El 22 de agosto, en un apartamento romano, el ex nuncio Viganò terminó de preparar la bomba contra Francisco. Una carta de 11 folios, basada única y exclusivamente en su testimonio, sin prueba alguna, en la que acusaba al Papa de encubrir los abusos sexuales del ex cardenal Theodore McCarrick, saltándose una supuesta sanción de Benedicto XVI contra el purpurado norteamericano. Hoy sabemos que no fue Viganò quien escribió la carta, sino que contó con la pluma de uno de los vaticanistas más furibundamente anti-Bergoglianos: el italiano Marco Tosatti.
Según ha revelado el propio periodista, fue él quien reescribió las impresiones del arzobispo contra el Papa, y quien le convenció del impacto que supondría publicarlas después de conocerse el informe de Pensilvania, y justo durante el viaje de Francisco a Irlanda, una de las cunas de la pederastia clerical. Un “golpe de Estado” en toda regla, tal y como confirman en privado fuentes vaticanas, que oficialmente mantienen el silencio que se autoimpuso Francisco en el vuelo papal, a la espera de que los ultraconservadores puedan lanzar alguna otra bomba.
“Le dije que teníamos que trabajar en él porque no tenía estilo periodístico”, afirmó Tosatti, quien aseguró haber convencido a Viganò para eliminar las denuncias que no podían sustentarse o documentarse “porque tenía que ser absolutamente irrefutable”. Sin embargo, como ya publicó eldiario.es, la mayor parte de las acusaciones se desmienten por sí solas.
Se desconoce el paradero de Viganò
Entretanto, el ex nuncio guarda silencio, y se desconoce su paradero desde la publicación de los ataques contra el Papa. De este modo, la reconstrucción de Tosatti es la única versión sobre la elaboración del documento. Según la misma, el periodista y Viganò trabajaron durante tres horas en la redacción de la nota.
Una vez escrita, el vaticanista buscó y encontró publicaciones dispuestas a publicarlo al completo: el pequeño diario italiano La Verita, el National Catholic Register, que se edita en inglés, y en español InfoVaticana, todos ellos medios ultraconservadores que, como el propio Tosatti, han hecho de la crítica a Francisco su leit motiv y que decidieron publicar la carta durante el viaje del Papa a Irlanda, para que el impacto de la bomba se multiplicase.
Otro periodista italiano, Aldo Maria Valli, también afirmó que Viganò se puso en contacto con él, y le pasó el texto para publicar en su blog, una vez consensuado con Tosatti. A su vez, y tal y como informa The New York Times, el consejero delegado de la cadena de televisión católica EWTN (también conocida por su conservadurismo y propietaria del National Catholic Register), Timothy Busch, subrayó que habían podido confirmar personalmente “que Benedicto XVI había confirmado la versión dada por el arzobispo Viganò”, por lo que se decidieron a publicarla.
De nuevo, falso. Tal y como ha asegurado, tajantemente, el secretario personal del Papa emérito, George Gänswein, “el papa Benedicto no ha hecho ningún comentario sobre el informe del arzobispo Viganò y no lo hará”. En declaraciones al diario alemán Die Tagespost, Gänswein fue muy claro al responder a la pregunta de si Ratzinger conocía la versión del ex nuncio. “¡Fake news! ¡Noticias falsas!”, alegó.
Entretanto, y tras un descanso de dos días, Francisco participa esta mañana en la audiencia pública de los miércoles en la plaza de San Pedro. Frente a lo publicado por algunos medios italianos, que apuntaban que el Papa estaba “amargado” tras la publicación del informe de Viganò, la Sala Stampa del Vaticano aseguró que “no está amargado, sino trabajando como siempre”.