Violencia de género a mitad de año: estamos igual de mal
Estaba casada desde hace más de una década con su agresor y tenía dos hijos menores de edad. Él la asfixió en su casa de Deia (Mallorca) el pasado 9 de junio. Un día antes, la mujer que fue golpeada por su marido casi hasta la muerte en Motril fallecía en el hospital donde estuvo un mes luchando por sobrevivir. Con estos casos, son 28 los hombres que han decidido acabar con la vida de 29 mujeres en lo que va de año.
En el ecuador de 2014, el número de víctimas mortales por violencia machista iguala al del año pasado, aunque supera, según los datos del Ministerio de Sanidad, al de mujeres que murieron a manos de sus parejas o exparejas en 2012. Entonces fueron 21, ocho menos que en el mismo periodo del año anterior.
De estas 28 mujeres solo nueve habían denunciado a su agresor. Y dos de ellas habían decidido retirar la denuncia. Solo una tenía las medidas de protección en vigor. Según datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, apenas prospera el 60% de las órdenes de alejamiento; medidas de prevención que se redujeron un 5,34% en el tercer trimestre de 2013 con respecto al año anterior. La mayor parte de las víctimas (18) convivía con su pareja y casi todas tenían entre 30 y 64 años.
En el mes de marzo se activaban todas las alarmas tras conocerse tres asesinatos en menos de 48 horas. Hasta ese momento, 2014 aparecía en las estadísticas como el año más trágico –a excepción de 2008– desde que se elaboran estadísticas sobre víctimas mortales de violencia machista.
Una mesa de diálogo fallida y decisiones unilaterales
Semejante repunte de la manifestación más brutal y visible de la desiguadad entre géneros –aunque no la única– llevó al Gobierno a aceptar la convocatoria de una mesa de diálogo entre partidos políticos y asociaciones para tomar medidas que ayuden a combatir la violencia contra las mujeres. Pero, por ahora, la iniciativa propuesta por los socialistas, que atribuyen este recrudecimiento a que el PP ha dejado de dar prioridad a esta cuestión, ha quedado en nada.
Sin embargo, la percepción del propio Gobierno sobre las medidas que ha puesto en marcha para luchar contra la violencia de género es bien distinta. El PP se felicitaba hace unos meses incluyéndolas en el listado de los 40 éxitos del Ejecutivo de Mariano Rajoy. En su argumentario, los populares también mostraban su voluntad de liderar un frente común contra la violencia de género, aunque las últimas medidas tomadas ante la escalada de muertes desmienten por sí solas esta idea.
De hecho, en una reunión que mantuvo en abril la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, con los responsables de Interior y Justicia, Jorge Fernández Díaz y Alberto Ruiz-Gallardón, se terminaron poniendo sobre la mesa cuestiones que la mayoría absoluta del PP en el Congreso había rechazado pocos meses antes. Entre ellas, que los juzgados de violencia sobre la Mujer puedan juzgar los quebrantamientos de condena; una medida que contemplaba una proposición de ley presentada por el PSOE en el mes de octubre y que fue desechada por el voto en contra del partido de Gobierno. También está previsto cambiar el cuestionario policial de valoración de riesgo de las víctimas para que sea más exhaustivo y revisar los casos que se hayan evaluado sin riesgo.
“Si descuidas alguna de las aristas, el conflicto estalla”
Todas estas medidas, que son valoradas de forma positiva aunque insuficiente por las asociaciones de mujeres, se han aprobado de manera unilateral, sin consultar al resto de actores involucrados en el combate por la erradicación de la violencia machista. “Esto es una lucha de largo recorrido, una carrera de fondo que no solo requiere de medidas dirigidas a atender a las víctimas y castigar a los agresores. Es un fenómeno poliédrico y, como tal, si descuidamos alguna de las aristas, el conflicto te estalla en la cara, como le ha ocurrido al Gobierno”, dice Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas.
“Es una realidad –añade Besteiro– que las partidas destinadas a políticas de igualdad y, más concretamente, a prevención se han reducido en estos últimos años. Como consecuencia, también de una coyuntura que genera dependencia económica, los datos nos están alertando de que las mujeres denuncian y se separan menos. Y eso aumenta el riesgo de homicidio”.
En los tres últimos meses del año pasado, las denuncias se redujeron un 2,3% en relación al mismo periodo de 2012. “Continúa habiendo una bolsa de maltrato oculta”, afirman desde el Observatorio contra la Violencia de Género, que también llaman la atención sobre el aumento de casi un 1% de las renuncias a continuar con el proceso judicial. Según datos de la misma fuente, la relación pasa a ser de 12,1 renuncias por cada 100 denuncias presentadas, cuando en 2012 fue de 11,7.
El índice de condenas por este delito tampoco ha dejado de reducirse desde la aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra Violencia de Género en 2004. Ha pasado del 61,47% en el primer semestre de 2006 al 50,75% en el mismo periodo de 2013 en los Juzgados de lo Penal. Y, lo que es más grave, en 2011 llegó a ser mayor el número de absoluciones que el de condenas; un hecho insólito que no ocurre con ningún otro delito en España.
El machismo recupera terreno
¿Estamos viviendo una reacción machista ante los avances? Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, considera que “las mujeres han dicho no a muchas imposiciones y, cuando eso ha ocurrido, algunos hombres han dado un paso más en la corrección y en la intimidación”. Para Besteiro, “el patriarcado se está rearmando a través de juicios cada vez más extendidos como la existencia de denuncias falsas o la imposición de la custodia compartida tras los divorcios”. “En este contexto, es muy peligroso escatimar medios”, agrega.
“Es cierto –sostiene Miguel Lorente– que con el paso del tiempo hemos ido bajando el umbral de lo que consideramos machista, especialmente si se trata de conductas violentas”. Y así lo confirma el primer estudio sobre la percepción de la violencia machista encargado por la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, que revela, entre otras cuestiones, que un 92% de los encuestados califica de “totalmente inaceptable” la violencia contra las mujeres.
“Esto es muy buena noticia, pero tampoco se nos puede pasar de la largo que el control, que es el origen de todo lo demás, sigue sin identificarse como violencia de género”, puntualiza Yolanda Besteiro. Según el citado estudio, más de un tercio de la población tolera diversas manifestaciones de control, como vigilar qué hacen las mujeres, cómo visten o lo que tienen en sus teléfonos móviles. Por eso, concluye Lorente, “es importante dejar bien claro que el machismo no puede reducirse solo a las dimensiones visibles, sino entenderlo como la propia desigualdad de base”.
En la calle, mientras, se retoma una tradición que ya se había extinguido: volver a salir el 25 de cada mes para reclamar medidas urgentes contra lo que muchas asociaciones ya denominan “terriorismo de género”.