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Si te violan grita fuego
Es imposible leer la sentencia de La Manada sin sentir un profundo estremecimiento de rabia, asco, dolor, mucho miedo. Imposible no verse a una misma atrapada en aquel cubículo y sentir cómo la angustia, la claustrofobia, el pánico suben como el vómito por la garganta. Lo que contienen las 371 páginas del fallo no es una película porno, como argumentó indecentemente la defensa: es una película de terror. Una pesadilla que línea a línea se hace cada vez más insoportable.
Es difícil, imposible leer el relato de hechos probados y entender cómo piensan los jueces que no fue una violación. Cómo pueden dar por bueno que la chica nunca consintió los hechos, que estaba acorralada por cinco hombres, sin capacidad de reacción ni escapatoria, usada como un objeto, humillada, y acabar concluyendo que no tenía motivos para sentirse intimidada. Que no la crean cuando dice que entró en shock de puro pánico. Que no aceptaran las pruebas telefónicas de que La Manada había planeado esta agresión antes de llegar a Pamplona. Imposible comprender cómo puede aplicarse aquí el mismo delito de abuso que al tío que te mete mano en el autobús.
La sentencia es cobarde, porque busca el refugio de un camino que cree intermedio cuando no lo es. Y es machista, porque no entiende nada. Porque tres décadas después del famoso caso de la minifalda, la Justicia sigue sin entender nada.
Esta debería haber sido una sentencia ejemplar. Una sentencia que ofreciera una verdadera justicia a la víctima de esta agresión bárbara. Que lanzara un mensaje claro contra la impunidad machista. Que les dijera a los millones de mujeres que el 8 de marzo inundaron las calles pidiendo igualdad, libertad, dignidad, el derecho a caminar libres por la calle: os hemos escuchado. Que superara el “no es no” y dejara claro por una vez que sólo “sí” significa sí.
En cambio, el fallo sienta un peligroso precedente legal y un aún más peligroso precedente social. Y ha convertido la alegría y la esperanza del 8M en una marea de rabia y frustración. La decisión de los jueces de Pamplona desampara a la víctima de los sanfermines y a todas las víctimas que están por venir, que se lo pensarán dos veces antes de denunciar.
Si te violan, se lee entre líneas en la sentencia, resístete aunque te maten. Retuércete hasta que te partan. Denuncia, pero no esperes que te crean. Aunque esté grabado en vídeo. Aunque tus agresores presuman de ello. No pidas socorro, porque nadie saldrá a ayudarte. O como todavía aconsejan algunos manuales trasnochados: si te violan, grita fuego.