La fuga de visones en las granjas peleteras obliga a gastar 16 millones de dinero público
La colonización de los ríos españoles por parte de los visones americanos escapados de las granjas peleteras está obligando a gastar millones de euros de dinero público para tratar de paliar su acción destructora.
Solo en proyectos Life cofinanciados por la Unión Europea, los esfuerzos para revivir al visón europeo y controlar al americano se han llevado 8,6 millones de euros. Además, en Navarra, que alberga el 70% de toda población de visón autóctono en el suroeste del continente y todavía libre de colonias estables del invasor, se han invertido otros ocho millones de proyectos Life comunitarios para preservar ese santuario.
Estos visones americanos (Neovison neovison) han arrinconado hasta casi la extinción a su pariente europeo (Mustela lutreola). La proporción entre poblaciones está 60 a 1. Hay 30.000 americanos por 500 europeos. “El periodo de convivencia de las dos especies en el mismo sistema fluvial es corto y siempre acaba con la desaparición del visón europeo”, explican los técnicos de Medio Ambiente.
El problema, en las granjas de piel
El origen de este problema que se lleva todos estos fondos económicos está en la cría intensiva de los animales para comercializar su piel. “Las poblaciones asilvestradas son debidas a escapes continuados por medidas de seguridad insuficientes, fugas masivas por accidentes en las granjas (incendios, vendavales) y por el abandono de la actividad (…) agravado por las liberaciones masivas de grupos animalistas”, describía la estrategia de control de esta especie redactada en 2013 por la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural.
En Europa, la industria peletera es una gran potencia comercial que, además, tenía puestos los ojos en España. A pesar de la sucesión de países que han prohibido las granjas de visones en sus territorios –o las han vuelto poco rentables al exigir mejores condiciones para los animales–, las exportaciones de pieles desde la Unión Europea a terceros países crecieron un 23% en 2015, según el último informe de la Comisión Europea. Las ventas ascendieron a 2.822 millones de euros: un salto de 526 millones. De hecho, sus productos están entre los 25 bienes agro-ganaderos más exportados por la UE.
Con todo, España era vista como un refugio para la patronal peletera ante la nómina de estados que rechazan estas explotaciones: Austria y Gran Bretaña tienen prohibido las granjas peleteras desde hace más de una década. Pero otros países se han ido incorporando a la erradicación legal: Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina o Eslovenia han ido completando sus periodos transitorios para que las prohibiciones sean efectivas. Incluso Países Bajos, que era el segundo productor mundial, cerrará sus explotaciones en 2024. A esta tendencia se han unido recientemente Macedonia o la región belga de Valonia. Cuatro estados federales de Alemania tampoco permiten estas explotaciones.
Muchas de estas prohibiciones se han basado en motivos éticos que en España no están teniendo efecto. El Ministerio de Medio Ambiente de Miguel Arias Cañete (PP) le buscó una cobertura legal a la cría de visones americanos por su piel al redactar su Catálogo de Especies Invasoras en abril de 2013. Para agosto de ese año, la empresa de subastas internacionales de piel, Saga Furs, alababa al sector español: “Emergiendo como productor de visones de calidad”, afirmaba.
Aquella normativa soslayaba la dimensión del problema medioambiental que ha tomado el visión como especie invasora. Sin embargo, la reciente sentencia del Tribunal Supremo ha deshecho la normativa que dejaba la puerta abierta a las granjas.
Incendios
El visón americano en España ha colonizado Galicia, Cataluña, Aragón, la Comunidad Valenciana, el norte de Castilla y León, La Rioja, el País Vasco… Las acciones de grupos animalistas que han soltado miles de ejemplares se han convertido en una imagen común a la hora de explicar la proliferación de esta especie en los cursos de agua.
Sin embargo, el origen del problema es bien distinto. En Galicia, la colonización comenzó con fugas en diversas granjas del sureste en los años 60 del siglo XX. En Cataluña se constató que las primeras poblaciones surgieron por los escapes en una granja comercial en Viladrau y otra en Taradell, tras un incendio forestal en 1983.
En Aragón, los visones comenzaron a medrar en 1990 al abandonarse una explotación en Teruel con 8.000 ejemplares. El informe técnico explica que “a pesar de la alta mortandad por inanición y canibalismo” en un año habían colonizado los ríos.