ENCUESTA
Remedios contra la crisis de confianza: ¿deben vacunarse los políticos con AstraZeneca para dar ejemplo?
Este miércoles, España retomó la vacunación con AstraZeneca en largas colas que reunían a gente con sentimientos muy diversos: los había convencidos, resignados, miedosos y recelosos. Es difícil medir cuánto ha afectado a la percepción del suero lo ocurrido con la farmacéutica en las últimas semanas, pero algunos sondeos indican que no ha resultado indiferente.
Después de que varios países de Europa paralizasen su uso hasta comprobar su relación con algunos casos de trombos, la consultora YouGov publicó que la confianza hacia la vacuna había descendido en Francia y Alemania, y que en Italia y España esa percepción caía casi a la mitad. Tras unos días, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) confirmó que AstraZeneca es “segura y eficaz” y los países retomaron sus planes de vacunación, incluso ampliando el rango de edad hasta personas de 65 años y mayores. No obstante, el desafío de desactivar el alarmismo y el rechazo de la gente sigue ahí para los gobiernos.
Boris Johnson fue el primer dirigente en inyectarse AstraZeneca y predicar con el ejemplo, a pesar de que Reino Unido no es un nido de reticentes, según las encuestas. Le siguió el primer ministro francés, Jean Castex, y pronto se vacunarán con ella sus homólogos Micheál Martin, de Irlanda, y el italiano Mario Draghi.
En España, el Ministerio de Sanidad lleva días incidiendo que la de AstraZeneca es una vacuna segura y avalada por las agencias al igual que la de Pfizer y Moderna. Pero algunos apuestan por ir más allá y que sean los propios políticos quienes se la inyecten para infundir confianza. Preguntada al respecto, María Jesús Montero, portavoz y ministra de Hacienda, dijo que el Gobierno “estaría encantado de vacunarse si eso contribuye a transmitir seguridad” y que podían “contar” con su brazo.
Así lo cree Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, una de las que guía a Sanidad en el plan de vacunación. “Tras todo lo acontecido con la vacuna de Oxford, hay que volver a generar confianza en la misma. Y creo que una estrategia acertada sería la de que nuestros políticos, todos, contribuyeran vacunándose con luz y taquígrafos. Ahí lo dejo”, expresó el vacunólogo en sus redes sociales. Pero no es el único que comparte esa opinión.
Para el urgenciólogo del Hospital Ramón y Cajal, César Carballo, que los “ministros y el presidente del Gobierno” siguiesen los pasos de Boris Johnson sería “un ejemplo para todos, porque nos va a costar conseguir la confianza de la población”. “Se ha creado un problema gordo con la vacuna de AstraZeneca, porque todo esto que ha ocurrido la ha desprestigiado mucho”, reconoce José Antonio Forcada, presidente de la asociación de vacunas ANENVAC. “Una amiga que es profesora de un centro profesional sanitario me dijo que muchos de sus compañeros estaban diciendo que no, que esperarían a otra vacuna”, se lamenta.
El proceso de desprestigio al que se enfrenta AstraZeneca es mayor que sus números, que siguen avalándola en seguridad, pero han rebajado su efectividad al 76%. Según los expertos, la población ha sido sometida a tantos mensajes contradictorios seguidos que lo natural era esperar una reacción adversa. Para evitarlo, Forcada recomienda hacer una “buena labor de pedagogía”, entre la que puede plantearse la vacunación de los políticos. “No que lo hagan todos, porque se nos acabarían las dosis, pero sí alguna figura significativa como el presidente del Gobierno, los ministros o los presidentes de las comunidades”, apuesta el portavoz de ANENVAC. Es cierto que ya hay un ministro vacunado con AstraZeneca, pero no precisamente en un acto público. Se trata de Miquel Iceta y ha sido porque le tocaba siguiendo la estrategia de vacunación de Catalunya, donde está empadronado.
¿Sería un gran acto de vacunación posible en el contexto de crispación actual? Los politólogos no lo tienen tan claro. “Los representantes públicos sirven como elemento para transmitir confianza, como cuando Fraga se bañó en la playa de Palomares después del accidente nuclear en 1996”, cree Lluís Orriols, doctor en ciencia política por la Universidad de Oxford y profesor en la Carlos III de Madrid. Pero también admite que “la polarización en España” haría “muy difícil que el gesto no se politizase y que hubiese lealtad desde la oposición”.
