Los presuntos abusadores de Granada se hacen llamar 'El clan de los Romanones'
Se hacen llamar 'El clan de los Romanones', en honor de uno de sus líderes. Son una docena, diez sacerdotes y dos laicos. Ultraconservadores de pensamiento, aunque con formas y prácticas muy modernas. Ellos son los presuntos abusadores y encubridores del caso de abusos sexuales que el papa Francisco ordenó investigar en la diócesis de Granada, y cuyo proceso judicial está a punto de concluir, detenciones incluidas.
Los sacerdotes no usan alzacuellos, tienen un alto nivel económico y disponen de muchos bienes, repartidos por Granada y la provincia, donde cuentan con diversas propiedades, amplias parcelas, incluso un dúplex en la playa. En todos estos lugares se produjeron, presuntamente, los abusos denunciados por Daniel y padecidos por varias víctimas más en los últimos años. Algunos son sacerdotes en parroquias de la capital y uno forma parte incluso de la curia diocesana.
Su líder es un exfocolar, y la espiritualidad del grupo pretende ser calcada a la del movimiento fundado por Chiara Lubich, aunque no han sido reconocidos por ellos. Es el clásico movimiento de los que salen de una organización y quieren fundar otra similar. Su “fraternidad” no está reconocida canónicamente, aunque se organizan como si lo estuvieran.
Se trata de un grupo organizado, sin personalidad jurídica, pero con fortísimos lazos internos entre ellos, algo perfectamente conocido por el clero y el Arzobispado granadinos. Muchos viven juntos al menos dos días a la semana (de domingo a martes) en un piso situado en el centro de Granada, junto a la parroquia asignada –hasta hace un mes– por el líder, uno de los tres suspendidos por el arzobispo. Y pasan muchos fines de semana juntos en la costa granadina.
La edad media del grupo ronda los 40 años, y controlan parroquias de Granada, del área metropolitana, de la Costa y de la Alpujarra.
La segunda llamada de Francisco
El papa Francisco está decidido a no dejar solo a Daniel, una de las víctimas de los presuntos abusos sexuales por parte de una docena de sacerdotes y laicos de Granada. Según ha publicado Religión Digital, tras la primera llamada del 10 de agosto, el papa volvió a telefonear a Daniel el 10 de octubre para invitarlo personalmente a la Comisión Vaticana de Víctimas de Abusos, y para pedirle perdón por la actuación del Arzobispado durante la investigación eclesiástica.
La cronología de los hechos a la que ha tenido acceso eldiario.es deja en evidencia el proceder del arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, que hoy tendrá que dar explicaciones sobre ello ante la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española. Así, se constata cómo tuvo que ser la víctima la que se pusiera en contacto con el arzobispo, quien en un primer momento le afeó el hecho de haberse dirigido directamente al Santo Padre.
Tras prometer una investigación exhaustiva, dos jueces del Tribunal Eclesiástico de Valencia interrogaron tanto al chico como a sus padres y, a comienzos de octubre, Martínez informó a Daniel de que sólo daba crédito a las acusaciones contra tres sacerdotes. En la conversación, sumamente tensa, el arzobispo quiso hacer creer a Daniel que el resto de los encausados (otros siete sacerdotes y dos laicos, todos ellos actualmente investigados judicialmente) eran víctimas como él.
Daniel salió indignado del arzobispado al conocer que los encubridores, a los que él mismo denunció con nombres y apellidos, iban a salir bien librados. Justo después recibió la segunda llamada del papa Francisco, quien, como prometió, ha seguido al minuto el proceso, y pidió perdón a la víctima por el modo en que se había llevado a cabo tanto el interrogatorio como las conclusiones. Y le animó a presentar la denuncia, como el chico hizo apenas cuatro días después.