemos”. Con una transmisión comunitaria “elevada” como la actual, la trazabilidad “es mucho más complicada” y “desborda” a los ya exiguos servicios de Salud Pública, “que no dan abasto”.
Sanidad habla ya del “pico” de la curva y de la ralentización de la velocidad de contagio, pero aún España registra incidencias acumuladas muy elevadas –este martes, de casi 900 casos por cada 100.000 habitante en 14 días– que señalan un nivel de transmisión “que hace muy difícil mitigar la baja trazabilidad en algunos sitios si no se cortan de raíz las interacciones sociales”, añade López-Acuña, que alude a que “en los casos en los que hay una incidencia alta y bajo índice de trazabilidad, no queda otra que escalar en medidas restrictivas”. Es el caso de una buena parte de las provincias: Badajoz, por ejemplo, registra una IA de más de 1.600 y el 40% de los casos son desconocidos, mientras Valencia rebasa las 1.300 infecciones por cada 100.000 habitantes y tiene un 25% de trazabilidad.
Pero, además, hay interacciones y espacios que son más difíciles de trazar que, por ejemplo, el ámbito familiar, y que implican, cree Gullón, “todo lo que que está fuera de los contactos más primarios, que son amigos, convivientes o compañeros de trabajo, y que hacen más complicado identificar las cadenas de transmisión”. López-Acuña explica que “se da cuando no puedes seguirle la pista a la conexión” porque “se ha producido el contagio, pero la persona no sabe de dónde vino. O no se acuerda, o dice que no se acuerda o directamente lo desconoce”. Normalmente, señala, solemos tener la “noción clara” de con quién hemos estado “cuando pertenecen a nuestro entorno”, pero “también puede haber riesgo en interacciones anónimas” o “sin registro pleno de quién estuvo”, y más aún en el caso de “personas que tienen una actividad muy intensa”. Podría darse “en el transporte o incluso con quienes estaban sentados en la mesa de al lado en un bar sin distancias y sin buena ventilación”.
Más allá del escenario de transmisión y de la dificultad añadida en algunos ámbitos, los especialistas reiteran la necesidad de reforzar el rastreo y hacerlo de forma exhaustiva. “En momentos de pico, deberían intensificarse los recursos humanos y, aunque se complique por la alta incidencia, no debemos dejar de hacerlo”, cree Urtasun. Cuanto más profundo sea, más porcentaje de casos con origen conocido habrá porque es el resultado tanto del estudio de contactos –positivos que surgen cuando se hace PCR a las personas con las que ha estado un confirmado– como del llamado “rastreo retrospectivo”. Según explicaba Fernando García a este medio se trata de hacer un “rastreo hacia atrás”. Ello no solo implica “que busquemos los contactos estrechos de un caso índice (rastreo hacia adelante), sino que mediante la investigación intentamos encontrar quién ha contagiado” a ese caso primario que llega a una consulta con síntomas.
Junto al impulso de la aplicación Radar COVID, que “sería una herramienta complementaria”, López-Acuña apunta también a la importancia de preguntar por los contactos de los positivos más allá de los tres días anteriores al inicio de síntomas, algo que, asegura, Asturias, de la que es asesor, ha empezado a hacer recientemente. “Si te vas más para atrás en el tiempo, lograrás más trazabilidad, es una medida importante que debemos asumir, porque no se trata solo de rascar en la superficie, que creo que es el rastreo que hemos hecho en general, sino de intentar ir mucho más a fondo”. Gullón menciona también otro fenómeno que ha podido influir en la trazabilidad reciente, al menos en los territorios más afectados por el temporal de nieve y frío que azotó España a mediados de enero: “Creo que ha podido haber un sesgo de detección porque ha habido menos acceso a Atención Primaria, al menos de los casos asintomáticos. Puede que no se hayan detectado todos, y que esos hayan generado otros contagios, por lo que no se logra llegar al originario”, desliza el experto.
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