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El ladrillo es cultura

Begoña Huertas

Jorge Méndez Blake es un joven artista mexicano que a menudo utiliza los libros en construcciones arquitectónicas creando instalaciones muy interesantes. Alguien podría ver en la foto superior la alegoría de la literatura aplastada bajo el peso de la obra que realmente importa, la arquitectónica, la del ladrillo. Pero nada más lejos. Franz Kafka es ahí el elemento que hace que no se tambalee todo: el libro como piedra angular de un sólido muro. (Está bien, o como un modesto ladrillo más).

Saliendo de los centros de las ciudades, de las zonas antiguas o turísticas, yo creo que todos nos hemos preguntado alguna vez por qué es tan feo el paisaje urbano. La respuesta parece simple y múltiple: porque el espacio público ha sido fuente de negocios y especulación, y también –para qué engañarnos– por el mal gusto de los responsables, por la dejadez ante otras “prioridades” o por la simple indiferencia.

En relación con la arquitectura o el paisaje que nos rodea en las ciudades hay un blog alojado en la Red que para mí supone siempre un refugio, un oasis para descansar de cosas feas y dejarme sorprender por algo que puede ir de lo espectacular a lo divertido o de lo trascendente a lo bonito. Se trata de floresenelatico.es, y lleva en marcha desde 2006. Su creadora es Remedios Vicent, artista y rastreadora de artistas, profesional especializada en los usos del espacio público que entre otras muchas iniciativas dirige la Oficina de Gestión de Muros, una herramienta para poner en contacto a artistas urbanos con comunidades de vecinos y dueños de muros interesados en que se intervenga en ellos.

El tipo de entradas que ofrece el blog es muy variado, hay arte urbano, conceptual y efímero, instalaciones en museos o intervenciones al aire libre, fotografías o fotomontajes en la ciudad o en plena naturaleza. Lo que une todas las entradas es el deseo explícito de explorar la relación del ser humano con su entorno, adoptando a menudo un punto de vista crítico, pero también humorístico. En definitiva, no estamos hablando de intervenciones permanentes donde el artista entra en trance y tuerce un poco una lámina de acero, la clava en la tierra en medio de un parque, y luego coloca al lado un cartel que dice “Sin título”. No hay pose ninguna en las obras que elige Remedios Vicent para su ático. Ella misma se queja de que el arte urbano “últimamente me parece desagradablemente grandilocuente y tristemente falto de sentido del humor”.

En Flores en el ático encontré el trabajo de Méndez Blake: aquí.

Infancia y ladrillo

Los niños y adolescentes son los primeros en sufrir la falta de espacios públicos donde reunirse. Pienso en los parques infantiles, los pocos que hay, y todos son terroríficos. Remedios Vicent alude a las empresas que tienen el monopolio del mobiliario de estos espacios públicos y también a la preocupación por las homologaciones. Dos razones que encabezarían una larga lista de otros problemas.

En este sentido me encantan los fotomontajes realizados por el diseñador Robert Rickhoff con los que cuestiona la planificación de los espacios comunes, esos lugares donde la gente vive y se mueve, no solo va de paso corriendo para saltar del metro a la cama. Me gusta además porque lo hace desde el humor.

Y eso que la calle en que están tomadas estas fotografías, con ese verde intenso y ese espacio bastante amplio, ya la querríamos aquí en el centro de cualquiera de nuestras ciudades.

También este trabajo lo descubrí en Flores en el ático: aquí.

Tierra y ladrillo

“Las plazas públicas son grises y duras, porque no están diseñadas para ser usadas por los ciudadanos, sino para ser comercializadas, por trozos o en su totalidad, dependiendo del evento en cuestión y supongo que del dinero que se pague por ella”, dice Remedios sobre las plazas, en este caso, de Madrid.

Hay en su blog una entrada sobre un movimiento llamado Depave, iniciado en Oregón, que se puso en marcha con el fin de liberar a la tierra de las capas de asfalto y hormigón inútiles. Lo que pretenden es que la naturaleza vuelva a formar parte del paisaje urbano. Los voluntarios localizan zonas pavimentadas que ya no se utilizan y levantan el asfalto hasta dar con la tierra sepultada debajo. ¿La playa bajo los adoquines? Bueno, si no la playa…, al menos una plantita.

Luz y ladrillo

Algo que tengo que agradecer también a Flores en el ático (ya veis que el “pescado” de hoy es un pozo sin fondo) es el descubrimiento del colectivo Luzinterruptus, cuya actividad me tiene fascinada. La fotografía sobre estas líneas corresponde a la intervención llamada Cráteres luminosos del más aca. Luzinterruptus utiliza para sus actuaciones las obras que se realizan en Madrid, es decir, que ocasiones no les faltan. Esta intervención en concreto es una de las preferidas de Remedios porque “ha sido hecha con mínimos recursos, de manera casi espontánea y aprovechando los aconteceres de la calle”.

Se trata en todo caso de pensar el espacio común, el espacio que compartimos. Yo no creo que las ciudades tengan que ser galerías de arte al aire libre, pero está claro que hay que cuidar de lo que nos rodeamos y hacerlo lo más agradable posible. El ladrillo es cultura, claro que sí; la manera de modelar el entorno define una sociedad y expresa el talante de sus miembros. Por eso yo no veo en la instalación de Jorge Méndez Blake –con que comenzaba el artículo– al libro, a la cultura aplastada por el ladrillo, tampoco interpreto en esa imagen el libro como piedra angular del muro.

Lo que veo es libro y ladrillo equiparados como piezas hechas por el hombre para alzar una construcción, poner en pie algo, una edificación humana. La civilización, ¿no era eso?

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