¿Qué puede pasar tras el veto a las atletas trans de las competiciones?
La Federación Internacional de Atletismo ha decidido este jueves prohibir la participación de las mujeres trans que hayan iniciado la transición tras la pubertad en las competiciones internacionales. La cascada de anuncios de los organismos nacionales es inminente: la española ya dicho que aplicará el mismo criterio, pese a que no hay en este momento ninguna atleta trans de alto nivel. Ni que despunte, ni que no lo haga. Tampoco hay evidencia de una hipotética ventaja, reconocen desde la World Athletics, que aplicará esta medida a partir del 31 de marzo para priorizar “la integridad de la competición por encima de la inclusión”.
Hasta hace unos meses, era el Comité Olímpico Internacional el que establecía los criterios para participar en las distintas competiciones. Sin embargo, el organismo internacional terminó por dejar en manos de las federaciones estos requisitos, lo que ha abierto la puerta a regulaciones más restrictivas de las que existían hasta ahora para las personas trans y que estaban basadas, principalmente, en reducir sus niveles de testosterona durante un periodo de dos años.
La decisión, que no afecta a aquellas mujeres que hayan comenzado a hormonarse de niñas, tiene implicaciones más allá del deporte de élite y puede suponer recelos incluso en competiciones inferiores o de base. La exatleta trans y asesora del COI Joanna Harper sí considera que la decisión del World Athletics es “desafortunada para la comunidad trans”. “Las personas trans ya son mucho menos propensas a participar en deportes de base y esta medida solo exacerbará el problema”, señala. “Como medida [en los reglamentos] en el deporte de base no va a tener repercusión, pero el estigma que va a crear dentro de los y las menores trans y el resto de compañeras por supuesto que va a existir. El problema es la discriminación social y que a esa niña trans se le diga que no puede competir”, lamenta el vicepresidente de la FELGTB, Mané Fernández.
La Real Federación Española de Atletismo seguirá los mismos criterios que la internacional y deja en manos de las autonómicas las respectivas decisiones.
Rugby y natación, las primeras
El debate sobre la participación de las mujeres trans en el deporte en general no es nuevo y se reabre cada cierto tiempo. La World Rugby y la World Aquatics, como ha hecho ahora la World Athletics, ya les prohíbe competir y en aquellas disciplinas en las que pueden participar surgen críticas cada vez que despuntan, pese a que cumplan con los niveles de testosterona en sangre que marcan los organismos internacionales.
En los Juegos Olímpicos de Tokio la polémica saltó por la participación en halterofilia de Laurel Hubbard. Desde los sectores que se oponen a la participación de mujeres trans en competiciones deportivas estimaron que la primera atleta trans en participar en unas Olimpiadas jugaba con ventaja, pero la realidad fue bien distinta: Hubbard se retiró tras fallar los tres primeros intentos. En otros casos, el debate llega azuzado por bulos que se viralizan en las redes sociales, como el video que circuló hace un par de semanas en el que aparecen dos mujeres cis de diferentes tallas compitiendo en artes marciales. La de mayor envergadura era la luchadora brasileña Gabrielle García, que en ningún momento ha dicho ser trans.
El año pasado, la nadadora Lia Thomas batió récords en su vuelta a las piscinas, tras ausentarse desde 2019 para comenzar su transición y disminuir su nivel de testosterona para cumplir con las reglas establecidas por la Asociación de Deportes Universitarios de Estados Unidos (NCAA). Pese a cumplir con las normas, un grupo de familias de otras nadadoras elevaron una queja a este organismo. La disyuntiva a la que parecen enfrentarse los organismos nacionales e internacionales es si hay que elevar las restricciones hasta que las mujeres trans puedan participar, pero no ganar.
Ya a raíz del caso de Thomas la investigadora de la Universidad de Vigo y asesora del COI María José Martínez Patiño consideraba que el debate, “lejos de terminar, no acaba más que de empezar”. Aunque defendía analizar “caso por caso”, señalaba que “aunque se disminuyan los niveles hormonales, es complicado pensar que el nivel deportivo ha bajado en este tiempo al nivel de una mujer [cis]” porque “tiene mucha importancia la memoria muscular, el bagaje previo que ha tenido antes de la transición y eso va a permanecer y otorgar ventaja”. Seis meses después, la Federación Internacional de Natación excluía a las mujeres trans de sus competiciones, con el voto a favor del 71,5% de los representantes nacionales.
