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Pero no te olvides de la corrupción

Casado dice que Aznar ha "demostrado su honorabilidad" ante la comisión que investiga la presunta 'caja b' del PP

Carlos Hernández

Francisco Granados se peleó con Ignacio González por una mordida de más de un millón de euros que habían obtenido en el proceso de licitación de las obras para la construcción del tren a Navalcarnero. Lo hizo ante el compi yogui de la reina Letizia, Javier López Madrid, y frente a quien ahora ha confesado los hechos en la Audiencia Nacional, el constructor David Marjaliza. “Paco [Granados] decía que le debían un millón de euros de la adjudicación de Navalcarnero, pero López Madrid me dijo que todo había sido gracias a González”, afirmó el empresario ante el magistrado.

La Audiencia Nacional investiga un pufo de 80 millones de euros en la construcción de la Ciudad de la Justicia de la Comunidad de Madrid. El proyecto estrella de Esperanza Aguirre es hoy un montón de ruinas que costaron más de 100 millones a los madrileños y que hoy sirven refugio a multitud de conejos. Los investigadores apuntan a posibles delitos de malversación, cohecho y tráfico de influencias. Se investigan, especialmente, varias operaciones que gestionó un político popular que ha sido fichado por Pablo Casado para vigilar la idoneidad de los cargos públicos del PP. 

Un concejal del PP chantajea a la alcaldesa de Torrelodones para que no vuelva a presentarse a las elecciones: En su conversación, el edil popular le dijo “queremos la silla en la que estás sentada” y la amenazó con sembrar dudas sobre los gastos realizados por el Ayuntamiento en la construcción de un túnel. En el colmo del cinismo, el concejal no solo reconoció que la regidora no se había “metido un euro en los bolsillos” en esa obra, sino que confesó lo siguiente: “Probablemente no podría decir lo mismo si hubieran intervenido algunas personas de mi partido”. La dirección del PP se ha limitado a expedientarle.

El empresario David Marjaliza, nuevamente, acusa ante la Audiencia Nacional al presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales, de donar 60.000 euros al PP de Madrid a cambio de que le trataran bien en las adjudicaciones de obra pública. Entrecanales debía ser de los empresarios menos generosos porque, según cuenta Marjaliza, Francisco Granados le acusaba de ser “muy rata”.

Las cuatro noticias deberían haber abierto todos los informativos de radio y televisión durante las últimas 48 horas. Sin embargo, la mayoría de los españoles ni siquiera se han enterado de estos gravísimos hechos. Es lógico que el paso a la oposición del Partido Popular haya quitado buena parte del foco mediático de los casos de corrupción que gangrenaban y gangrenan a la formación política que ahora preside Pablo Casado. Es también normal que la saturación de tramas corruptas haya hecho que el español medio desconecte cuando un diario, una radio o una televisión le aporta alguna novedad, por importante que sea.

Es lógico, es normal, pero es también muy peligroso. Todos los demás hechos que sí marcan la actualidad política nacional no se entienden, ni se pueden analizar a fondo si no somos conscientes de que la corrupción sigue ahí. Se ha marchado Rajoy y algunos de sus compinches, pero el sistema sigue intacto. Empresarios, políticos, jueces y periodistas corruptos continúan en sus puestos, tratando de borrar las pruebas de sus delitos e intentando derribar gobiernos legítimos y honestos. Si alguien cree que detrás del intento de asalto al Ayuntamiento de Torrelodones o del ansia de poder que demuestran cada día las huestes de Pablo Casado solo hay motivos políticos, es que no ha aprendido nada de lo que ha sucedido en este país en los últimos 20 años. No quieren la silla de la alcaldesa para gobernar, la quieren para enriquecerse. No quieren ocupar la Moncloa para aplicar leyes más liberales, sino para evitar que les desmonten el chiringuito.

El inolvidable Forges repetía en cada una de sus viñetas un necesario mensaje: “Pero no te olvides de Haití”. Si realmente nos preocupa la salud democrática de nuestro país, creo que hoy todos deberíamos autoimponernos otro recordatorio: “Pero no te olvides de la corrupción”.

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