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The Guardian en español

Una lluvia de balas mortal contra un joven negro frente a un supermercado indigna a California

Diante Yarber estaba en el aparcamiento de un supermercado cuando le disparó la policía de California / Cortesía de Brittany Chandler

Sam Levin

San Francisco —

La policía de California disparó lo que podrían haber sido más de treinta balas en un aparcamiento de un comercio y mató a un joven negro, padre de tres hijos, e hirió a una mujer. Esta actuación policial podría desencadenar una ola de altercados.

En la mañana del 5 de abril, la policía de Barstow, una localidad situada a dos horas de Los Ángeles, mató a Diante Yarber, de 26 años. Todo parece indicar que la víctima estaba desarmada y había llevado a su primo y a unos amigos a un Walmart local.

La policía ha alegado que estaban buscando a Yarber “para interrogarlo” en relación al robo de un vehículo y que este “aceleró” el coche hacia los agentes cuando intentaron detenerlo.

La familia de Yarber y el abogado que los representa han asegurado que el joven no representaba ninguna amenaza y que, de hecho, ni siquiera debería haber estado bajo sospecha.

“La policía lo mató sin motivo”, afirma Brittany Chandler, madre de la hija pequeña de Yarber, Leilani, de diecinueve meses: “Debe rendir cuentas por su acción… alguien que mata a una persona a plena luz del día está muy enfermo”.

El tiroteo tuvo lugar solo unas semanas después de que la policía matara a Stephon Clark, un padre desarmado que estaba en el patio trasero de su familia, en el norte de California. Si bien el asesinato de Yarber no ha provocado una reacción de protesta, lo cierto es que las dos acciones han evidenciado la cruda realidad del uso de fuerza letal por parte de la policía en las comunidades negras, incluso en California, un estado progresista en el que el movimiento Black Lives Matter lleva mucho tiempo denunciando la violencia policial y el racismo.

La oficina del sheriff del condado de San Bernardino afirma que los agentes respondieron a una “llamada por un vehículo sospechoso” e intentaron “parar el vehículo”, y Yarber, el conductor, “ dio marcha atrás” y chocó contra un coche patrulla. Tras lo cual, supuestamente, aceleró.

Unas imágenes borrosas recogidas por un testigo recogen el sonido de docenas de balas disparadas en cascada, con uno o más policías disparando contra el vehículo, no muy lejos de los transeúntes o los clientes de la tienda que se encontraban en el aparcamiento.

Lee Merritt, el abogado de la familia, ha indicado que Yarber, conocido con el apodo de “Butchie”, iba desarmado y que el vehículo no representaba ningún peligro para los policías cuando lo abatieron.

Una lluvia de balas

“Vieron un vehículo lleno de negros situado delante de un Walmart y decidieron que era sospechoso”, señala Merritt: “Y empezaron a disparar. Es una acción irresponsable. Peligrosa. El uso de fuerza es alucinante”.

Un portavoz de la policía ha indicado que a los “policías implicados” se les había impuesto una “suspensión de empleo con sueldo” pero se negó a cuantificar la cifra de disparos y la identidad de los agentes. La policía ha calificado este incidente como un “asalto” a un agente pero Dale Galipo, el abogado de la joven de 23 años que resultó herida, señala que de la investigación que se está llevando a cabo ya se desprende que Yarber iba desarmado y que los policías no se encontraban en la trayectoria del automóvil, lo que significa que nunca deberían haber disparado, y mucho menos con la intensidad que lo hicieron.

Galipo ha indicado que la joven que representa fue alcanzada por al menos dos balas y que tiene “heridas graves”. Ha puntualizado que se encuentra “en estado de shock”.

Aleta Yarber, la tía de Diante, afirma que su sobrino conducía el vehículo de su primo, sobre el que nunca ha pesado una denuncia por robo.

La familia ya ha recuperado el vehículo y nada parece indicar que hubiera chocado contra el coche de los policías. La policía no ha respondido a las preguntas en torno a su afirmación de que Yarber era sospechoso de haber robado un coche.

El hijo de Aleta se encontraba dentro del coche en el momento del tiroteo, pero no fue alcanzado por las balas. La mujer explica que en las semanas que han pasado desde la tragedia su hijo “no ha sido capaz de hablar de nada” porque fue una experiencia “muy traumática”.

Merritt cree que Yarber intentaba proteger de las balas a los otros ocupantes del vehículo cuando lo mataron y también explica que su cliente, una joven de 23 años que se encontraba en la parte trasera del vehículo, fue inicialmente llevada al coche patrulla y tratada como sospechosa. Posteriormente, recibió atención médica.

“Matones con placa”

Ruby Hawkins, la hermana de Yarber, indica que los agentes locales solían acosar a su hermano con frecuencia y que ahora deberían presentarse cargos por su asesinato. “Son los peores criminales, matones con placas… no sé cómo puedes temer que una persona que se aleja de ti represente una amenaza para tu vida”.

Hawkins, de 40 años, explica que su hermano trabajaba en un almacén y que lo vio la noche antes de que lo mataran. “Ves este tipo de acciones todo el tiempo, pero ni en un millón de años piensas que llegará el día en que a ti también te tocará llorar por el asesinato por parte de la policía de alguien a quien quieres”.

Galipo indica que el entrenamiento y el protocolo policial especifican que los agentes no deben disparar contra vehículos en marcha, y subraya que este tipo de acciones son prevenibles y especialmente peligrosas. El año pasado, en Hayward, también en California, policías de paisano intentaron disparar a un conductor al que querían arrestar y, en su lugar, mataron a una chica de 16 años que iba sentada en el asiento del pasajero.

“Todavía me parece irreal. Me gustaría despertar y que se tratara de un sueño”, lamenta Chandler, que también explica que le cuesta asumir que su hija crecerá sin un padre. Chandler, que es blanca, cree que la policía fue a por él porque era negro: “Nunca me hubieran apuntado con sus armas”.

Samantha Robledo, madre de otra de las hijas de Yarber, que tiene siete años, afirma que ha tenido la sensación de que la policía intenta ahora inventarse una historia para justificar el asesinato.

“Era alguien que siempre te arrancaba una sonrisa, no te podías enfadar con él. Era cariñoso y simpático. Eso es lo que echaremos de menos”, lamenta.

Robledo indica que ha hecho lo que ha estado en su mano para que su hija pueda lidiar con esta tragedia. Explica que cuando hablan de él la niña, Naliyah, afirma que ahora “es su ángel”.

Traducido por Emma Reverter

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