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Espadas y su altavoz del Senado

Juan Espadas, durante una de sus intervenciones en el Senado.

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El PSOE aún sigue en la búsqueda de un proyecto sólido y definido como oposición en Andalucía. O de otra manera, sigue tocando distintos palos sin decidirse por ninguno. Cinco años después de perder el poder de la Junta (Gobierno y Parlamento) y casi tres después de que Juan Espadas asumiera su liderazgo, a los socialistas andaluces se les sigue viendo desubicados y desorientados. El PSOE andaluz no alcanza a irrumpir con éxito en la iniciativa de casi ningún asunto; ni en los que podría erosionar al Ejecutivo del PP de Juan Manuel Moreno, ni en la defensa de la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez.

El grupo parlamentario ha dado incluso síntomas inexplicables de anosmia política, como cuando se abstuvo en 2022 en la ley para la legalización de regadíos ilegales en el entorno de Doñana. Le valió una reprimenda de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Cuando el PP repescó la ley de Doñana en 2023, el grupo socialista votó en contra, pero quedó de convidado de piedra en el acuerdo alcanzado por la vicepresidenta segunda con Moreno para desactivarla. Parte de la militancia tampoco entendió que el PSOE se abstuviera en la subida de casi un 19% del sueldo del presidente y de otros altos cargos del PP pese a criticar la fórmula de “urgente necesidad” y de tapadillo, sin incluirse en la Ley del Presupuesto para la Comunidad.

Una abstención gratuita, cuando el PP votó en el Congreso contra el incremento del salario mínimo y, casi al mismo tiempo que el subidón del sueldo del presidente andaluz, contra los decretos anticrisis que revalorizaron las pensiones, entre otras prestaciones. Un gran incremento de las pensiones por parte del Gobierno de Pedro Sánchez varios años seguidos que en Andalucía beneficia a 3,3 millones de personas. Los socialistas andaluces intentaron sacar pecho con la medida, pero se vieron con la frustración de un escaso eco mediático; quizás por la débil armadura organizativa del mensaje.

Juan Espadas ha pasado de la mano tendida a Juanma Moreno para alejarse de la crispación de Madrid y no dar oxígeno a la extrema derecha, a un gobierno en la sombra y a una plataforma por la mayoría social con dirigentes y veteranos de CCOO e Izquierda Unida como estrategias para recuperar la hegemonía frente a la derecha. Como táctica operativa estas fórmulas no han logrado socavar al Gobierno andaluz del PP. El perfil bajo abonó la mayoría absoluta de Moreno en 2022. Ahora, unirse a la plataforma simbólica con otras fuerzas de izquierda peleadas entre sí corre el riesgo de leerse como imagen de debilidad del todopoderoso PSOE andaluz de otros tiempos.

"Yo no recuerdo el nombre de ningún portavoz del PSOE en el Senado", reflexiona un veterano. Algunos recelan de que un secretario general de una organización tan grande se ausente tres días de la semana en Madrid

Con todo, la estrategia más controvertida ha sido la de asumir la portavocía del PSOE en el Senado. El objetivo era que tuviera más foco y fortalecer al socialismo andaluz en el panorama político nacional. Espadas estaba convencido, y lo sigue estando, de que la visibilidad que le da el cargo es la mejor baza para liderar la oposición a Moreno y afrontar la candidatura a la Junta en 2026. Así lo ha reiterado en una reunión con los cuadros socialistas antes de Semana Santa.

No todos en su partido están convencidos de ello. Así se lo hicieron saber. “Yo no recuerdo el nombre de ningún portavoz del PSOE en el Senado”, reflexiona un veterano. Algunos recelan de que un secretario general de una organización tan grande se ausente tres días de la semana en Madrid. Sobre todo, en estos tiempos de alto voltaje político en la capital de España. Temen con cierta razón que la portavocía en la Cámara Alta le reste tiempo a reanimar la organización del partido en Andalucía, tan necesaria de cuidados intensivos.

La federación andaluza es la de más militantes del PSOE, con 43.610 inscritos. Puede que siga siendo la flota más numerosa del PSOE, pero ya no la más poderosa, en la que fraguaban las grandes victorias en España, como José Luis Rodríguez Zapatero e incluso Pedro Sánchez llegaron a reconocer. La pérdida del Gobierno andaluz en 2019 y la de capitales y ciudades medias en 2023 han dejado a los socialistas con solo las diputaciones de Sevilla y Jaén como castillos sitiados por el PP en el vasto paisaje andaluz. Pese a la pérdida de poder e influencia, el PSOE mantiene un gran capital político con más de 3.000 cargos en Andalucía. “Se trabaja mucho sin una percha común, sin movilización”, lamenta un antiguo dirigente.

Espadas tiene más visibilidad, sí, pero la mayoría de las veces sobre asuntos de la política nacional, como la amnistía, sobre la que muchos socialistas andaluces prefieren pasar de puntillas

Juan Espadas lo tenía muy difícil como candidato no solo por la herencia de los ERE. Su perfil de alcalde de Sevilla era el de una persona dialogante, tranquila y moderada, la misma etiqueta que Moreno. Si no hay contraste y ante dos opciones parecidas, la gente se queda con el más conocido. Y este es el empeño de Espadas, que se le conozca. “En diez mil kilómetros apenas contacté con mil personas”. Espadas argumentaba ante los que ponen reparos que la facturación de su conocimiento por las personas desde que es portavoz cuadruplica la de patearse los pueblos andaluces. Tiene más visibilidad, sí, pero la mayoría de las veces sobre asuntos de la política nacional, como la amnistía, sobre la que muchos socialistas andaluces prefieren pasar de puntillas. La crítica a Moreno y su gestión interesa menos en sus entrevistas.

Moreno es tan escurridizo para la oposición como lo fue Manuel Chaves. El popular ha conseguido que los boquetes en la gestión de su Gobierno no le rocen. Hasta que le rocen. En ello parece estar ahora Juan Espadas. Tras los cambios orgánicos de su núcleo duro en enero, el secretario general de los socialistas andaluces ha introducido un nuevo palo en su repertorio, sin soltar la zanahoria. Mantiene la táctica de la mano tendida, como la de un pacto para defender Andalucía en la financiación autonómica. Pero ha añadido un tono más bronco y menos desacomplejado sobre la gestión sanitaria, el flanco más débil del ejecutivo de Moreno por su indisimulado objetivo de copiar el modelo de privatizaciones de Madrid.    

Hasta ahora el PSOE ha intentado capitalizar sin éxito el descontento social por la gestión sanitaria, con listas de espera disparadas. La denuncia de los socialistas que alertaba de la privatización encubierta de la atención primaria por el Gobierno de Moreno apenas le valió reconocimiento, se quejan diputados autonómicos. Vamos a ver qué recorrido tiene la anunciada denuncia de Juan Espadas ante los tribunales de los contratos de emergencia en la sanidad andaluza con inyección millonaria a clínicas privadas prolongados más allá de la pandemia. Y si Espadas, con su altavoz del Senado, saca de la travesía del desierto al PSOE andaluz.

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