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La producción ecológica, más necesaria y útil que nunca
La producción ecológica, también llamada biológica u orgánica, es un sistema de gestión y producción agroalimentaria que combina las mejores prácticas ambientales junto con un elevado nivel de biodiversidad y de preservación de los recursos naturales, así como la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal.
El Informe anual de la producción Ecológica en España 2023, de Ecovalia, constata que este mercado crece en superficie como en consumo, hasta llegar a los 60 euros por persona al año, 53 de ellos en compras en el hogar y una facturación de 2.856 millones de euros.
Crecer es la lógica, y también los hechos. Es lo que está haciendo el sector ecológico en todos los ámbitos, desde la superficie cultivada a la producción hasta el consumo. Si tomamos los primeros datos estadísticos de 1991 del Ministerio de Agricultura y Pesca de España (MAPA), la agricultura ecológica representaba una superficie total de 4.235 hectáreas, con 396 productores y 50 elaboradores. Más de 30 años después, en 2022, estos datos son considerablemente diferentes: 2.675.331 ha. de superficie destinada a la producción ecológica en España, 11% de la superficie agraria útil del país, 58.485 productores y 5.921 elaboradores.
Andalucía es la comunidad autónoma que más hectáreas dedica a la agricultura ecológica (47,33% del total nacional).
Las cifras muestran un aumento del número de actividades ganaderas ecológicas, que al final del pasado ejercicio se situaron en 9.393, un 1,58% más que el año anterior
En cuanto a la producción animal, las cifras muestran un aumento del número de actividades ganaderas ecológicas, que al final del pasado ejercicio se situaron en 9.393, un 1,58% más que el año anterior, sobre todo por el incremento de actividades cárnicas de bovino (+4,59%), ovino (+1%) y caprino (+1,93%).
En cuanto al consumo, las estadísticas recogidas por el Informe del MAPA, señalan que la evolución del consumo de productos ecológicos ha sido del 151,33% (de 21,25€ per cápita a 53,41€). Lo ecológico ha dejado de ser un nicho de mercado ignorado, con un mercado total de productos que en 2022 ha alcanzado los 2.856 millones de euros. Y la previsión es que continúe así también en el ámbito global. Desde la Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecología (SEAE) se invita a una reflexión: ¿De qué manera está creciendo la producción y el consumo ecológicos? ¿Queremos repetir los errores de la cadena agroalimentaria convencional en el sector ecológico?.
El ejemplo de la comercialización puede darnos algunas respuestas. Pero no debemos olvidar que la producción ecológica responde a unos principios de producción y consumo sostenibles y responsables, que desde la agricultura y ganadería familiar construyen alternativas a partir de otras formas de relación económica basadas en el bien común y en el impulso del desarrollo rural, contribuyendo a la viabilidad económica del sector primario y a dignificar la labor de pequeños productores y productoras.
El valor comienza en origen
La comercialización, como último eslabón en la cadena, puede aportar fortaleza y equilibrio, transmitiendo el valor añadido en cada paso. Por eso, desde el enfoque agroecológico, se entiende la comercialización como algo más allá del puro intercambio mercantilista de compra y venta. No es solo un precio. Se trata de un intercambio de un producto y sus valores, ese que transmite el verdadero valor de lo que se compra. Es decir, en los productos ecológicos, el valor comienza en origen, con alimentos de alta calidad que cuidan de nuestra salud y la de nuestro entorno. Y ese valor debe terminar en el último paso, la comercialización, aportando ese valor añadido como es el social, cultural y ético. Todo ese conjunto es el que una persona consumidora de pequeños productores ecológicos, locales y con productos de temporada se lleva a su cesta de la compra.
El futuro del sector agrario de la Unión Europea (UE) ha de pasar por una producción ecológica, digital, sostenible y climáticamente neutra para que, de aquí a 2050, se consolide como un motor para la inversión y el crecimiento. El futuro será ecológico o no será y, evidentemente, la producción agroalimentaria ecológica es para España y para la UE una gran prioridad.
