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Un pueblo bonito perfecto para una visita de otoño que está en Guadalajara y cerca de Madrid

Hayedo de Tejera Negra en el municipio de Cantalojas, Guadalajara

Elena Segura

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Un hayedo coloreado de ocres, burdeos y amarillos por el otoño y que resiste como vestigio botánico en la sierra de Ayllón. Un municipio en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Una arquitectura de pizarra negra que, a veces, se combina con los tonos de la piedra caliza y los cambiantes colores de sus paisajes. Hablamos de Cantalojas, localidad situada en el límite de las dos Castillas y a dos horas y cuarto de viaje en coche desde Madrid.

Bañado por los ríos Lillas y Zarzas, este municipio castellanomanchego ofrece un paisaje único: un entorno montañoso, encajonado entre el paso de las aguas conformando parajes espectaculares, aunque en ocasiones de difícil acceso, sobre todo, cuando nos acercamos al río de la Hoz.

Las personas con experiencia en la montaña podrán llegar a maravillosos miradores naturales aislados, pero también se puede practicar el senderismo para quienes quieran, simplemente, pasear por el bosque.

Al andar por el Parque Natural del Hayedo de Tejera Negra, al oeste de Cantalojas, se puede ver la luz del día filtrándose entre las hojas, mientras que el suelo está cubierto de una alfombra multicolor.

El hayedo ocupa una superficie de 1.641 hectáreas, en el extremo oriental del Sistema Central. El microclima de este espacio natural ha permitido que se conserve una increíble masa forestal de hayas, una de las más meridionales de Europa, con ejemplares de más de 300 años.

Además de hayas, pueden encontrarse otras especies como el acebo, el tejo (que da nombre a este espacio natural), el abedul, los robles o los pino. Este bosque de hayas está clasificado como Zona de Especial Protección. También en 2017 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto a otros hayedos de nuestro país y Europa.

Para llegar hasta este espacio natural hay que tomar una pista asfaltada que conduce, en primer lugar, al Centro de Interpretación del Parque -situado a dos kilómetros y medio-, y que, tras un tramo asfaltado hasta el puente, pasa a ser de tierra hasta llegar al aparcamiento del Parque Natural -a ocho kilómetros-. Tanto coches y microbuses pueden transitar esta pista, pero los autobuses, en cambio, no.

Sendas y restricciones de uso

Durante todo el año es posible reservar plaza en el aparcamiento del hayedo para realizar la senda de carretas, la más conocida, siendo imprescindible en los periodos de mayor afluencia de visitantes. Dicha reserva se realiza por internet y una vez hecha, es válida hasta las 13 horas de ese día. Hay que pagar la tasa correspondiente a cada vehículo que va desde los 2,5 euros para las motocicletas hasta los 12,15 del microbús.

El nombre de este camino se debe a que discurre parcialmente por el camino que utilizaban las carretas para transportar el carbón que se producía en el hayedo. El bosque, en su día, fue un gran negocio de madera y carbón.

Otra opción es llegar a esta senda sin vehículo, a pie o en bicicleta, desde el Centro de Interpretación. En este caso no es necesario reservar plaza en el aparcamiento. Se trata de una ruta circular de unos seis kilómetros.

El río Lillas acompaña al caminante en la primera parte del recorrido, marcado con balizas blancas. Tras dar con un arroyo que hay que cruzar por un puente de madera se cambia de orientación y se remonta el barranco formado por el arroyo. Los pinos que se venían viendo hasta ese punto se convierten en un robledal y hayedo.

Esta ruta no tiene grandes complicaciones, aunque el desnivel positivo se concreta en el tramo antes de la pradera de Matarredonda. Es importante tomarse el camino con calma e ir bien equipado y llevar agua y comida para todo el día. No se recomienda recorrer este hayedo en días de tormenta o niebla.

Otra maravillosa ruta a pie, la senda del robledal, se encuentra muy bien señalizada y cuenta con 17 kilómetros. Se puede combinar perfectamente con la senda de las carretas si se comienza a andar desde el aparcamiento, aunque la distancia puede alcanzar los 22 kilómetros, dependiendo del camino que se siga. También se puede recorrer la ruta del río Zarzas en bicicleta.

Pero Cantalojas no es solo su hayedo, también hay que señalar la Iglesia Parroquial de San Julián, un bonito edificio del siglo XVII con algunos elementos románicos. Cuenta con una planta es rectangular y con nave rematada por ábside de cabecera plana y torre-campanario situada en la fachada occidental. El acceso se efectúa por el pórtico sur protegido por un atrio.

El templo sufrió importantes reformas en el siglo XIX realizadas en mampostería, salvo el ábside, los refuerzos de las esquinas, contrafuertes y la tercera planta de la torre, realizados en sillar de buena calidad, posiblemente reaprovechado del templo anterior.

El románico también está presente en otros los edificios religiosos emblemáticos del pueblo guadalajereño, como la ermita de Nuestra Señora de Valdeiglesias y San Pedro. Se trata de una localidad típicamente serrana que se estructura en anchas calles y plazas y casonas de sillar, con decoraciones de blasones.

También se puede visitar el yacimiento de El Portalón o el paraje de El Castellar sobre río Sorbe, que tiene los restos del castillo de Diempures que podría ser del siglo XII. Dicho castillo está enclavado sobre un acantilado en la confluencia del río Sorbe y el arroyo de Román o de la Virgen. Está construido de pizarra, que es un material poco común para este tipo de edificaciones, pero muy utilizado en la arquitectura negra, propia de la sierra de Ayllón. Cuenta con una torre vigía y una muralla perimetral, cercada por un foso. Tan solo se conserva una puerta y una parte del muro.

La localidad castellanomanchega es muy conocida por su Feria de Ganado, que se celebra cada 12 de octubre, y es uno de los certámenes ganaderos más antiguos de Guadalajara. Está declarada fiesta de Interés Turístico provincial, siendo cada año cita obligada para numerosos ganaderos procedentes de numerosas provincias españolas.

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