Andalucía cierra 2020 con más de 1.400 terremotos registrados
Andalucía despide un año 2020 convulso en muchos aspectos por culpa de la pandemia de la Covid-19, con un registro de terremotos acumulados en el que las provincias de Granada y Málaga han sido las más afectadas. Con más de 1.400 movimientos sísmicos en toda la región, las Cordilleras Béticas, especialmente la Penibética, han vuelto a ser las más activas en este sentido. Aunque la cifra es la más baja del último trienio.
Según los datos del Instituto Geográfico Nacional, los andaluces apenas han sentido un centenar de todos los seísmos registrados. Una cifra inferior a lo que ha sucedido en el último lustro, pero que contrasta con la sensación que ha habido en Granada entre finales de noviembre y comienzos de diciembre cuando se sucedieron una serie de terremotos que alertaron a los vecinos de la capital y de su área metropolitana.
De media, la magnitud, expresada en Magnitud local (Ml) -conocida popularmente como escala sismológica de Richter- se ha situado en 1,7 grados. Los movimientos sísmicos con menor magnitud registrados fueron de 0,5 en Huétor Vega (Granada) el 17 de noviembre y en Villanueva de San Juan (Sevilla) el 30 de marzo. Por el contrario, el terremoto de mayor magnitud tuvo lugar en Almogía (Málaga) el 3 de febrero con 4,2 grados. Un dato que no es el mayor registrado en el último lustro ya que en 2015 hubo uno de 4,7 grados.
Granada y Málaga a la cabeza
Si se observan los datos y el mapa que sitúa los terremotos por su ubicación, la Vega de Granada y la Serranía de Ronda en Málaga han sido los dos lugares de Andalucía con mayor actividad sísmica en este 2020. El geólogo del Instituto Geográfico Nacional, Juan Vicente Cantavella tiene una explicación para ello: “Históricamente las mayores intensidades se han dado en la provincia de Granada. Allí se han sentido intensidades de VIII o mayores en los años 1431, 1522, 1531, 1806, 1884 y 1956. En la provincia de Granada se encuentran zonas de gran concentración de terremotos y por lo tanto es probable que las intensidades sean mayores”.
Por su parte, el también geólogo y divulgador científico, Nahúm Méndez, aclara que “el sureste de la península Ibérica, entre Alicante y el Golfo de Cádiz, es propenso a que se produzcan terremotos”. Esto se explica porque bajo la tierra de estas zonas confluyen dos placas tectónicas, la euroasiática y la africana, lo que hace que los movimientos sísmicos se produzcan regularmente y sean percibidos por la población.
Además, concretamente Granada, tiene una situación geológica compleja, según Méndez. Esta provincia andaluza, “es muy interesante de estudiar y se está en ello, porque hay cuestiones que aún no tienen una explicación concreta”. No obstante, más allá de esa peculiaridad, 2020 ha sido un año normal en cuanto a número de terremotos, según explican Nahúm Méndez y Juan Vicente Cantavella.
La importancia de la profundidad
Pero si se le hace la pregunta a los vecinos de la provincia de Granada, especialmente de la capital y su área metropolitana, la respuesta es que el año ha sido intenso sísmicamente. “Cuando se produce un terremoto que es percibido por la población, las personas se vuelven más sensibles y notan más fácilmente algunos seísmos que en otros momentos achacarían a que pasa el camión de la basura”.
En este caso, lo ocurrido en tierras granadinas se explica por el terremoto que tuvo lugar el pasado 3 de diciembre. Con epicentro en Churriana, el seísmo se produjo al filo de la medianoche, tuvo una magnitud de 3,5 grados, pero una profundidad de apenas 1 kilómetro, lo que hizo que su intensidad fuese de grado IV, que se considera moderada. A ese nivel, las personas pueden sentir muy fácilmente cómo se mueve un edificio y suenan los elementos estructurales. Por eso, la magnitud y la intensidad son dos términos distintos que no se pueden confundir.
Juan Vicente Cantavella aclara que “cuando las ondas sísmicas llegan a cualquier punto de la superficie de la Tierra, este vibra, y eso es lo que sentimos y lo que se mide con la intensidad sísmica. Naturalmente cuanto más lejos esté una población del foco sísmico, menor será la intensidad. Por lo tanto, terremotos con la misma magnitud producirán intensidades diferentes dependiendo de su distancia a la población donde se mida la intensidad. Esto también afecta a la profundidad”.
Es decir, según el geólogo, “un terremoto con una profundidad de 1 km producirá intensidades mayores que uno que ocurre a 20 km de profundidad. Además de este factor principal, también pueden influir en la intensidad las condiciones particulares del suelo y de la orografía del lugar donde se mide este parámetro”. Precisamente la peculiar geología de Granada hace que en esta provincia se hayan registrado terremotos muy superficiales y también el más profundo del que se tenga constancia en la península Ibérica: a más de 600 kilómetros en 1945 con epicentro en Dúrcal.
Divulgar para prevenir
Lo cierto es que los terremotos causan una gran impresión en los ciudadanos “porque no podemos predecirlos y es difícil saber qué efectos tendrán”, argumenta Nahúm Méndez. Sin embargo, es necesario que la población tenga las herramientas y el conocimiento suficiente para saber cómo actuar en caso de que se produzca un movimiento sísmico. Méndez recuerda que las personas que fallecieron en el terremoto de Lorca de 2011, “no murieron dentro de un edificio, sino fuera cuando le cayeron los casquetes”. Las edificaciones del sureste peninsular están “preparadas para los seísmos”, según el experto.
Además, como los terremotos generan inquietud en la población, el miedo a réplicas se produce en cuanto tiene lugar uno que es percibido mayoritariamente. Juan Vicente Cantavella confirma que, en efecto, “un terremoto se produce por el desplazamiento brusco en una falla sometida a mucha presión, de forma que esa presión se relaja. Pero, en general, ese desplazamiento súbito genera presiones y debilidades en otros puntos de esa misma falla dando lugar a terremotos más pequeños denominados réplicas”.
¿Se pueden producir tsunamis?
Aunque en Andalucía parezca un hecho lejano, propio de lugares como Japón o Tailandia, lo cierto es que en tierras andaluzas también se pueden producir tsunamis. “Parece que por el turismo hay miedo de que la gente sepa que tenemos un territorio activo sísmicamente”, lamenta Nahúm Méndez. Pero alerta de lo importante que es que la ciudadanía sea consciente de que pueden ocurrir tsunamis, como el de Lisboa en 1755 que llegó hasta las costas de Cádiz.
“Los tsunamis se pueden producir también en Andalucía, aunque es más probable en las costas del océano Atlántico”, aclara el experto. Además, asegura que un movimiento sísmico que implique que el mar entre en la costa debe ser tenido en cuenta porque “basta que el tsunami tenga una altura de medio metro para que pueda ser dañino. La gente está acostumbrada a pensar en olas de varios metros en el Cantábrico y puede tender a pensar que un tsunami de tan poca altura no sea peligroso, cuando sí lo es”, añade Méndez.
Por eso, para los geólogos y expertos, la divulgación y la formación de la población son dos pilares fundamentales para evitar males mayores cuando se producen terremotos. Más aún en una tierra como Andalucía que supera anualmente los 1.000 seísmos.
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