La producción ecológica es uno de los modelos a seguir, ya que es el que mejor contribuye a la protección del medio ambiente y del clima, a la fertilidad de los suelos, a la mejora y protección de la biodiversidad, al bienestar animal y al mantenimiento de razas autóctonas o en peligro de extinción.
La promoción de productos ecológicos y su consecuente extensión del consumo inciden positivamente en los tres pilares de la sostenibilidad del sector primario: económica, social y medioambiental. Y, además, ofrece al consumidor información para diferenciar un alimento ecológico certificado del que no lo es, y sobre los requisitos que son necesarios para su certificación, aspectos en los que hay que seguir trabajando, ya que todavía existe cierto desconocimiento.
La evolución del sector ecológico en España ha sido espectacular a largo plazo, como lo demuestra el consumo de productos ecológicos se ha multiplicado por 19 en los últimos veinte años. La Covid-19 y la invasión de Ucrania no han frenado las trayectorias de crecimiento y consolidación de la producción ecológica, lo que demuestra el gran potencial de resiliencia de esta actividad en España.
Los agricultores españoles han respondido al cambio climático adaptando sus cultivos y prácticas a las nuevas condiciones climáticas
Los últimos datos disponibles de 2022 apuntan a que España es, tras Francia, el segundo país en superficie dedicada a la producción ecológica. En concreto, cuenta con 2,67 millones de hectáreas, lo que supuso un 1,5% más que en 2021. Además, es el tercer país europeo, tras Francia e Italia, en cuanto a número de operadores en el sector ecológico, con una cifra de 60.621, y es también el segundo exportador mundial de alimentos ecológicos, esta vez tan solo superado por Italia.
Los agricultores españoles han respondido al cambio climático adaptando sus cultivos y prácticas a las nuevas condiciones climáticas, lo que ha permitido la expansión de ciertos tipos de cultivos que son más resistentes o adecuados a las condiciones cambiantes.
También se ha puesto de manifiesto, las transformaciones en el panorama agrícola español entre 2011 y 2020 y evidencia un crecimiento en ciertos cultivos, como el del pistacho, el aguacate, la soja y el almendro, y un cambio en las tendencias de producción agrícola.
El pistacho es con diferencia el cultivo que más ha crecido en ese periodo de tiempo, un 1.057,6%, hasta las 49.534 hectáreas, según el informe de Cocampo. En extensión total, no obstante el pistacho es el tercero por la cola, solo por delante del aguacate (15.849 hectáreas) y la soja (1.450 hectáreas), que entre 2011 y 2020 han crecido un 50,1% y un 107,4 respectivamente. El cuarto cultivo que más crece es el almendro (31,2), que alcanza así las 718.540 hectáreas y se consolida como el quinto que más superficie ocupa.
El gran desafío del futuro
El 2 de diciembre de 2021 se adoptó oficialmente el acuerdo sobre la reforma de la política agrícola común (PAC). La nueva legislación, que entró en vigor el 1 de enero de 2023, allana el camino para una PAC más justa, más ecológica y más orientada a los resultados.
Con ella se pretende garantizar un futuro sostenible para los agricultores europeos, proporcionar un apoyo más especializado a las explotaciones de menor tamaño y permitir una mayor flexibilidad para que los países de la UE adapten las medidas a las condiciones locales.
La agricultura y las zonas rurales son una parte esencial del Pacto Verde Europeo y la PAC 2023- 2027 será una herramienta fundamental para alcanzar los objetivos de la Estrategia “De la Granja a la Mesa” y la Estrategia sobre Biodiversidad.
Entender los retos que enfrenta la tierra y su importancia es vital para construir un futuro con una alimentación natural y saludable.
Podemos producir más agricultura orgánica que nadie, todo lo que queramos, pero si no hay nadie para comprarla, tenemos un problema y para mí eso es el gran desafío del futuro.
En los planes de acción ecológicos nacionales, los objetivos para la agricultura ecológica deben ser realistas pero ambiciosos y llevar aparejada la ayuda financiera necesaria.
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