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Entrevista Investigadora del Institute of Cancer Research

Victoria Sanz-Moreno, científica: “Se están haciendo pruebas en cáncer con terapias aprobadas para otras enfermedades”

Victoria Sanz-Moreno, investigadora del Institute of Cancer Research de Londres.

David Noriega

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El laboratorio de la investigadora Victoria Sanz-Moreno está entregado a la tarea de descubrir qué hace diferentes a las células que son capaces de escapar de un tumor y circular por el cuerpo humano hasta llegar a un órgano diferente de aquel en el que aparecieron. Descubrir esas vulnerabilidades de las metástasis, que provocan alrededor del 90% de las muertes por cáncer, abre la puerta a terapias que permitan atacarlas. Esta científica del Institute of Cancer Research de Londres ha liderado varios de esos hallazgos, con los que espera encontrar una cura ante uno de los diagnósticos más temidos. Mientras tanto, ella pide que no se asuste a los pacientes: “Las inmunoterapias están funcionando para curar a algunos pacientes. El tiempo no juega a nuestro favor, pero ahora mismo está habiendo un cambio en las investigaciones”, explica a elDiario.es durante una visita al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).

¿Cuáles son los puntos débiles de la metástasis?

Es lo que estamos intentando investigar, porque no todas las células de un tumor tienen la misma habilidad de formar una metástasis, que es bastante difícil. Las que lo hacen tienen que despegarse de la masa del tumor primario, invadir el tejido local y después incorporarse a un vaso sanguíneo o linfático, sobrevivir en ese ambiente y, al llegar al órgano secundario, salir de la circulación y sobrevivir también en él. En mi laboratorio nos hemos dedicado a ver qué es diferente en esas células que son capaces de superar todos los obstáculos versus las que no lo hacen. Por ejemplo, para hacer todo eso, una célula tiene que cambiar su esqueleto interno, el citoesqueleto, así que esa es una vulnerabilidad que podemos atacar. De hecho, hemos utilizado inhibidores de las proteínas ROCK y en distintos modelos preclínicos hemos visto que podemos parar la metástasis de melanoma a pulmón y de páncreas a hígado.

También llevamos bastantes años evaluando la idea de que una célula que se hace muy invasiva solo puede hacerlo si es capaz de evadir el sistema inmune, que va a intentar deshacerse de ella. Lo que ocurre es que esas células que son capaces de metastatizar se las arreglan para engañar al sistema inmune. Hemos descubierto que también han desarrollado la habilidad de engañar al sistema inmune y corromperlo para que trabaje para ellas.

¿Hablamos de tumores concretos?

Sí, en este caso lo hemos visto tanto en melanoma como en cáncer de páncreas y de mama.

Las células de cáncer que vienen de cualquier órgano que no sea el hígado, algo en común van a tener para sobrevivir en el hígado. Lo que nos interesa es encontrar esos eventos comunes entre varios tipos de cáncer

¿Estas investigaciones se pueden extrapolar a otros cánceres?

Ese es el siguiente nivel, cuántos de estos mecanismos son universales y en cuántos necesitamos un abordaje muy personalizado al tipo de tumor. Algunos mecanismos son muy generales. Por ejemplo, las células de cáncer que vienen de cualquier órgano que no sea el hígado, algo en común van a tener que hacer para sobrevivir en el hígado. Lo que nos interesa es encontrar esos eventos comunes entre varios tipos de cáncer cuando tienen que colonizar ciertos órganos. Hemos avanzado bastante en pulmón e hígado y lo siguiente sería ver qué pasa en el cerebro, que es un poco diferente.

Acaban de localizar células ameboideas, que debilitan el sistema inmune, en cáncer de páncreas. ¿Cómo se busca una célula?

