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En tiempos de incertidumbre y confinamiento el humor hace bien al cerebro
La pandemia de coronavirus genera incertidumbre, que es la situación que peor lleva nuestro cerebro, señalan los neurocientíficos, por eso, la oleada de humor que nos invade estos días es buena para este órgano porque reduce el estrés y ayuda a pasar el confinamiento.
El director del departamento de Psicobiología del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona, Ignacio Morgado, y el científico titular del Instituto de Neurociencias de Alicante, Luis Martínez, hablan con Efe del efecto en el cerebro del humor, el confinamiento y la solidaridad en tiempos del COVID-19.
Los móviles reciben cada día decenas de chistes sobre el coronavirus que nos arrancan una sonrisa y, “aunque no todo el mundo tiene la misma capacidad de reírse”, el humor “puede ser un antídoto ante la incerteza que provoca el miedo. En ese sentido sea bienvenido el humor y la risa”, dice Morgado.
Neurocientíficamente -indica- se ha comprobado que “una de las cosas que peor soporta el cerebro humano y que genera más emociones negativas es no saber lo que va a pasar”.
Se han detectado más de cuarenta áreas del cerebro que se activan cuando las personas están en situación de desconocimiento y además -agrega- “tiendes a imaginar lo peor”, por eso “resistimos mejor las malas noticias”, contrastadas y veraces, que la incertidumbre que “no sabemos dónde nos lleva”.
Cuando el cerebro carece de certezas “acumula tensión” y necesita una válvula de escape. “Ahí entraría el humor” que es bueno para ese órgano porque libera y reduce estrés -destaca Martínez- y además ayuda a “superar esta situación de confinamiento y de incerteza”, agrega Morgado.
La neurociencia ha empezado a saber “un poquito más” sobre el humor en este siglo, gracias a las nuevas técnicas de imagen, para conocer qué áreas del cerebro activa, apunta Martínez.
El humor activa “muchas zonas relacionadas con la recompensa y el control emocional” en la corteza prefrontal, que se relacionan con “una sensación interna de placer”, la cual -explica- “seguramente esté actuando sobre el sistema de endorfinas”.
Además, “se supone” que actúa relajando los centros del cerebro que controlan la toma de decisiones, la resolución de conflictos, los estímulos adversos, por eso, “en teoría, mejora el estado emocional”.
La risa, dice Morgado, es buena porque activa la parte somática del cuerpo, “actúa como una especie de ejercicio físico después del cual tenemos una relajación”, baja la presión arterial y “contribuye” a mejorar la defensas.
“El humor es un tremendo índice de salud mental” y mientras seamos capaces de vivirlo es que “nuestra salud mental y, por lo tanto, nuestro bienestar psíquico y somático sigue todavía en buen estado”, destaca el científico de la Universidad de Barcelona.
Para el cerebro no es lo mismo hacer humor que recibirlo. Hay zonas del cerebro que se solapan en ambos casos, pero hay otras que se activan solo cuando se crea, como las áreas asociativas de la corteza prefrontal, explica Martínez.
Hay personas “con una capacidad de creación y creatividad en las redes sociales impresionante” y eso -considera Morgado- “nos está haciendo a todos un gran favor”.
Pero el humor tiene que renovarse, advierte Martínez, pues el cerebro “busca constantemente la novedad” y también puede llegar a saturarse porque “deja de ser un elemento excepcional en la vida cotidiana”.
Una vida que hoy pasa por la situación excepcional del confinamiento, que el humor también “nos ayuda a pasar”, dice Morgado, pero al que “sin duda” debe adaptarse nuestro cerebro y eso “requiere fases”.
“Vivimos una situación ambivalente”, indica Martínez. Por una parte, el confinamiento es forzoso, pero “no tenemos la sensación de estar en una cárcel” y además es colectivo por lo que no cree que tenga los mismos efectos que cuando se usa como método punitivo.
Sin embargo, hay personas que “lo pasarán mal” y se verán ciertos trastornos en aquellos con una tendencia a sufrir estrés, señala en científico de Instituto de Neurociencias a Alicante.
Depende de cada persona y del tipo de vida al que está acostumbrada, añade Morgado, quien cree que habrá una primera fase “en la que se empezará a sentir el nerviosismo de no poder salir” y una segunda en la que “nuestro cuerpo ya se habrá acostumbrado”, luego habrá que ver, según cuánto dure, considera.
Días en los que se multiplican los “contactos” vecinales en la distancia y se aplaude cada noche en muestra de solidaridad. Una forma de juntarnos que también tiene efectos en el cerebro, porque te hace sentir que “no eres único”, que los demás también son solidarios contigo y que el confinamiento ayuda a un objetivo.
Somos animales sociales, recuerda Martínez, y en situaciones como esta “nos volvemos mucho más gregarios”, por eso, participar en un esfuerzo colectivo “como aplaudir a otros, nos hace sentir bien, que pertenecemos a algo que nos transciende y eso nos hace sentir mas seguros, reduciendo el efecto adverso de la incertidumbre”.
Carmen Rodríguez
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