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Papel de regalo
Las encuestas del CIS andaluz otorgan a Juan Manuel Moreno una hegemonía electoral pacífica y ajena a cualquier sobresalto. No solo la alternativa de izquierdas se hunde en Andalucía, con 22 puntos de distancia del PP sobre el PSOE, sino que Moreno también tendría colchón con la ultraderecha, con la de Vox –afianzada– y la irrupción de Alvise en el Parlamento. El presidente andaluz puede echarse a dormir la siesta tranquilo hasta que decida convocar elecciones. Tocan en el verano de 2026, pero puede adelantarlas varios meses.
Ni un rasguño siquiera provoca en los apoyos a Moreno la cuestionada gestión de la sanidad pública, ni el mimo presupuestario a la privada que solo familias con buenos sueldos pueden costearse. Hasta el mismo Moreno reconoce una atención primaria deficiente, cuando los andaluces debemos esperar hasta dos semanas para una cita. Ha prometido la atención en 72 horas con un nuevo recurso: una consulta telefónica de médicos de otro municipio o provincia distinta a la del usuario.
Una propuesta que ha provocado carcajadas de risa en los sindicatos, quizás también de ira. La promesa de las 72 horas puede correr la misma suerte del tercer hospital de Málaga. No sé ya para qué año. Qué curioso que Málaga sea una de las tres provincias de la Península (por detrás de Madrid y Barcelona) que más pólizas de seguro privado atesora, con un 30% de su población, el doble que hace más de una década.
No hace falta que gane un Milei para acabar con el ascensor social
Tampoco menoscaba en su potencial electorado la llamada de socorro de las universidades públicas por su asfixia financiera, mientras también hay mimo para que las privadas se instalen sin muchas pegas. Clama la situación de la de Málaga (UMA), a la que el Gobierno de la Junta le ha ¡prestado! 48,5 millones de euros para no quebrar. Digo 'prestado' con exclamación por la indiferencia que parece suscitar al Gobierno de Moreno, no digo ya por su procedencia malagueña, sino porque se trata de una universidad pública, de gestión autónoma, sí, pero dependiente de la Junta de Andalucía. Resulta chocante cuando menos que el gobierno de mayoría absoluta del PP haya aprobado en seis años cinco universidades privadas, mientras languidecen por falta de recursos las públicas. Qué curioso que tres de los campus privados se ubiquen en Málaga.
Los chicos y chicas de familias desahogadas pueden estar tranquilos, siempre habrá una puerta para que ellos saquen el título sin miedo a perder la beca si suspenden. Las estadísticas vaticinan el futuro: cada vez hay más matriculados en los campus privados y menos en los públicos. La investigación, clave en el prestigio de una universidad, será insostenible en las públicas. A fuerza de estrangular su financiación, estas pagarán menos al profesorado, que, como en la sanidad, acabará fugándose a las privadas.
No hace falta que gane un Milei para acabar con el ascensor social. Todo lo que del bienestar social pueda convertirse en negocio, que prospere. Y está prosperando. Málaga sirve de avanzadilla, de capital piloto en Andalucía de ese modelo importado de Madrid, donde la sanidad y la universidad privadas buscan anular la competencia prestigiosa de las públicas. No es distopía, está pasando. “Quiero que España se parezca a Madrid”, ha dicho Alberto Núñez Feijóo sobre el modelo político de Ayuso, la primera anfitriona de Milei en España. El segundo en abrazarle y condecorarlo podría ser el líder del PP.
La tercera vía de Juan Manuel Moreno es eso, papel de regalo de colores como envoltorio de una realidad parecida a la de Madrid
Moreno también dijo algo parecido sobre Madrid cuando asumió el poder andaluz en 2019. Luego no lo ha repetido. Ahora habla de la tercera vía, la de la moderación centrista en el tono y la gestión. Presumió de esta tercera vía en el debate de la comunidad de la pasada semana. Ha convencido incluso con este mensaje a sectores progresistas de Madrid, que lo ven como una alternativa en el PP cuando colapse la bronca trepidante de Feijóo y Ayuso.
No creo que Moreno se postule de recambio. El mundo va por otro lado y el presidente andaluz sabe que Madrid es una trituradora de políticos. En Andalucía puede dormir la siesta. Tiene problemillas, sí, pero los electores no se lo tienen en cuenta. Valoran sobre todo su saber estar. Estar, está en todo, “hasta en la sopa”, y por estar casi se coge una pulmonía durante la Magna de Sevilla, aguantando la cámara de Canal Sur y tronos en plena avenida junto al Guadalquivir durante horas en una noche de frío polar. Una noche muy sacrificada.
Muchos andaluces valoran más que la incapacidad o poca voluntad de su gobierno para gestionar la sanidad pública, su empatía: “Sé que conseguir una cita con el médico de familia es a veces desesperante”, dijo en su discurso del debate de la comunidad. Un debate con una retahíla entusiasta de medidas sociales que le presentan como un presidente socialdemócrata, pero que se barruntan en el saco roto del tercer hospital de Málaga.
Incluso se dispone a superar en inventiva a José Luis Rodríguez Zapatero: anunció una agencia de seguridad y emergencias con 5.000 agentes, muy por encima a los 3.500 de la UME que ideó el expresidente socialista. No hay que desmerecer su capacidad de envolver la realidad con papel de celofán transparente o metalizado de colores: los agentes son los del prestigioso Plan Infoca, más los de otros servicios ya existentes como el 112, este de gestión externa a la Junta.
La tercera vía de Juan Manuel Moreno es eso, papel de regalo de colores como envoltorio de una realidad parecida a la de Madrid, con bajada de impuestos a rentas altas, asfixia de universidades públicas (clave en el ascensor social de los hijos de familias trabajadoras) y amenaza de colapso de la sanidad pública, mientras la privada florece con el abono de los presupuestos de la Junta.
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