Buena parte de nuestros esfuerzos se centran en encontrar esos biomarcadores o esa huella digital de esas células de cáncer tan peligrosas, que pueden ser una pequeña proporción del tumor primario. Para identificarlas, hemos desarrollado un panel de marcadores y siempre las encontramos en el borde del tumor primario. Están en la periferia, interaccionando con el tejido normal. Si esas son las células del tejido que tienen que invadir, son las que deben encontrar la manera de sobrevivir al ataque del sistema inmune. En el caso particular de páncreas, hemos visto que el truco que utilizan es incrementar la expresión de la proteína CD73, que es muy inmunosupresiva. Por suerte, nosotros también tenemos trucos para bloquear esa proteína. Hemos hecho ensayos preclínicos en ratón en los que, utilizando anticuerpos para bloquear esa proteína, hemos reducido considerablemente la metástasis de páncreas a hígado. La buena noticia es que ya hay unos 60 ensayos clínicos en humanos, para muchos tumores, y ahora van a empezar a salir los resultados.

Las ameboideas están presentes en otros tumores, ¿eso facilita aplicar a los de páncreas tratamientos que ya existen?

Lo que estamos intentando buscar es qué hace especial a esas células para poder usar rápidamente lo que tenemos a nuestro alcance y las terapias que ya están entrando en la clínica para deshacernos de ellas. Por eso nos interesó tanto esta molécula CD73, porque ya está en muchos ensayos en fase 1. Si lo piensas, es un biomarcador, pero también es una diana terapéutica. Estamos empezando a ir en esa dirección: buscamos los marcadores para poder identificarlos en los pacientes, porque no todos tendrán esas células, y saber cuáles van a responder a esas terapias antiameboides. El problema en el caso del páncreas es que hay una proporción muy elevada de pacientes que, cuando van al médico, ya tienen metástasis, porque se diagnostican en estadios muy avanzados. Por eso tienen tan mal pronóstico.

Hay mucha gente trabajando en encontrar algo que nos diga qué pacientes van a desarrollar o no una metástasis y encontrar una medicina preventiva

Eso ocurre también con otros tumores, como el de pulmón. ¿Qué estrategias se pueden desarrollar para diagnosticarlos antes?

Podemos crear un test predictivo para saber si un paciente que está en estadio temprano tiene una posibilidad elevada de desarrollar una metástasis y tener un tratamiento preventivo para evitar que vuelva, una vez que hemos quitado el tumor primario. Hay mucha gente trabajando en encontrar algo que nos diga qué pacientes van a desarrollar o no una metástasis y encontrar una medicina preventiva.

Eso supondría un cambio en la forma de abordar el cáncer.

Absolutamente, pero todavía no estamos ahí. A día de hoy la metástasis es un gran problema clínico, relacionado con la resistencia a terapias, porque hay una asociación entre que un paciente no responda a la terapia que se le ha dado y que haya metástasis.

Las inmunoterapias se presentan como la gran revolución, sin embargo algunos melanomas no responden a ellas. ¿Cuál es el motivo?

Todavía no lo entendemos completamente. Parte de lo que hemos intentado hacer en el laboratorio es ver si hay alguna relación entre estos cambios del citoesqueleto y la falta de respuesta. Son células que tienen que adaptarse a un estrés muy fuerte, ya sea el de crecer en otro órgano o el de resistir a una terapia con la que matamos a la mayoría de las células. Por eso nos interesa comparar el estrés de la terapia con el estrés de la metástasis, para ver si hay algo en común.

Ese estrés al que se someten las terapias a las células también lo sufren los pacientes, ¿cómo están mejorando los tratamientos en cuanto a toxicidad?

A veces encontramos cosas que son fenomenales, pero que son muy tóxicas. Por eso necesitas hacer los ensayos preclínicos en los ratones, para ver que sobreviven a estas intervenciones, y después ensayos fase 0 o 1, para ver cómo las toleran un grupo pequeño de personas y hasta dónde podemos llegar con la dosis. Cuando se diseña una terapia, existe en un valor en pensar en drogas que se hayan hecho para cualquier otro contexto de salud y que hayan pasado ya ese cribado. Hay mucha gente haciendo pruebas en cáncer con fármacos que ya ha aprobado la FDA para otras enfermedades.