El adalid político es efectivo, pero no tanto en España
El mal comportamiento de los políticos es el quinto problema para los españoles, justo por encima de la sanidad. Lejos de haber mejorado su imagen durante la pandemia, el último CIS arrojó que el 7% piensa que ese es el principal escollo del país. Estos datos hacen difícil comparar nuestro país con otros que también están polarizados, como Estados Unidos. El último gesto político desde ese lado del Atlántico es la iniciativa de cuatro expresidentes, tanto republicanos como demócratas, de vacunarse frente a la sociedad para combatir al movimiento de los antivacunas.
“Se suele llamar un seudoacontecimiento: un evento mediático fabricado para generar un impacto positivo en la población”, explica Manuel Rodríguez, politólogo y codirector de la consultora Cámara Cívica. “No tendrían que hacerlo si no hubiese tantas personas reticentes a ponérselas ni tantas campañas de bulos sobre su seguridad”, añade. En su opinión, es una forma de “despolitizar el asunto mediante el relato de todos contra el virus”. Para poderlo exportar a España, según Sandra León, doctora en ciencias políticas e investigadora sénior en la Universidad Carlos III de Madrid, “dependería de la intensidad del problema”.
“Hay algunas personas que no se quieren vacunar, pero también una muy mala percepción de la clase política, y el efecto colateral entre la ciudadanía puede ser que los vean como ventajistas”, dice la experta. Lluís Orriols también apuesta por poner ambos elementos en una balanza. “¿Hay mucha desconfianza hacia esa vacuna? Mi percepción es que no. En cambio sí que hay una preocupación generalizada hacia los políticos”, analiza. “Te diría que es una medida contraproducente que puede generar más rechazo hacia ellos y menos ganas de ponérsela”, concluye. Manuel Rodríguez lo resume en que “para generar confianza hay que reducir la polarización, y la polarización da votos”.
Precampaña y el recuerdo de los políticos colándose
En plena precampaña de las elecciones autonómicas en Madrid, los expertos dudan de que esa imagen no fuera usada como arma arrojadiza. “Estamos en un momento de convulsión política, con mociones de censura que han fracasado y los políticos allanando el camino para las urnas”, declara Rodríguez, lo que “hace muy complicado escenificar esa vacunación”.
Hace dos meses, la única noticia que relacionaba a políticos con vacunaciones era la de quienes se inmunizaron por la puerta de atrás a la par que los más vulnerables. La crispación ciudadana resultante no se ha desvanecido y es otra de las cosas que juega en contra de la propuesta de algunos epidemiólogos. “Aquí hemos tenido la experiencia contraria y negativa: los políticos han usado su acceso a los recursos públicos para colarse por delante de sanitarios y personas mayores”, recuerda el codirector de Cámara Cívica. “Incidió en el sentimiento de que los políticos se sirven a sí mismos y no a la ciudadanía”, recoge Orriols.
Ese riesgo también se percibe en las consultas médicas. “No me gusta que nadie se cuele, es una falta total de ética, como ya ha ocurrido; pero en este caso, si es por dar ejemplo, estaría bien que fuera con Astrazeneca”, dice José Antonio Forcada, de ANENVAC. “En este ambiente de polarización habría que vacunar a todo el arco parlamentario y tenemos un problemas de dosis”, bromea Javier Padilla, médico y autor de los libros Epidemocracia y ¿A quien vamos a dejar morir?.
“Entiendo que se plantee después del desaguisado que han montado con AstraZeneca, pero creo que tiene un componente morboso porque parece que solo queremos ver si les da un trombo”, se sincera. De hecho, “los estudios sobre reticencia vacunal dicen que son las figuras de proximidad y no tanto las mediáticas quienes cambian la percepción entre la gente”, zanja el epidemiólogo. Padilla se refiere a los médicos de cabecera o a los profesores. Pero al ser grupos ya vacunados, la politóloga Sandra León propone a personajes de la cultura, “que no tienen por qué ser políticos”. “Es más, si fuera asesora de Pedro Sánchez, le diría que él no”, asegura.
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