Los cálculos científicos están hechos: para tener verdaderas posibilidades de que la Tierra no se recaliente más de 1,5ºC a finales de siglo (lo que evita los peores golpes del cambio climático) las emisiones humanas de CO2 deberían caer casi un 50% en 2030. Y ser casi nulas en 2050.
El siguiente paso es saber cómo. El mundo se dotó en 2015 de un plan: cada país se comprometía a hacer el máximo y plasmarlo en unas medidas. Lo que ocurre es que la mayoría de los planes son insuficientes para conseguir ese objetivo. La revisión más reciente que ha realizado la ONU indica que todos esos compromisos combinados proyectan un calentamiento de unos 2,5ºC. La organización Climate Action Tracker califica los proyectos de todos los países como se ve en el gráfico.
Lo que hace esta revisión es analizar si los planes presentados por los firmantes del Acuerdo de París se ajustan a lo que la ciencia indica que hace falta para cumplir el objetivo ideal de ese acuerdo.
Los principales contaminadores se quedan cortos: China, India o Canadá tienen planes “altamente insuficientes”. Estados Unidos, la Unión Europea, Australia o Brasil, “insuficientes”. Rusia presenta un plan “críticamente insuficiente” para el objetivo del 1,5ºC. Debajo pueden verse de manera más pormenorizada los datos según el nivel de cumplimiento.
Un grupo de científicos ha publicado poco antes de la COP27 un manifiesto que advierte de que ese objetivo ya es de facto inalcanzable y que no cabe seguir publicitándolo. Sin embargo, la ONU insiste en que “cada fracción de grado salva vidas”.
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