Trump usa Twitter de madrugada y manda a imprimir los tuits que le gustan para enviarlos firmados
Hay muchos momentos donde Donald Trump parece un personaje de Pressing Catch: sus exabruptos son tan continuos y tan desmedidos que cuesta no creer que nos encontramos ante un macabro personaje de ficción desarrollado por un grupo de guionistas que quieren descubrir los rincones de las peores distopías políticas.
“¡Échala! ¡Échala! ¡Échala!” gritaban los seguidores de Trump en relación a la congresista Ilhan Omar, acusada de formar parte de lo que el presidente acusó en una serie de tuits racistas y que ahora son conocidas como ‘una banda’: Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Ayanna Pressley y la propia Omar. Trump, presionado por su entorno, dijo haber “empezado a hablar rápidamente” porque no se sentía cómodo con el cántico.
O “rápido” significa para Trump “después de 13 segundos” o es que quizás es una prueba más de que no se parece al estilo de otras caras visibles del partido republicano de hace uno años, como cuando John McCain interrumpió a una asistente a un debate por llamar ‘árabe’ a Obama y decir que desconfiaba de él por eso, añadiendo: “Es un hombre de familia, un ciudadano decente y resulta que tengo desacuerdos políticos con él, de eso va esta campaña”.
La revista Politico ha publicado un reportaje donde, habiendo consultado a distintas personas que han trabajado para Trump o han tenido contacto con él, describen al detalle la rutina en el consumo de medios que hace el presidente americano. Considerando que es conocido su uso de Twitter, sorprende que cada día y además de los periódicos impresos más conocidos, Trump consume “copias en papel de los artículos seleccionados de cualquier sitio cada día por su equipo más cercano. Los documentos impresos son herramientas esencial que le permiten controlar la cobertura de su administración, recompensar a los aliados y reprender a los críticos con notas personales discontinuas”.
Entre una de las prácticas más comunes, Trump se dedica a firmar partes de estas copias impresas. En ocasiones le son enviadas a periodistas que han escrito algo que no le ha gustado. El periodista Rich Lowry recibió una copia impresa de un artículo que había escrito titulado “Solo hay un Trump” a lo que el propio Trump contestó: “Rico. Muy verdadero”. Y su firma estampada debajo. En otras ocasiones, lo que firman son sus tuits favoritos y se los envía a quiénes lo escribieron. Le sucedió al congresista Matt Gaetz, que ahora cuenta con un tuit escrito por él mismo, firmado a mano por Trump y colgado en su despacho.
La pregunta es, ¿cómo el presidente de los Estados de Unidos de America combina una práctica tan digital como el uso de Twitter con otra tan analógica como imprimir todo lo que lee? ¿Cómo puede gestionar bien su propia imagen sin incurrir en contradicciones continuas? Obviamente y como todo político del máximo rango, su identidad no puede ser manejada por él mismo en exclusividad. Varios han sido los reportajes y las piezas periodísticas destinadas a dar a conocer la figura de Dan Scavino, el responsable actual de Redes Sociales de la casa blanca: “El hombre detrás de los tuits del presidente”, de The New York Times, por ejemplo.
Sorprendentemente el porcentaje de tuits escritos por el propio Trump es bastante alto. Según un reportaje publicado por la National Public Radio, Savino solamente y aproximadamente se hace cargo de la mitad de los tuits que publican las cuentas de Trump: “Algunos de los tuits son dictados y revisados por Trump (...) otros son escritos por el propio Trump durante la noche y Scavino los lee a primera hora de la mañana al igual que el resto del mundo”, comenta la periodista Terry Gross.
Según un reportaje de The Boston Globe que analizó casi tres años de la cuenta en Twitter del presidente Trump invierte “40 horas a la semana” calculando el número de tuits y un tiempo estimado de un minuto para escribirlos. “La mayoría de los comentarios más encendidos suceden de madrugada, entre las 5 y las 8 de la mañana y desde la residencia de la Casa Blanca”. El crecimiento en 4 años de 6 a 60 millones de seguidores y una media de entre 20.000 y 200.000 likes por tuit demuestran la importancia de esta herramienta para Trump. El mismo que hace comentarios racistas o que firma con un marcador indeleble comentarios en mayúsculas a textos que su equipo le imprime.
Trump es un personaje propio del Pressing Catch o de la peor de las Telenovelas, sí. Desgraciadamente tal y como nos avisa el nombre de su cuenta en Twitter (@RealDonaldTrump) es muy real. Real como un tiroteo.