Muchos tratamientos que se utilizan en el ámbito de la antiinflamación se están intentando traspasar al cáncer

¿Qué enfermedades?

Hay bastantes. En general, cualquiera en la que haya inflamación, que es muy mala para la salud y tiene conexiones con el envejecimiento, la enfermedad cardiovascular y el cáncer. Muchas cosas que se utilizan en el ámbito de la antiinflamación se están intentando traspasar al cáncer.

Durante mucho tiempo, las investigaciones se han centrado en los tumores primarios. ¿Se está revirtiendo esa tendencia?

Sí, porque, en muchos casos, el tumor primario ya lo curamos muy bien y un diagnóstico de cáncer ya no da tanto miedo. Depende siempre del estadio o del tipo de cáncer, que son 300 enfermedades distintas, pero seguramente lo vas a poder cronificar, curar o, incluso, morir de algo diferente. Sin embargo, cuando hablamos de metástasis sí da más miedo. Aun así, ya está empezando a haber cosas que funcionan, como la inmunoterapia, que es capaz de deshacerse de las metástasis en algunos pacientes. Todavía no entendemos muy bien cómo, cuándo y en qué pacientes. Ahí tenemos todavía mucho que saber sobre cómo interaccionan las células con el nuevo microambiente de ese órgano que han tenido que colonizar.

Desde que las investigadoras abren estas nuevas ventanas hasta que se pueden aplicar a un paciente, pasan muchos años. Cuando se recibe un diagnóstico de metástasis, ¿el tiempo es lo que más juega en contra?

Sí, pero no todas las metástasis son iguales. Por eso no hay que asustar demasiado. Es verdad que da miedo, pero las inmunoterapias están funcionando para curar a algunos pacientes. El tiempo no juega a nuestro favor, pero ahora mismo está habiendo un cambio, tanto en las entidades financiadoras como en los clínicos, porque saben que el problema es la metástasis y estamos todos intentando entenderlo mejor. Creo que en los próximos diez o quince años va a haber un cambio tremendo en el que incluso los ensayos clínicos se podrán montar teniendo en cuenta que estamos buscando algo que tenga un efecto no ya en el tumor primario, sino en la enfermedad secundaria.

Llegaremos al punto en que la metástasis sea también una enfermedad crónica.

No tengo una bola de cristal, pero espero que sí. La cosa está yendo muy rápido y hay más científicos que nunca trabajan en ello. La actividad es muy intensa en este campo y tenemos la habilidad de hacer cosas mucho más rápido gracias a la tecnología, la inteligencia artificial o lo que llamamos las ómicas. Con la ayuda de mucha información que ya está ahí, sin tener que hacer experimentos nuevos, tenemos que ser capaces de saber qué va a pasar con un paciente en los siguientes años, con cuál tenemos que hacer un seguimiento muchísimo más exhaustivo y a cuál no tenemos que hacerle test cada poco tiempo.

Desde fuera, ¿cómo se ve la investigación en España?

En España se hace una ciencia con una muy buena relación calidad-precio. Hay gente buenísima, muy motivada y que hace cosas muy importantes. Eso quiere decir que si tuviéramos más inversión sería… (risas). Eso no es excusa, lo que hace falta es que los políticos se impliquen y decidan dar prioridad a la investigación, que no solo es buena para la población, sino que genera un beneficio económico, porque estás liberando a la seguridad social de una cantidad enorme de pacientes que tienes que tratar de una determinada enfermedad.

El Ministerio de Sanidad tiene intención de crear una farmacéutica pública.

Si se lleva a cabo, sería una cosa muy positiva. El tejido industrial de la biotecnología en Inglaterra es muy potente, porque hay mucha tradición de investigar y después traducir esa investigación básica en aplicada y de sacar un rendimiento económico porque es muy beneficioso tenerlo todo junto. 

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