El conejo, un problema de Estado
Son la base de la alimentación de especies tan emblemáticas para Doñana como el águila imperial y el lince ibérico. Por eso, cualquier pandemia que afecte al conejo hace temblar los cimientos de las poblaciones de la rapaz y el gran carnívoro.
La última pandemia tiene un nombre temible, neumonía hemorrágica vírica, y sus efectos y síntomas lo están siendo aún más. La última mutación de la enfermedad ha dejado las poblaciones de conejo en una de sus horas más bajas, llegando a registrarse, como ha ocurrido en Doñana, un descenso de la población de entre el 80 y 90%.
Javier Madrid, director general de Medio Natural en la Junta de Andalucía, subraya que “el conejo no termina de salir del declive. Le hemos pedido al Ministerio (de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) que emplee al CSIC para coordinar la investigación entre todos sus centros y que haya una investigación ordenada . Se trata de un problema de Estado. Mientras el gobierno asume sus competencias, estamos trabajando con nuestros centros universitarios y reforzando las poblaciones con alimentación suplementaria para el lince ibérico y el águila imperial”.
Carlos Dávila, portavoz de la organización ecologista SEO/Birdlife en el espacio protegido, asegura que “la situación del conejo en Doñana es terrible y crítica, está prácticamente extinguido. Desde 2012 no se ha conseguido revertir la situación y por eso hace falta un trabajo enorme, inversión, investigación y mucha voluntad política”.
El trabajo se está llevando a cabo a dos niveles: en investigación, para eliminar esta enfermedad que acaba con los conejos en 40 días, y repoblando el espacio protegido con conejos como alimentación suplementaria para especies amenazadas como el águila imperial y el lince ibérico.
Xim Cerdá, director de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), recalca que desde que la enfermedad asoló el espacio protegido “hemos aprendido lo que no se puede hacer: por ejemplo, sueltas masivas de 5.000 conejos. Era un disparate, porque los zorros los mataban y ni siquiera se los comían. Los animales no conocen el espacio y no saben dónde refugiarse. Por eso, ahora las sueltas se hacen con pocos individuos y en cercados”.
Luis Suárez, responsable de especies en WWF, apoya que se reclame “una estrategia nacional, sin que eso signifique que no se pueda actuar a nivel regional. Todavía no hemos aprendido a trabajar a gran escala. El foco no hay que ponerlo en el águila imperial, la perdicera o el lince, sino en el conejo, porque vamos a obtener resultados con mayor facilidad. El alimento es determinante para todas las especies, que cuando abunda, pueden reproducirse y ser más fuertes”.
El lince ibérico lleva en declive en Doñana desde hace cuatro años, cuando alcanzó una población histórica máxima de 88 individuos. El objetivo del plan de recuperación del lince busca no solo que las poblaciones de conejo se recuperen allí donde hay lince, como en Doñana o Sierra Morena, sino llevar al felino más amenazado del planeta allá donde hay conejo.“Lo ideal es que haya 8 o 16 conejos por hectáreas. Estamos haciendo lo más fácil: llevar al lince donde hay conejo”, confiesa Suárez. En el caso de Doñana, hay más conejo “fuera del parque que dentro. Estaremos más tranquilos cuando estos refugios naturales tengan más conejos y bombeen animales a otras zonas”, explica el experto de WWF.
En el caso del águila imperial, otra de las especies emblemáticas y más amenazadas del espacio natural que obtienen su principal sustento del conejo, la rapaz ha logrado “sobrevolar Doñana como no lo hacía desde finales de la década de los 80”, según SEO/Birdlife, que estima que el 70% de su dieta es el lagomorfo. La organización ecologista teme que a pesar del éxito de reproducción (15 pollos han conseguido salir adelante, 2,5 por cada pareja), la baja densidad del conejo suponga una amenaza para esta especie en peligro de extinción.
“Las bajas densidades de conejo son una de las principales amenazas para la conservación de esta especie endémica. La falta de recursos tróficos disminuye el tamaño de puesta o su viabilidad, y la disminución de las cebas incrementa el estrés entre los hermanos favoreciendo las agresiones entre ellos, el cainismo”, explica SEO en nota de prensa.
Esta misma organización muestra su preocupación por otras aves que dependen del lepórido, como el milano negro. El propio Dávila explica que lleva en Doñana “con una productividad bajísima. No sabemos cuál es la causa que subyace, pero todo apunta a la escasez de recursos tróficos”.