Tasas más caras y menor libertad de elección: el abandono universitario golpea más a la pública que a la privada
El 21,4% de las personas que comienza un grado universitario en España —uno de cada cinco— no lo terminará. Ni ese ni ningún otro, según el U-Ranking, un informe sobre el sistema universitario de la Fundación BBVA y el Instituto Ivie. Otro 12,3% se cambiará de carrera sin que haya información sobre si acabará esta segunda opción.
Pero, como sucede con todo en la educación en España, el dato grueso esconde muchos matices. El abandono no es uniforme por el estado ni por el sistema. Afecta más a las universidades públicas que a las privadas y a las que ofrecen formación a distancia que las presenciales, igual que golpea más en comunidades autónomas que ofrecen alternativas al estudio (el atractivo laboral del sector turístico en las islas) o en aquellas donde los alumnos traen, en teoría, una peor formación de base en sus estudios de Secundaria, siguiendo, al menos, los informes PISA (Castilla y León, Navarra, Madrid o el País Vasco, las regiones con menos abandono universitario).
La economía y la exigencia
Así, el 26,5% de los estudiantes de las universidades públicas presenciales no acaba el grado en el que se ha matriculado y un 14,3% deja los estudios superiores definitivamente. En las privadas estos datos caen hasta el 19,8% y el 10,6%, respectivamente.
¿A qué se deben estas diferencias? A una menor libertad a la hora de escoger grado, al factor económico, a la exigencia académica y al acompañamiento a los alumnos. “Los menores abandonos en las privadas se asocian a sus criterios de entrada, menos limitativos que los del sistema público basados en una ordenación por nota que dificulta a veces que los estudiantes [de universidades públicas] puedan cursar el grado que desean”, explican los autores del informe.
El estudiante de la pública, según la nota que traiga de Secundaria y la prueba de acceso, podrá entrar en su grado favorito o tendrá que cursar la segunda o tercera opción. En las privadas, cumplidos los requisitos de tener la Secundaria y pagar la matrícula, libertad para elegir.
“El mayor nivel de renta familiar de los estudiantes de universidades privadas también puede frenar el abandono”, continúan los técnicos del IVIE. O, al revés, los estudiantes de la pública en ocasiones no se pueden permitir el coste de las matrículas (o el lujo de estudiar en vez de trabajar) y tienen que renunciar a su formación.
La generación de estudiantes que se ha seguido para elaborar este informe es la que entró a la universidad justo cuando el tasazo (la subida de precios que permitió Rajoy y ejecutaron las comunidades autónomas, cada una a su ritmo) golpeaba con más fuerza: los precios públicos llegaron a duplicarse en algunas regiones como Madrid o Catalunya. Otras, como Galicia y Andalucía, no los tocaron. En paralelo, el cambio del sistema de becas del ministro José Ignacio Wert provocó una caída en la cuantía que reciben los estudiantes: más madera para el abandono.
El problema con esta situación es que solo se puede demostrar con casos concretos, bajando estudiante a estudiante. “Para saber el impacto de esta circunstancia harían falta datos individuales”, explica Joaquín Aldás, investigador del IVIE. Por qué cada estudiante abandonó los estudios. “Pero es evidente que ha influido”, añade.
El argumento es recurrente en los últimos años entre sindicatos y asociaciones de estudiantes. Desde la Vicepresidencia de Política Universitaria de CREUP (la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas) explican que “suele suceder que alguien se quede sin beca a mitad de curso porque ha suspendido alguna asignatura por el hecho de que haya tenido que ponerse a trabajar”. Y ahí empieza el efecto dominó: “Esto conlleva segundas y terceras matrículas [sensiblemente más caras que las primeras] y ya no puedes compaginarlo con el trabajo para sufragar los gastos”, añaden.
¿Más nivel o menos exigencia?
El último argumento que esgrimen desde el IVIE para explicar la diferencia entre el abandono de los estudios en la pública y la privada es que “es posible que en la privada estén gestionando mejor el rendimiento académico y el seguimiento cercano de sus estudiantes, previniendo el abandono, pero la información en este sentido es limitada”.
La realidad es que son las universidades privadas las que ofrecen un mayor “rendimiento docente”, según el U-Ranking. Dicho de otra manera: son en las que más alumnos aprueban. El informe lo achaca, con la boca pequeña, a ese “seguimiento cercano de sus estudiantes”. Otros señalan a la tradicional mano amplia de los centros privados a la hora de aprobar a sus alumnos.
Además de las consecuencias que este abandono pueda tener individualmente para cada persona, en conjunto supone que 940 millones de euros invertidos en Educación por el Estado y los particulares se van por el fregadero cada año. La cifra supone un 11% del gasto total anual en Universidad.
Por último, uno de los datos más llamativos por su tamaño, aunque probablemente es muy lógico, es que en las universidades a distancia (UNED, Udima, UNIR, etc.) hay más estudiantes que nunca acabarán el grado en el que se matricularon que los que sí lo harán. El 62% de los alumnos deja la carrera y el 51,5% abandona la universidad.
Los responsables del U-Ranking explican que estos datos “reflejan la dificultad para los estudiantes de estas universidades de mantener la motivación y organizar de manera autónoma su formación. A esto hay que sumar el peso en estos centros de estudiantes que salieron de la secundaria hace tiempo y han interrumpido durante años la continuidad de los estudios, además del mayor porcentaje de estudiantes que compatibilizan los estudios con un trabajo y la dificultad de interactuar con otros estudiantes”.