Según ha indicado el presidente de World Athletics, Sebastian Coe, la nueva normativa se aplica para “proteger el deporte femenino”, aunque el propio organismo afirma que “actualmente no hay atletas trans compitiendo a nivel internacional en atletismo y, en consecuencia, no hay evidencia específica del impacto que podrían tener en la equidad de la competición”. Es decir, la decisión de excluir a las mujeres trans se ha tomado sin comprobar si realmente participan o no con ventaja, algo para lo que se creará un grupo de trabajo que abordará el tema durante el próximo año.
Ese grupo contará con un presidente independiente, tres miembros del Consejo, una atleta trans, tres representantes de las federaciones y del departamento de ciencia y salud de la World Athletics y se compromete a “revisar y/o encargar investigaciones adicionales en aquellos puntos donde ahora son limitadas”, para emitir recomendaciones ante esta decisión que, por el momento, es reversible.
“Nos guiaremos en esto por la ciencia en torno al rendimiento físico y la ventaja masculina que, inevitablemente, se desarrollará en los próximos años. A medida que haya más evidencia disponible, revisaremos nuestra posición, pero creemos que la integridad de la categoría femenina en el atletismo es primordial”, ha dicho Coe, que ha señalado que pretende priorizar “la integridad de la competición por encima de la inclusión”.
En el comunicado, la organización señala que durante los primeros dos meses de este año ha estado en contacto con “varias partes interesadas” (las federaciones nacionales, los entrenadores y el COI) y “grupos representativos de Derechos Humanos y trans”.
“Una discriminación sobre el miedo”
“Es una discriminación sobre el miedo, porque la misma federación viene a decir que aunque no hay casos, por si acaso van a prohibir [participar a mujeres trans]. Creemos que habría que investigar, estudiar y ver qué pasa antes de decir claramente que no, porque se están basando en un miedo irreal. Una prohibición sobre nada no deja de ser una discriminación”, considera Fernández, que asegura que este tipo de mensajes “duplican la transfobia social”.
Joanna Harper señala que “no hay una sola persona trans que haya supuesto un hito en el atletismo internacional, aunque sí ha habido algunas atletas trans que han tenido éxito en eventos de veteranos”, algo que no ve “problemático” en este momento.
Harper publicó en 2015 un estudio en el que analizaba la marca de ocho atletas antes y después de comenzar su terapia hormonal. El resultado fue una disminución de en torno al 10%, que suele ser la diferencia entre las categorías masculina y femenina. La experta no niega que las mujeres trans puedan tener ventaja en las competiciones, pero también existen factores que les juegan en contra. “Son, en promedio, más altas, más grandes y más fuertes que las mujeres cis, lo que puede ser ventajoso en lanzamiento o salto de altura. Sin embargo, la capacidad aeróbica y la fuerza muscular descienden. Además, tienen desventajas sociológicas y psicológicas. No está claro cómo se desarrollan estos pros y contras”, explica a elDiario.es.
Otros estudios señalan que se mantiene cierta ventaja, al menos en determinadas actividades, incluso después de reducir la cantidad de testosterona. Un trabajo publicado en el British Journal of Sports Medicine en el que se analizaba el rendimiento de 29 hombres y 49 mujeres trans de la Fuerza Aérea de Estados Unidos señala que ellas mantenían una ventaja del 10% a la hora de realizar flexiones y de un 6% para los abdominales respecto a las mujeres cis, durante los primeros dos años después de tomar hormonas.
Las medidas anunciadas por el organismo, que tiene el monopolio del atletismo de élite a nivel internacional, también afectan a las mujeres cis. Trans o no, las mujeres que participan en competiciones deportivas a alto nivel ya tenían que controlar sus niveles de testosterona. El caso más sonado es el de la atleta sudafricana y bicampeona olímpica Caster Semenya, que produce tres veces más testosterona que la media de mujeres. La Federación Internacional ya le prohibió participar en Tokio y ha sido apartada de varias competiciones ante su negativa a medicarse para reducir esta hormona en su cuerpo.
Ya entonces la deportista recurrió al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, alegando que “no es aceptable exigir a mujeres negras, o a cualquier mujer que se someta a cirugías invasivas o a tratamientos hormonales antiéticos que restrinjan sus funciones biológicas para competir”. Pero el de Semenya no es el único caso; en aquellas olimpiadas, las atletas namibias Christine Mboma y Beatrice Masiling también fueron excluidas por superar los niveles hormonales.
Hasta ahora, el límite estaba en los 5 nanomoles por litro de sangre, pero la World Athletics ha decidido rebajar aún más el nivel máximo permitido, hasta los 2,5 nanomoles. “En cuanto a la normativa DSD (mujeres con diferencias de desarrollo sexual), World Athletics cuenta con más de diez años de investigación y evidencia de las ventajas físicas que tienen estas deportistas en la categoría femenina”, señalan.
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